miércoles, 24 de abril de 2013

La metamorfosis, de Kafka: las causas y cosas que pasan por alto


LA METAMORFOSIS, DE KAFKA:
 LAS CAUSAS Y COSAS QUE PASAN POR ALTO
Jhon Monsale

Imagen tomada de internet


Me he dispuesto a retomar aquellos clásicos de la literatura universal para corregir lo que se haya venido haciendo y diciendo hipotéticamente de las obras emblemáticas de este mundo de letras. No podía faltar Kafka y su tan mentada Metamorfosis, estudiada en casi todas las instituciones y olvidada en y con actividades de cuestionarios sobre los personajes, el estado físico o diferencias entre ellos mismos. Nunca miramos más allá y perdemos la belleza y el jugo del arte.
Sabemos que Gregorio Samsa se despertó un día convertido en insecto. En la primera página ya comprendemos el porqué del título. Y nos admiramos de lo poco creíble del asunto, y he oído decir a uno que otro colega que Kafka se pasó en fantasía. Yo siempre he insistido en que debemos ir más allá de la simple (a veces no tan simple) narración, que debemos indagar dentro de ella alguna complejidad humana que se evidencia sin que nos demos cuenta porque nos cegamos con la venda de lo literal y no permitimos que lo inferencial se cuele entre lo oscuro.
Sabemos que Gregorio no se rinde en un principio porque su vida gira en torno a su familia, a las promesas que se ha hecho de ayudar a su hermana para que estudie, a las que le ha hecho a su padre, comprometiéndose, por ejemplo, a pagar la deuda que dejaron negocios malos en el pasado con el jefe actual del nuevo insecto. Su vida es un acoso constante, y eso no lo podemos dejar pasar; si lo olvidamos terminamos, como algunos, diciendo que chévere la historia de La Metamorfosis, pero que lástima que no tenga nada que ver con la vida real. Esas cosas las oye uno en pasillos, en salones, en tareas dejadas por los maestros de escuela, y no vamos más allá.
Si lo hiciéramos, sabríamos en las primeras cinco páginas por qué razón se convirtió en insecto el personaje y no especularíamos tanto. En primer lugar, debemos comprender que la causa principal de su conversión es el acoso social y laboral. Es una manera de aniquilar el lado negativo de la vida, huyendo sin ser cobarde. Tal vez el deber, el afán, el estrés laboral fueron rechazados por su cuerpo para siempre.
Sabemos que la hermana fue la única que estuvo pendiente, pero que al final decidió lo trascendental: no continuar más con algo que para toda la familia se había convertido en martirio, en un peso más para sus labores diarias, en una preocupación más entre tantas deudas, enfermedades, trabajos y sueños. Si Greta reaccionó como lo hizo, casi sorprendentemente para el lector pues nunca se imagina que ella va a tomar tal decisión, fue porque la pieza que tocaba en su violín y que le era tan grata a los inquilinos, que llegaron a vivir a casa por falta de dinero, fue interrumpida sin culpa por Gregorio.
Todos se habían sentido afectados directamente por la conversión, excepto la hermana. La madre, por ejemplo, se desmayó al saber que su hijo estaba convertido en insecto y dejó de verlo por días y solo entraba de vez en cuando para observarlo solo en una parte, pues se escondía bajo el canapé.  El padre empezó a sentir que lo odiaba, que le estorbaba, que ya no le era útil, y buscó trabajo por aparte (y nos dimos cuenta de que sí podía trabajar) y temió que el insecto de su hijo le hiciera daño a su mujer o a su hija. En cambio Greta, su hermana, fue la única que no sintió aversión por Gregorio, tal vez por la edad, tal vez por la compasión que caracteriza a la mujer desde joven. Pero luego, cuando sintió que su hermano le quitaba el placer de ser oída por los inquilinos y que estos se sintieran complacidos con la melodía, al sentir que el sueño, que el momento se le iba a pedazos por culpa de su hermano, lo odió y decidió deshacerse de él.
Ya vimos que no fue necesidad. Él solito, aparentemente, murió. Pero las cargas, que no dejaron de caer sobre él, fueron cada vez más pesadas y en esta ocasión lo aplastaron hasta más no poder. ¿No vemos acaso el peso de la responsabilidad y el acoso laboral, social y familiar en la obra como causa de la conversión de Gregorio en insecto? ¿Acaso no murió precisamente cuando ya no hubo más por quién luchar, ni por quién sentirse protegido? El padre lo hirió de muerte con una manzana, pero Greta le dio en el blanco del corazón con su indiferencia.
Las cargas laborales le dieron la forma de insecto, de un ser casi inerte, mudo, torpe, sin esperanzas. Y las cargas sentimentales le dieron la tumba. ¿Todavía pensamos que en las grandes obras literarias no se representa la vida del hombre en su complejidad? ¿Acaso no se relaciona todo esto con el capitalismo extremo que vivía Alemania en la segunda década del siglo XX? ¿Qué tendrá que ver la preocupación y desespero del personaje con la Primera Guerra Mundial? Ah, nos damos cuenta de que el insecto no es más que el hombre sumergido en la problemática social y política, en la que imperaba un capitalismo propio o muy parecido al de nuestros países. Bien: ¿No seremos también insectos?

sábado, 20 de abril de 2013

Entre gatos y ratones (Jhon Monsalve), cuento publicado en Vanguardia Liberal el 20 de enero de 2013


ENTRE GATOS Y RATONES
(Cuento publicado en Vanguardia Liberal el 20 de enero de 2013)
Jhon Monsalve
Imagen tomada de: poemasilustrados.blogspot.com
Cuando me asomo a la ventana, veo a los gatos tratando de atrapar  a los ratones. Se turnan por periodos de cuatro horas para aprovechar las demás durmiendo, o para ir, muy cautelosamente y hasta con coquetería, a las casas vecinas y robar todo lo que sea de comer porque nunca se sacian. Son cuatro horas, no más... A veces, por consenso de los demás gatos, los que ya habían ido a atrapar ratones tienen el beneficio y el placer de ir cuatro horas más a seguirlos matando, mientras los demás duermen o roban lo que pueden en las noches o en los días: para el hurto no tienen horario.
Cuando me asomo a la ventana, veo a los ratones corriendo. Es evidente que el tamaño los asusta y que sus chillidos no son tan fuertes como los miaus de los gatos. Por más que se unan y que griten y que se vayan contra los felinos, nadie les presta atención: los gatos no les tienen miedo, poseen uñas que desgarran sus gargantas y dientes filosos que destrozan sus cuerpos. Por eso corren: porque no hay otra salida.
Los ratones siempre se esconden en unas casitas de barro, nada parecidas a las mansiones de los gatos, que son acolchadas, con abrigos, de varios pisos porque siempre les gusta dormir en lo más alto, donde puedan ver aun más pequeños a los pobres ratones. A veces se les lanzan desde arriba y los atrapan en el preciso momento en que los roedores salen a buscar las migajas que dejan los gatos de los ratones ya muertos.
Un día creí que eso iba a cambiar. Miré por la ventana y salieron miles de ratas cansadas de la situación y del maltrato hacia sus hijos y familiares, y que estaban dispuestas a morir por la dignidad y por el respeto. Pero los gatos al ver que era tal la multitud, decidieron despertar a todos los demás, que dormían tranquilamente para reponer fuerzas y atacar de nuevo. Se despertaron, vieron a las ratas que venían a toda velocidad, y sacaron sus uñas, y no se necesitaron más de 32 gatos para acabar con miles de ratas y algunos ratoncitos valientes, que pedían lo justo.
Cada vez que salgo a la ventana, veo cómo los gatos que descansan se levantan de vez en cuando para lamerse el pelo, las patas, el vientre. Veo cómo bostezan de sueño, cómo se alimentan una y otra vez de las cabezas  de los ratones muertos que aún sirven y cómo vuelven a sus camas acolchadas para continuar con su merecido descanso. Por el otro lado de la calle, los gatos matan cientos de ratones y los devoran paulatinamente, para que sufran más. Otros llevan un pedazo de carne robado de la casa vecina y discuten por el mejor pedazo.
Negocian por momentos, sonríen por momentos y terminan luchando entre ellos mismos con uñas y muelas. Los chillidos que dan asustan a los ratones, los cuales elevan plegarias al cielo improvisado de sus casas, donde pusieron estratégicamente a un ratón muerto con los brazos abiertos y las piernas unidas en algo muy parecido a una cruz, dizque para que les diera aliento y los ayudara a soportar los sufrimientos de la vida. Los gatos son los únicos que saben que esas plegarias no ayudan a los roedores a resolver sus problemas.
Cada vez que salgo a la ventana, veo cómo los ratones huyen de miedo o lloran a sus muertos. Los ratones más pequeños están desnutridos; se puede dibujar con ellos el sistema óseo, estén vivos o muertos. A veces, los ratones adultos y muertos, ya devorados por los gatos, resultan con más carne en su cuerpo que estos pequeños. También veo cómo celebran la vida cada vez que salen ilesos de las garras de los felinos. También se pelean los restos, pero no por ansias, como en el caso de los gatos, sino por necesidad. Pero eso no es lo peor...
Cuando me asomo a la ventana, veo a la gente de este país acariciando a los gatos y temiéndoles a los ratones.

domingo, 14 de abril de 2013

"El principito", de Saint-Exupéry, y la esencia negativa del humano



“EL PRINCIPITO”, DE SAINT-EXUPÉRY,
Y LA ESENCIA NEGATIVA DEL HUMANO
Jhon Monsalve
Imagen tomada de internet
Pensar que “El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry, es una obra solo para niños es apoyar la idea de que los adultos son los extraños del planeta. Uno de los ejes principales en el que giran las acciones de los personajes es la incomprensión del mundo adulto, tan vacío, tan inerte, tan abstracto. Y más allá de esto, es la incomprensión del mundo en su totalidad; un mundo manejado, llevado y vivido por los adultos.
La novela, bien sabida por todos, inicia con la pérdida de un aviador (primer narrador) en un desierto africano. Cuando está preocupado por la poca agua que tiene, que le puede durar máximo 8 días, y cuando se predispone a comenzar el arreglo de su aeroplano, aparece un jovencito, de pequeña estatura, a pedirle un dibujo. Recuerda el piloto sus experiencias con la pintura desde niño y las críticas de sus padres hacia su trabajo artístico. Recuerda que solo podía hacer elefantes dentro de boas y se niega en un principio a hacer el dibujo que el niño le pedía, pero al final accede. Dibuja un cordero varias veces porque ninguna versión le gustaba al Principito, hasta que le dibuja una caja en la que, según le dice, estaba metido el cordero y que él vería en qué momento lo sacaba cuando lo necesitare.
Luego, el narrador pasa a ser el Principito, que cuenta el viaje que decidió hacer por los planetas cercanos al que vivía, por motivo de algunos disgustos que había tenido con una flor de la que, aparentemente, se enamoró. Cada uno de estos planetas tenía un personaje que representaba una pasión negativa humana. Estaba el negociante que no tiene tiempo de nada más que de hacer cuentas, y más aún si son las cuentas de las estrellas que él considera propias. Está el rey que no tiene a nadie que mandar, pero que aun así se caracteriza por ser tirano. Está el farolero que realiza su trabajo todo el día y toda la noche y ha perdido por ello la razón de existir. Tanto que la única que encuentra es la de estar pendiente de su farol.
El último planeta que visita el Principito es la Tierra, y en ella encuentra según lo que le cuenta el zorro, un país con todas las características de los planetas anteriores pero aumentadas. El humano, el adulto, se presenta como una figura extraña que conlleva el mal. Un ente poco comprensible.
No podemos hablar, ni enseñar, ni entender la importancia de “El Principito” si no comprendemos que las peripecias del pequeño giran en torno a los valores humanos analizados en el comportamiento y pensamiento, y que debido a ello, el mundo, o mejor, el universo, es un lugar devastado y podrido por causa de los adultos.
“El Principito” es una novela infantil, juvenil y adulta, en donde se da por sentado que los problemas del mundo son por causa del humano adulto. Es esta la pertinencia de que la novela sea leída y estudiada en la niñez o adolescencia, pues se está creando con ello una consciencia social sobre el comportamiento ético del hombre en la sociedad. Toda la responsabilidad recae sobre el humano. Tal vez no hubo mejor lugar al que asistiera El Principito que la Tierra, para darse cuenta de que lo poco que tenía en su planeta valía mucho más.
Lástima, en serio, lástima, que en la mayoría de los colegios se lleve esta obra sin otro objetivo que el de salir del paso. Yo la leí, tú la leíste, nuestros sobrinos, familiares, la están leyendo, y nada, no hay nada de reflexión en relación al comportamiento humano. Lástima, en serio, lástima que no nos podamos ir a vivir al planeta del Principito. Lástima… y también lastima. 

jueves, 11 de abril de 2013

Análisis de "Carmen" de Prosper Mérimée: Una contextualización de la España gitana decimonónica


“CARMEN”, DE PROSPER MÉRIMÉE:
 UNA CONTEXTUALIZACIÓN DE LA ESPAÑA GITANA DECIMONÓNICA
Jhon Monsalve

Imagen tomada de internet

      1.      Oda a Carmen
“Carmen” llegó  a mis manos como llegan los años al hombre. Sin darme cuenta la estaba leyendo y me entrometía en su vida y me dejaba moldear por sus deseos. Cuántas veces quise ser José para comprenderla y tratarla diferente. Era asunto de comprensión, nomás. Como comprendí a Soledad Montoya, la de La pena negra, a la que nunca preguntaría nada, porque ya sabría de antemano que eso, según ella, no me importaría. “Carmen” se coló por mis ojos y se clavó en mi memoria por hoy y por siempre.
Cuánto habría deseado haber conocido desde joven a Prosper Mérimée, pues de haber sido así,  me habría incrustado en mi adolescencia en su obra y habría dado la bienvenida a mi adultez con flamenco, con toreo, con belleza. Si hubiera conocido a Mérimée desde antes, lo habría trabajado en clase de Literatura Francesa en la Universidad, y me habría encariñado, como tal vez lo haga de ahora en adelante, con sus demás novelas y tratados arqueológicos.
Oh, mi amada Carmen, mi amor lejano, mi lujuria de papel. Oh, mi amada Carmen, cuánto habría dado por ser tan solo un momento el Tuerto, o Lucas, o el cuchillo que te penetró el cuerpo hasta matarte, hasta que tus sospechas se iban haciendo realidad junto al dolor, al placer, al porvenir del presente.
Imagino tus besos, Carmen, enloqueciendo a mi boca, y tu voz, y tu acento, y tu vida. Imagino tu amor al dinero y tu melancolía, y tu inconstante estadía en la vida de tu rom, de tu amante, de tu tierra, de tu ser. Eres, Carmen, el amor huyendo de las cadenas, la libertad más pura de la mujer.

      2.      La gitanería dentro de la trama
Una caracterización evidente de los gitanos es su constante búsqueda de lo incierto. Van de aquí para allá, como nómadas, visitan tierras y corazones, y engañan con brujería al pueblo y al amor. Los gitanos sufren su enigmático origen y huyen de los católicos, de los cristianos, de los engañados, de todos aquellos que se sienten perjudicados de uno u otro modo por ellos. Roban aquí y hurtan allá. Son perseguidos, son odiados, son asediados, son maldecidos. Pero viven, luchan y demuestran un poder extra del que carece gran parte de los humanos: no se dejan vencer de nada ni de nadie, logran sus objetivos con retórica y se burlan al final de sus hechos.
“Carmen”, de Prosper Mérimée, es una novela que escrita en Francia hacia el año 45 del siglo XIX logra describir de manera casi perfecta la fisionomía y caracterización interna de los gitanos. En especial de Carmen, una mujer que va en busca de sus ideales y de sus propósitos, una mujer que practica la brujería, que se emancipa de todo hombre, que respeta y quiere a su esposo en las buenas y en las malas, que se defiende cuando la insultan, que hace perder irremediablemente a un hombre que se fija en sus ojos, en sus manías, en sus costumbres y que termina enamorado de ella y de su muerte.
El último capítulo, cuyo narrador es el mismo autor, que recapitula la novela de una manera extrañísima, haciendo uso más de sus conocimientos de arqueología y de conclusiones lingüísticas comparativas, que de la trama de la novela, presenta una reflexión en torno al origen, a la lengua y a la idiosincrasia gitana española, diferenciándola de la alemana, y redondea la novela fuera de la trama y del personaje principal. Un recurso narrativo que se entiende en la medida que se comprenda que Mérimée “Ejerció la literatura con la complacencia vergonzante de quien cultiva un pasatiempo un tanto plebeyo. Tenía en mayor estima la filología, la historia o la arqueología. (…) Salvo por dos o tres rasgos circunstanciales, Mérimée no fue, ni por su vida ni por su obra, un verdadero romántico. Sus relatos tienen siempre un tono de informe científico sobre el comportamiento impertinente de especies primitivas”. (Barrera Orrego, 1990: 45).
Si es de hablar de la trama, ya propiamente dicha, deberíamos empezar por el encuentro de un arqueólogo francés que llega a España con un hombre de aspecto extraño, al que protege de la autoridad española cuando lo ve en peligro de encarcelamiento y al que encuentra con el pasar del tiempo en un antro, en una habitación, mientras entabla una conversión con Carmen, con la que, al parecer, pretendía mantener relaciones sexuales; el hombre extraño, aquel día, golpea a Carmen por celos. Al arqueólogo en la habitación se le pierde  el reloj y desde el pueblo culpan a José del acto. Lo apresan por este y otros delitos, entre ellos el de homicidio, y el francés, con cierto grado de culpabilidad, va a visitarlo, y allí le cuenta el bandido que el comienzo de su historia se origina en Carmen.
Relata la manera en la cual ayudó a que huyera Carmen de la ley, cuando trabajaba José de policía, después de capturarla por haberle rasgado la cara a una de sus compañeras de trabajo después de que la insultó. Desde ese momento, desde que la dejó huir bajo coqueteos femeninos, quedó embrujado por su belleza. Llegó a matar tres veces por ella, y se convirtió en bandido, tal vez el más perseguido por la ley. La primera vez fue cuando vio que Carmen entraba a su casa con uno de los compañeros de trabajo de José Navarro. Fueron tantos los celos que se despertaron en él que lo mató en una guerra de sables. Luego, dio muerte al Tuerto, el marido, (su rom) oficial de Carmen, y por último, la mató a ella, cuando no le aceptó a él la propuesta de que se fueran a vivir a América, incluso cuando José la había perdonado por haberle sido infiel con un tal Lucas. Esta es la trama de amor y celos de la novela del escritor francés. Ahora veremos qué es lo que hay más allá de ella.

      3.      Configuración de la gitanería española decimonónica
Ya hemos visto que Mérimée era más amante de la filología que de la escritura literaria. Y gracias a ello, podemos rescatar algunos aportes lingüísticos que hace el autor francés de la lengua española de España. Cabe aclarar que los pies de página de la novela son los que permiten que la cultura e idiosincrasia de la España gitana se vean y se comprendan con mayor nitidez. Cuando al principio vemos que el arqueólogo francés entabla conversación con José, nos damos cuenta de que la razón por la cual el extranjero se da cuenta de que el hombre no era de Andalucía fue debido a que este no aspiraba la s ni diferenciaba la z y la c de la s. Supimos que una nevería de la época era un depósito de hielo para el café, que bají, en el habla gitana, era la buenaventura que todos ellos acostumbraban a dar. Y que el garrote era el castigo para los bandidos del año 1845 y que se diferenciaba de la horca de los años 30 del mismo siglo. Que las maquilas, que le causaron tanta risa a Carmen cuando le hizo creer a Lucas que eran naranjas, son bastones de hierro usados por vascos y navarros. Recordemos que José era vascuence y que por amor a Carmen se volvió un gitano más. Aprendimos que a un regidor municipal de la época se le llamaba veinticuatro y que bai, jaona y agur laguna traducidos al español, respectivamente, significan Sí, señor y Buenos días compañero. Que las gitanas podían ser infieles bajo el permiso de sus maridos, pero, como Carmen, siempre libres. Que cuidaban de su esposo en las buenas y en las malas y que esto las caracterizaba positivamente. Nos enteramos de que Alcalá de los Panaderos era un pueblo famoso por sus panecillos y que quedaba a dos leguas de Sevilla. Aprendimos, gracias a la excelente contextualización del autor, refranes gitanos como Perro andariego no se muere de hambre, Aunque me visto de lana no soy una oveja, Sarna con gusto no pica, Para un enano es una hazaña escupir lejos y, entre otros, el último, con que termina el libro, En boca cerrada no entran moscas. Y así se fue configurando cada característica, cada elemento, cada costumbre de vida del gitano español del siglo XIX, entre amores y engaños de Carmen, entre ilusiones y mudanzas.  “Carmen” es una novela caracterizada por la demostración de la liberación femenina, al estilo de madame Bovary, pero ante todo, por los rasgos de la cultura gitana tan perseguida y tan humillada por el pueblo español desde que aparecieron hasta nuestros días. “Carmen” es España vista desde Francia, configurada desde Francia y centrada en la cultura gitana, tan mentada, criticada y olvidada al mismo tiempo… ayer, hoy y tal vez por siempre. 

sábado, 6 de abril de 2013

El arte poética: metapoesía


EL ARTE POÉTICA: METAPOESÍA
Jhon Monsalve

Imagen tomada de internet

Entendamos, primeramente, por Metapoesía el hecho de que la poesía se explique, justifique y complemente a sí misma. Un metapoema, entonces, sería un poema que habla de poesía. Para comprender El arte poética es indispensable conocer este término, pues en ella no se presenta más que eso: la esencia de la poesía descrita en el poema. Tal vez las artes poéticas vanguardistas más reconocidas son la de Huidobro y la de Borges. En ellas el metapoema es evidente y la definición y esencia de la poesía muy precisas.
El Arte poética de Huidobro
Vicente Huidobro fue un poeta chileno perteneciente al sub-movimiento de Vanguardia “Creacionismo”. En esta corriente se prescinde de la naturaleza como tal y se inventa una propia. El hecho de que se haga alusión a lo natural no incluye la adaptación de la naturaleza en el poema, sino que es una invención propia del autor. Lo referencial pasa a un segundo plano. He aquí el poema:
Que el verso sea como una llave
Que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo pasa volando;
Cuanto miren los ojos creado sea,
Y el alma del oyente quede temblando.
Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;
El adjetivo, cuando no da vida, mata.
Estamos en el ciclo de los nervios.
El músculo cuelga,
Como recuerdo, en los museos;
Mas no por eso tenemos menos fuerza:
El vigor verdadero
Reside en la cabeza.
Por qué cantáis la rosa, ¡oh Poetas!
Hacedla florecer en el poema ;
Sólo para nosotros
Viven todas las cosas bajo el Sol.
El Poeta es un pequeño Dios.
En primera medida, la poesía se define como la creación de un poeta, que es considerado dios. Cada cosa, cada imagen u objeto que él observa es el principio de la creación poética. Aquí vemos que la naturaleza se elide totalmente y se crea una propia. Huidobro no solo plasmó en este poema la esencia de la creación poética, sino también el impacto de la poesía en el lector. Vemos cómo la llave de la que habla en el primer verso tiene como fin abrir mil puertas, que son, sin duda, el logro de catarsis en el lector: “Y el alma del oyente quede temblando”. Versos más abajo afirma que “el adjetivo cuando no da vida mata”, haciendo entender que la poesía tiene un extraño poder sublime entre sus ritmos y versos.
Ahora bien, veamos el arte poética de Borges y asimilemos y comprendamos:
Mirar el río hecho de tiempo y agua
y recordar que el tiempo es otro río,
saber que nos perdemos como el río
y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño
que sueña no soñar y que la muerte
que teme nuestra carne es esa muerte
de cada noche, que se llama sueño.
Ver en el día o en el año un símbolo
de los días del hombre y de sus años,
convertir el ultraje de los años
en una música, un rumor y un símbolo,
ver en la muerte el sueño, en el ocaso
un triste oro, tal es la poesía
que es inmortal y pobre. La poesía
vuelve como la aurora y el ocaso.
A veces en las tardes una cara
nos mira desde el fondo de un espejo;
el arte debe ser como ese espejo
que nos revela nuestra propia cara.
Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
lloró de amor al divisar su Itaca
verde y humilde. El arte es esa Itaca
de verde eternidad, no de prodigios.
También es como el río interminable
que pasa y queda y es cristal de un mismo
Heráclito inconstante, que es el mismo
y es otro, como el río interminable.
La poesía en Borges aparece en conjunción con la vejez y la muerte. En todo caso, se continúa hablando de la esencia poética, de su inmortalidad, de su interminable pasar como ríos o como tiempo. Como la aurora vuelve y vuelve como el ocaso. La poesía es el espejo donde nos vemos a nosotros mismos. La poesía se presenta como fuente eterna de esperanza y de representación humana. Y ya.
Estos dos poemas nos ayudan a comprender lo que es el arte poética. No me adentré en el análisis de cada uno porque esa no era la intención de este pequeño artículo. El fin era comprender que la poesía se explica y justifica a sí misma, se entiende gracias a sí misma. Eso es metapoesía y arte poética a la vez. 

lunes, 1 de abril de 2013

La lectura para el desarrollo del pensamiento: La superación personal como detractora


LA LECTURA PARA EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO
 La superación personal como detractora
¿Dónde radica el problema?
Jhon Monsalve
Imagen tomada de internet
Creo que un profesor de Lengua y Literatura debería tratar de guiar a los estudiantes, por medio de buenos textos y argumentos, hacia el correcto camino de la lectura. Considero que un profesor de Español debería estar atento a que el texto argumentativo que estén trabajando sea visto de manera crítica tanto en lo positivo como en lo negativo y que, luego de una discusión al respecto, puedan entre todos sacar conclusiones y tomar posturas ante lo que se ha leído y comentado. Debería, de igual modo, estar pendiente del proceso de cada alumno en el ámbito de la lectura, aunque en este punto entraría la discusión sobre si esto sería o no posible teniendo en cuenta el hacinamiento escolar y el ambiente del aula de clases y de las situaciones que se presenten a diario. Un profesor de Literatura, pienso, debe tener los conceptos bien claros y un bagaje literario suficiente para recomendar un libro o para argumentar las razones por las cuales no es pertinente la lectura de superación personal en el aula o para explicar por qué Paulo Coelho, Walter Riso o Carlos Cuauhtémoc Sánchez no son autores de fiar, ni de leer, ni de recomendar.
Pues bien, soy docente en el área de Lenguaje y siento una responsabilidad enorme en cada acto, en cada pensamiento, en cada palabra que digo o enseño, pues la sociedad que se está formando será, en gran parte, causa y consecuencia de mí, de mis colegas, y por nosotros, vendrán malos o buenos profesionales, hombres, mujeres, alcaldes o presidentes. Si la niñez y la juventud de hoy aprenden a leer críticamente, esperemos, sin dudarlo, un mejor país dentro de diez o quince años. (Aclaro, en este paréntesis, que la responsabilidad deberían sentirla también los padres de familia, los demás docentes independientemente del área que dicten; deberían sentirla el Estado y el Ministerio de Educación, para que permitieran la circulación de más aire en los salones, para que hubiera más espacio en los colegios, para que los profesores respiraran un poco más y llevaran un proceso adecuado de enseñanza-aprendizaje, para que ganaran lo justo de llevar sobre hombros la carga más pesada de todas: el futuro de una sociedad cada vez más desigual y decadente). Lo importante es que nos concienticemos y  que convenzamos al estudiante de que la lectura no es el acto de decodificación al que nos han acostumbrado desde la escuela primaria, sino un acto de goce, comprensión y conocimiento en el que se tienen como ejes principales el “disfrute” y el “no tragar entero”. Esa es la lectura crítica, no solamente de los textos, sino también del mundo: de las acciones sociales, humanas, políticas que son noticia en nuestro diario vivir. Si el estudiante, con el pasar del tiempo, logra ver el mundo de otra manera, entraríamos a relacionar el papel de la lectura con la propuesta de Paulo Freire  en Pedagogía del oprimido, donde la educación está a disposición de la liberación y, por ende, del cambio social. Eso es lo que deberían buscar todos los docentes sin importar el área: pensamiento crítico.
Ahora bien, una las cosas más difíciles de tratar y corregir en el aula de Español es la constante alusión a los libros de superación personal, que están apoderándose no solo de las librearías, sino también de la vida de los estudiantes y del maletín de los profesores de Español y Literatura. Nada es más preocupante que esto y ya veremos por qué. Por el momento, me gustaría, aprovechando el tema tan interesante y polémico, mostrar una nota que me dejó un alumno (no sé si es hombre o mujer) en el Pre-Universitario en el que trabajo, con respecto a mis constantes alusiones a la “literatura” basura (superación personal) que leen nuestros jóvenes hoy en día:
“Profesor: respecto a Paulo Coelho y otros escritores que no le gustan, no se amargue; en este país mediocre es preferible que el joven lea algo a que no lea nada. Cada tres meses, que es lo que equivale más o menos un periodo en un colegio, los estudiantes deben leer un libro obligatoriamente, y hay estudiantes que bajo esta presión no los leen. Desde mi punto de vista, no hay nada mejor que leer un libro por curiosidad porque entonces hay un motivo, pero cuando siento la obligación de leer un libro, ni la portada volteo a mirar; nada como leer un libro por gusto propio, profesor. Lo importante, sea cual sea el libro, es que la gente lea”.
Cuando leí lo anterior, sentí un vacío parecido al del dolor. Esa nota quería decir que no había sido claro en clase con mis argumentos, no había intermediado de la mejor manera en las discusiones que se habían llevado a cabo en torno al tema; tal vez, pienso, no se desarrolló de manera pertinente el artículo de Abad Faciolince titulado El quitapesares, y cuyo eje temático es la pregunta ¿por qué es tan malo Paulo Coelho? No sé. Pero sentí que en algo había fallado y para reivindicarme (tal vez esto no sea suficiente) escribo este artículo.
En primer lugar, no me amargo porque la gente lea o no a Paulo Coelho o a Walter Riso; me preocupo, que es otra cosa. Y esta inquietud nace de la misma responsabilidad ética y social que tengo con el país. Si pensara solo en mí y no en el futuro de Colombia, me valdría un comino la lectura de mis estudiantes. Es verdaderamente preocupante que los profesores de Lenguaje estén trabajando en el aula la superación personal, pues no están contribuyendo en nada al proceso de liberación que se da a partir de la lectura en conjunción con el análisis crítico del texto. Terminamos, con ese tipo de libros, creando una sociedad para la humillación, para la incapacidad crítica, para la elección de diputados según dios lo quiera, porque todo se hace por voluntad de él. Ya veo que aparte de preocuparme, también me entristece.
En segundo lugar, que los profesores de Lenguaje, con toda la didáctica que, supone uno, aprendieron en la universidad, no sean capaces de hacer que el estudiante codicie el libro, que lo desee, que lo devore con gusto, es la razón fundamental por la cual el niño o el joven termina odiando la lectura, y junto al odio aparece el sentimiento de obligación. He aquí la responsabilidad de mis colegas de la que hablé líneas arriba.
En tercer lugar, el hecho de que un estudiante se entusiasme con la lectura de un libro de Carlos Cuauhtémoc demuestra el pésimo trabajo de lectura de textos por parte del profesor en el aula de clase. Por lo tanto, una vez más, estaría implicado el docente de Lenguaje en estos problemas. ¿Dónde entraría, pues, la guía del docente de Español? ¿Dónde estaría la mediación? Por eso si un joven entra a una librería y se deja llevar por la carátula o el título de un libro, solo por la carátula, el título o la curiosidad, terminará llevándose Juventud en Éxtasis, porque lo verá más allegado a su etapa de vida. Y si elige este libro, elige también no pensar, no argumentar, no actuar, no decir nada; es decir, se vuelve sumiso para alcanzar utópicamente sus triunfos. Pero seamos optimistas, y supongamos que el profesor de Lenguaje de este chico ha llevado al aula a Jonathan Swift o a Robert Louis Stevenson, lo más probable es que aquel joven no pase de la segunda página del libro de Cuauhtémoc Sánchez porque ya lo encuentra pobre y extremadamente moralista.  
Y en última instancia, y retomando ideas que ya he escrito, el fin en la lectura no es leer por leer, sino comprender y tomar postura ante lo leído. También es saber discriminar entre lo que ayuda al desarrollo del pensamiento y lo que lo detracta. Los libros de superación personal no exigen posturas críticas sociales ni políticas; son llanos, son inertes, son fáciles. No exigen atención, y la comprensión es superficial y literal. Los libros de superación personal están fundados en utopías del poder interno humano, en éxitos pintados con crayón, en futuros prometidos e inciertos. Los libros de superación personal enseñan a lograr el éxito sin pensar en el éxito de los demás. Tal vez, y solo tal vez, sea el bastón sutil y necesario del hombre y de la sociedad capitalista.
Y así, con estas lecturas, amigos, lectores, padres de familia y colegas, ¿cómo podemos pensar en una mejor educación y en un mejor país? ¿Será que las Escuelas y Facultades pedagógicas sí han educado para que el docente tome consciencia de la responsabilidad social y ética que tiene con Colombia? ¿Será que lo que se aprende en las asignaturas de Literatura en la universidad sí es suficiente y pertinente para que el docente se enfrente al repudio de la lectura en el aula de clase? ¿Será que La Universidad del Valle o La Universidad Industrial de Santander, en sus Licenciaturas en Español y Literatura, se han dado cuenta de la necesidad de asociar la enseñanza literaria (el trabajo y análisis de libros) con la DIDÁCTICA en cada una de las clases de literatura? ¿Será que la UCC o la Universidad de Pamplona, entre tanta pedagogía, logran graduar docentes con el bagaje literario suficiente para la enseñanza adecuada de la lectura? ¿Será que ninguna de esas universidades tiene en su programa de estudios al menos tres o cuatro DIDÁCTICAS DE LA LITERATURA? ¿Será que ninguna es consciente de que preparan docentes más que analistas literarios? ¿O será que todavía no caemos en el error, tanto profesores como estudiantes, de que hemos estado preparando más analistas que docentes? ¿No sería mejor una conjunción de estos dos aspectos profesionales en cada clase de literatura, aparte de las Didácticas? No sé. Pero todos, absolutamente todos mis alumnos leyeron en el colegio por lo menos un libro de superación personal en clase de Español. Ahora sí: ¿dónde radicará el problema?