lunes, 26 de diciembre de 2016

"Passengers": el espacio de la soledad

Passengers: el espacio de la soledad
Jhon Monsalve
Imagen tomada de: http://images.entertainment.ie/images_content/rectangle/620x350/Passengers-film-trailer-still.jpg
Llama la atención las recurrencias a la soledad que pueden hallarse en cierto número de películas. No es raro: el cine, como cualquier expresión artística, representa las pasiones y los estados humanos. La soledad se entiende como una característica de cientos de personajes que se enfrentan, en algún momento de la vida, a sí mismos y se ven obligados a la espera o a la toma de decisiones. Sin embargo, no se puede equiparar el estado de soledad de un personaje que viva solo en una gran ciudad con el estado de un hombre alejado completamente de la sociedad a la que pertenece. No es lo mismo, entonces, la soledad del personaje de Año bisiesto, dirigida por Michael Rowe, a la soledad de Náufrago, película de Robert Zemeckis. En la primera, la soledad es constante, pero en medio de la ciudad y de la gente; incluso la protagonista mantiene cierta cercanía sexual con diversos hombres con los que comparte una que otra noche, pero a los que despide de inmediato y para siempre. No sucede lo mismo en Náufrago; el protagonista está completamente aislado, no tiene contacto con nadie y se enfrenta a sí mismo en una soledad que no parece acabar nunca. Es este el “toque” de la reciente película de Morten Tyldum: Passangers, traducida al español como Pasajeros.
En este filme, Jim Preston (representado por Crhis Pratt), uno de los miles de pasajeros de una nave interplanetaria (Avalon), se despierta antes de tiempo de la máquina en que invernaba, es decir, de la cláusula en la que había sido dormido para que despertara, sin señales de vejez, después de 120 años, unas semanas antes de llegar a un nuevo planeta en una lejana galaxia del universo. Jim se enfrenta solo al espacio sideral: desayuna, juega, hace ejercicio, busca la manera para distraerse, pero la soledad, bien asimilada desde la película con los sentimientos del que se está ahogando, lo lleva a atraer hacia sí a alguien que no se ahoga.
Durante un año vive solo en la nave; se comunica únicamente con un robot a quien confiesa los deseos de despertar a Aurora (representada por Jennifer Lawrence), una pasajera que en la tierra era escritora y que toma la decisión de invernar entre otras cosas— para escribir sobre la primera experiencia interplanetaria de los humanos en otro planeta.
Sin decirle nada a Aurora, permite que el amor crezca entre la inmensidad de la nave. La soledad desaparece para Jim; Aurora se habitúa a la nueva forma de vida. Ambos toman conciencia de que morirán antes de que la tripulación y los demás pasajeros despierten. Todo parece en calma hasta que Aurora se entera de la decisión que tomó Jim para despertarla. Entre odios expresos por la protagonista y preocupaciones de Jim por distraer la mente en proyectos de renovación de la nave, aparece un nuevo personaje y una inminente catástrofe para unirlos de por vida. Un hombre de la tripulación despierta; ya se hace evidente que las máquinas para invernar están fallando por cuestiones ajenas a la nave espacial. Este hombre, que muere pronto a causa de una enfermedad, otorga las llaves para el ingreso a un recinto de manejo de la nave y aconseja a los dos pasajeros que se apoyen mutuamente. Ambos, entonces, después de presenciar otros fallos del inmenso medio de transporte, deciden trabajar juntos para salvar la vida de los miles de personas que no despertaron. Jim Preston, al final, halla la manera para que Aurora solamente ella vuelva a invernar, pero la mujer decide vivir junto a Jim, allí, en esa nave para siempre.
Más allá de los presagios de la película sobre la tecnología el futuro, más allá de la interesante posibilidad de poder poblar otro planeta y de invernar por 120 años para lograrlo, la película representa el estado de la soledad en su máxima expresión. Muy similar a Marte: misión rescate, película de Ridley Scott, Pasajeros presenta a un hombre solo fuera del planeta que se enfrenta a la toma de fuertes decisiones para sobrevivir. En la película de Scott, el protagonista cultiva en otro planeta; en Pasajeros, en Avalon, donde no carece la comida, la manera para sobrevivir es la compañía. Así como el náufrago crea a Wilson, Jim crea a Aurora. En Marte: misión rescate, la compañía se da desde la distancia: máquinas permiten la comunicación constante con la tierra. Pero solamente en Pasajeros la compañía es más que presencia; también se configura como la excusa para cultivar la primera historia de amor del libro que Aurora escribió.

Ojalá que el equipo de producción del filme piense en la posibilidad de continuar el argumento. El nuevo planeta es una excusa perfecta para proponer la continuación. Ya sin Jim y sin Aurora, los nuevos personajes podrían, en conjunto, afrontar un estado de soledad que ponga en jaque nuevamente las pasiones humanas.