La
venganza virtualizada del asesino de Jorge Eliécer Gaitán
Jhon
Monsalve
En el XIX Congreso de la Asociación de
Colombianistas, llevado a cabo en Medellín del 1 al 3 de julio de 2015, se
presentó un avance de la pesquisa “La configuración de la identidad de la
familia Roa, en El crimen del siglo,
de Miguel Torres”, adscrita al Grupo de Investigación Cultura y Narración en
Colombia (Cuynaco). El objetivo de esta investigación radica en la
interpretación semiótica de la identidad de los personajes de la familia Roa,
desde tres categorías englobantes: la pasional, la ideológica y la axiológica.
Como se evidencia a lo largo de este artículo, el avance presentado se delimitó
al personaje protagónico de la novela y a los complejos pasionales que lo
caracterizan.
Las
pasiones de Juan Roa Sierra
Si Juan Roa Sierra hubiera asesinado a Gaitán,
se habría debido más a actos de manipulación que a la realización de la
venganza, programada desde el inicio de El
crimen del siglo, de Miguel Torres. Los secuaces del Mandamás ―personaje
caracterizado por comandar, en la novela, el plan de muerte del caudillo
liberal― conminan a Roa para que asesine a Gaitán; es decir, los roles de
victimario y víctima recaen sobre un mismo sujeto, que, de no aceptar la
demanda, terminaría sin familia, según las amenazas de los manipuladores.
Juan Roa Sierra, con libreta en mano,
persigue su objetivo: vengar la ofensa que sintió por parte del caudillo,
cuando fue a pedirle trabajo confiando en que recibiría su ayuda en
agradecimiento a muchos años de apoyo político: “Lo siento Joven. Pero no puedo
ayudarle, dijo Gaitán disponiéndose a cerrar la puerta. Doctor, insistió Roa, y
su tono ya era de súplica, cómo es posible que una persona tan importante como
usted no pueda darme una mano para conseguir un puesto. Yo no doy ni pido
puestos para nadie, no estoy en el poder, respondió Gaitán visiblemente
molesto. Así como vino aquí vaya y pídale cacao al gobierno. Ellos sí tienen
cómo ayudarlo”. (Torres, 2013, p. 19). Después de esta acción, Roa toma la
decisión de vengar la ofensa, de compensar las heridas, de equilibrar las
pasiones. Adopta el rol de espía y se convierte en la sombra invisible de
Gaitán. Todo lo anota: las direcciones, los horarios, los movimientos, las
amistades, etc.
El motivo de la ofensa se debe a la
decepción de no obtener lo que esperaba. Y no obstante, este estado no es prioritario
en el devenir pasional del sujeto; el rencor nace y crece en Juan Roa Sierra;
es un resentimiento arraigado que, según Greimas (1989, p. 267), “se conserva de
una ofensa, de un perjuicio, con hostilidad y deseo de venganza”: “En primer
lugar admitió que le tenía miedo a Gaitán. Miedo y rencor. Aunque el rencor era
más grande que el miedo” (Torres, p. 103).
Sin embargo, Juan Roa Sierra, mediado
por complejos pasionales, decide no llevar a cabo su plan de venganza. En la
teoría semiótica se reconocen algunos niveles característicos de los sujetos
patémicos, entre los cuales está: la moralización, fundamental para la
comprensión de por qué Roa, luego de querer asesinar a Gaitán, cambia de
opinión. Se entiende por moralización la reflexión del sujeto sobre los actos
que ha realizado y las metas que se ha propuesto: “Ahora bien, recapacitando,
poniendo cada pesa en su balanza, tenía que terminar por reconocer que después
de todo Gaitán no le había hecho nada digno de ser considerado una ofensa tan
grave que justificara la venganza de asesinarlo. Se había negado a hacerle un
favor, eso había sido todo. Pero uno no podía ir matando a toda la gente que se
negaba a hacerle favores”
(Torres, p. 172). A partir de este
momento, el querer-asesinar pasa a
ser un deber-asesinar, producto de la
manipulación de los secuaces del Mandamás, y de esta manera, la venganza no se
realiza, sino queda virtualizada.