Reseña
del libro El salvaje metropolitano,
de Rosana Guber
Jhon Monsalve
Guber,
R. (2005). El salvaje metropolitano.
Buenos Aires: Editorial Paidós.
1.Contexto
de la obra
El libro de Rosana Guber es publicado en 1991, luego
de que la academia argentina retomara su protagonismo tras la caída de la
dictadura comandada por el Proceso de Reorganización Nacional (PRN). La
antropología, durante los años de este gobierno, prácticamente se difumina. La
atención del país se centra en procesos políticos complejos, que impiden la
inversión económica en las Ciencias Sociales de Argentina. Las energías y los
muertos puestos en la Guerra de las Malvinas, a principios de los años 80,
ejemplifican los intereses del gobierno de turno en cualquier proceso, menos en
el de la inversión económica y social en las Ciencias Humanas.
En 1983 el PRN entrega el poder, e inicia, para
Argentina, un proceso de reconstrucción del aspecto social, donde cabe, por
supuesto, la ciencia. Una de las disciplinas más fuertes en este devenir es la
Antropología, cuya escuela se consolida en el país latinoamericano durante los
años 60 gracias, especialmente, a quien hace el prólogo del libro de Guber: la
doctora Esther Hermitte, quien corrobora, como sigue, las consecuencias que
produce la dictadura argentina de los 70 en las Ciencias Sociales: “Esa
situación [la referida al deterioro de la Antropología] se habría de reforzar
notablemente a partir de 1976. Los investigadores que continuaron trabajando,
con poquísimas excepciones, lo hicieron sin apoyo institucional y sin recursos
económicos del medio académico nacional” (p. 8).
2.Breve
biografía de la autora
Rosana Guber nace en 1957 en Argentina, momento justo
en el que Esther Hermitte expande los estudios etnográficos en el país. Con los
años, la autora de El salvaje
metropolitano crea relaciones científicas con Hermitte, lo cual conlleva un
reconocimiento académico en las universidades argentinas, desde finales de los
años 80 hasta el momento. Rosana Guber estudia Ciencias Antropológicas en la
Universidad de Buenos Aires (UBA) y se forma como magíster en Ciencias Sociales
en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso). En los años 90 se
doctora en Antropología Social de la Universidad Johns Hopkings, en Estados
Unidos.
Las investigaciones que la autora realiza giran en
torno a dos temas fundamentales: en primer lugar, al análisis del conflicto
bélico de las Malvinas, con base en los discursos de los soldados que, en su tiempo,
participan bajo las órdenes del Proceso de Reorganización Nacional; en segundo
lugar, a la divulgación de la epistemología y la metodología de Antropología
como base para las demás Ciencias Sociales. Justamente, Guber enfoca la
atención de este último tema en el desarrollo del libro aquí reseñado.
3.Estructura
de la obra
El libro se divide en ocho apartados, entre los que
sobresalen catorce capítulos, sin contar introducción y conclusión. Estos
capítulos son el corazón de la obra científica de Rosana Guber; sin embargo,
antes de desarrollarlos presenta un prólogo de su autoría dedicado de forma
exclusiva a la segunda edición del libro, doce años después de su publicación
original; luego, presenta los agradecimientos a entidades, investigadores y
profesores que han hecho posible la configuración ideal del documento
científico; paso seguido, se ubica el prólogo a la primera edición, redactado
por la respetable y admirada madre académica de la autora: Esther Hermitte; a
continuación, como cuarto apartado, aparece la Introducción, seguida de tres
capítulos dedicados a las trayectorias, nuevos caminos y enfoques de la Antropología.
La sexta parte, que es la central, se enfoca en diez capítulos sobre cómo hacer
trabajo de campo en Ciencias Sociales; antes de las conclusiones, la autora
dedica un capítulo para invitar a la comunidad científica al uso del trabajo de
campo antropológico como método transversal a todas las Ciencias Humanas.
4.Tesis
principales y secundarias
Cualquier lector, en el ámbito académico, puede tergiversar
el contenido del texto, si no se tiene presente la intención de la autora al
momento de titular el libro; por tal motivo, es necesario, de entrada,
comprender como idea fundamental la circunstancia de la denominación de El salvaje metropolitano. No hace parte
de una idea que se pueda corroborar, de forma textual, en alguna parte del
documento, pero, tras una lectura atenta, se comprende la finalidad: la
Antropología, ciencia que clásicamente estudia las formas de vida culturales de
las comunidades étnicas, se extrapola a la vida civil de la urbe tras los
estudios de otras ciencias sociales que utilizan métodos desarrollados
ampliamente en la Antropología. La noción de Salvaje en el título hace alusión a las poblaciones tradicionales
estudiadas por esta ciencia del hombre y el adjetivo Metropolitano se refiere a cómo los métodos utilizados desde la
Antropología pueden actualizarse en las diversas disciplinas de orden social.
Tras esta idea fundamental, que es reiterada a lo
largo del libro, tanto por Hermitte como por Guber, surgen las demás tesis
centrales y secundarias, que dan cuerpo a la idea original: sin duda alguna,
las Ciencias Sociales pueden nutrirse metodológicamente, en cuanto a
instrumentos y formas procedimentales, de la Antropología y de la Etnografía. Las
ideas principales son enunciadas a continuación en negrilla y complementadas
por las ideas secundarias.
Tesis
principal de la Introducción: Existen
argumentos a favor y en contra del trabajo de campo en Antropología.
La introducción del libro es una presentación general
de los autores de base de la ciencia antropológica. De forma general, la autora
reseña los aportes de Malinowski al trabajo de campo en Occidente y rescata, de
forma especial, las propuestas de Esther Hermitte en el trabajo de campo en la
etnografía de las tierras latinoamericanas. La autora, con el propósito de
situar la esfera académica del libro, propone la distinción entre etnografía y
antropología, ofreciendo una cualidad teórica a la primera y un factor
intimista a la segunda, el cual influye, incluso, en la forma como se redactan
los textos científico-literarios de esta área.
Entre las ideas que desarrolla en esta primera parte
del libro, hace énfasis en los argumentos que existen a favor y en contra del
trabajo de campo en su disciplina. La distinción entre las dos posturas
existentes deja ver la objetividad de su estilo científico. Por una parte,
expone que aquellos que van en contra de una metodología del trabajo de campo
argumentan el carácter de impertinencia por el nivel de imprevisibilidad de lo
que sucede en el proceso de observación e inmersión propios de la investigación
antropológica; por otro lado, expone los argumentos de aquellos que, como ella,
defienden el trabajo de campo, como un método necesario para evitar el
relativismo absoluto de los resultados y para encaminar rigurosamente el
proceso de observación e inmersión en el contexto real.
Tesis
principal de los primeros tres capítulos: Una
mirada a las trayectorias de los estudios antropológicos permite la comprensión
de la pertinencia del trabajo de campo en la Antropología y en las demás
Ciencias Sociales.
En vista de que, en los tres primeros capítulos, se
elabora una misma idea, se ha optado por desarrollar la descripción de la tesis
principal y de las secundarias en una misma categoría. Sucederá lo mismo en los
apartados que se presentan más adelante; tal decisión metodológica de la escritura
de la presente reseña se debe no a la imposibilidad de hallar ideas centrales
en cada capítulo (porque bien puede hacerse), sino, más bien, por las
relaciones temáticas estrechas entre capítulos continuos.
Hecha la aclaración anterior, las trayectorias
antropológicas que se describen en el primer capítulo tienen como fin
fundamentar la propuesta de Rosana Guber en cuanto a por qué el trabajo de
campo es necesario en los estudios antropológicos. Tales trayectorias retoman
la rigurosidad en el proceso de intervención de las pesquisas socio-étnicas
antes y después de Malinowski. De este modo, surgen tres paradigmas de
investigación: el primero es el positivista-naturalista, el cual se fundamenta
en el análisis de las culturas desde una perspectiva única de comprensión del
sujeto étnico, pero, además, por una regularidad de estudio naturalista
(incluso por biólogos) de la sociedad; el segundo paradigma es el
interpretativo, centrado en los procesos hermenéuticos, tendientes a tener en
cuenta el contexto cultural en relación con los discursos y las prácticas de
los sujetos observados (este paradigma deja las huellas de una comprensión
etnocentrista del hombre, que consiste en considerar la identidad cultural como
única y propia de cada sociedad).
El tercer paradigma merece un párrafo aparte, pues es
el que sustenta la propuesta de Rosana Guber. Aunque comparten el adjetivo de crítico, se distancia de la actual
comprensión sociocrítica en las investigaciones participativas sociales. La
autora concibe este modelo crítico como aquel que ha previsto otra comprensión
cultural del hombre y que, por tanto, critica y niega el etnocentrismo heredado
del paradigma interpretativo. Para Guber, la Antropología no debe considerar el
estudio del hombre de forma etnocéntrica, sino, más bien, en pro de la
formulación de una idea consistente en que la humanidad se constituye
identitariamente por las diferencias.
Con base en lo anterior, se infieren, al menos, cuatro
características de los estudios antropológicos desde el paradigma crítico
defendido por la autora: 1) La importancia del investigador en los procesos de
análisis (imposibilidad de desarticularse), 2) Relación interdependiente entre
la reflexión teórica y la generación de la información, 3) Estudio de la diversidad
y no de las preconcepciones del investigador, y 4) estudio
de los sentidos comunes compartidos de los sujetos observados, que han sido
configurados por convenciones sociales.
Tesis
principal del cuarto al décimo tercer capítulo del libro: La metodología del trabajo de campo en Antropología
es extrapolable a las investigaciones en otras Ciencias Sociales.
Por razones descritas previamente, se opta por agrupar
ciertos capítulos que se relacionan estrechamente en el desarrollo
argumentativo de Rosana Guber. No obstante, el lector de esta reseña podrá
reconocer en el transcurso de los siguientes párrafos una suerte de
subcategorías con subtesis principales, rodeadas a su vez por otras tesis
subordinadas complementarias.
La autora, antes de exponer las fases de la
investigación antropológica y social (se recuerda al lector que, justamente, la
tesis principal de todo el texto, y que cobra vida en el seno de estos diez
capítulos, radica en que los procedimientos antropológicos son apropiados para
todas las ciencias sociales), describe la tipología de técnicas que son
transversales en los estudios étnicos: el
salvataje, por ejemplo, es una estrategia que persigue la comprensión de
toda la cultura; por su parte, la
comprobación teórica consiste en corroborar in situ lo que afirma la teoría y, entre otras, la encuesta permite la comprensión
perceptual de una comunidad de estudio.
Paso seguido, en tres capítulos (5, 6 y 7), presenta
lo que sería la Etapa preliminar de una investigación. Rosana bien pudo haber
categorizado de esta manera los capítulos; desde la perspectiva del que reseña
esta obra, este es un aspecto criticable del documento científico. No obstante,
es fácil de deducir que, en los tres capítulos en mención, la autora desarrolla
lo relacionado con la importancia del objetivo y de la coherencia entre este y
la población y el contexto de estudio. Así mismo, diferencia, pero también
enfatiza, en la función del rol tanto del informante como del investigador
durante todo el proceso de pesquisa: describe la importancia del sujeto
observado como centro de la investigación en pro de la comprensión humana
universal (lo cual va de la mano con el paradigma crítico que la autora
defiende) y, por otra parte, describe el rigor, el academicismo y la templanza
necesaria del sujeto investigador mientras dura la inmersión.
Luego, describe la etapa de ejecución de la pesquisa
en el octavo y noveno capítulos. Presenta en ellos las divergencias entre
observar y participar, así como la necesidad de integrar los dos procesos en
los estudios sociales. Estas orientaciones (aunque la autora no lo menciona) se
concatenan pertinentemente con los estudios de Investigación Acción
Participativa que nacen en los años 70 y se consolidan en los 80 y 90 dentro del
contexto latinoamericano. Guber
sobrevalora en estos capítulos las características de corresidencia, consideradas como ventajosas para las
investigaciones sociales de finales de siglo. El estudio del hombre, tras esta corresidencia, está a la mano del
investigador social en las sociedades urbanas, lo cual hace que se aumente la
necesidad no solo de estudiar al humano en culturas diversas (también urbanas),
sino de utilizar la metodología del trabajo de campo de manera interdisciplinar.
En el mismo proceso de ejecución investigativa, es
decir, de trabajo de campo en práctica, Rosana Guber sustenta en los dos
capítulos siguientes (10 y 11) la importancia de la entrevista para la
comprensión social del salvaje metropolitano.
Describe a fondo las características de cada tipo de entrevistas, tanto estructuradas, comandadas por lo que
ella denomina dinámica general, como semiestructuradas,
orientadas por dinámicas particulares. Bajo este mismo procedimiento de
descripción a fondo de características de los instrumentos, en los capítulos 12
y 13 centra la atención en la toma de datos, es decir, en los rasgos
funcionales de los diarios de campo, de los apuntes, de las fotografías y de
los audios (si hubiera sido escrito en la época actual, seguramente, el video
hubiera tenido más énfasis en su descripción). Siendo coherente con el hilo
argumentativo, Guber presenta ejemplos de los usos que algunos investigadores
han dado a los instrumentos de toma de datos.
Intención
principal del capítulo 14: La autora
invita al lector a la ejercitación de la metodología antropológica.
Propiamente no es una tesis, sino una intención de
Rosana Guber frente a lo desarrollado anteriormente. La autora, en el capítulo
14, invita a poner en práctica lo descrito por ella en las páginas precedentes.
Y lo hace de dos maneras: 1) Plantea ejercicios sobre lo abordado en cada
capítulo anterior; el lector puede poner en práctica lo aprendido con la
lectura, desarrollando las preguntas de orden práctico que propone la autora.
Cualquier docente de metodología de la investigación puede tomar como base
estos problemas para orientar a sus estudiantes, y 2) Deja claros cuatro pasos
para iniciar una investigación antropológica-social: elección del tema,
planteamiento del problema, sistematización (esta categoría hace referencia más
a la escritura del marco teórico que, propiamente, a la reflexión escrita de
una experiencia) y especificación del espacio y población que se busca
estudiar.
5.Conclusiones
de la obra
Luego de la lectura de El salvaje metropolitano, queda claro el aporte de Rosana Guber a
todas las Ciencias Sociales: es una obra de base, que supera todo manual de
investigación; es un libro de bolsillo (a pesar del tamaño) para consultar, en
cualquier momento, la manera oportuna de proceder en los estudios sociales. Su
carácter, además de teórico, es práctico: invita a los lectores a investigar y
les dice cómo hacerlo. Es un documento científico fundamental para el que
inicie a formarse como investigador, pero también para aquel que, instruido en
los procedimientos de la investigación social, tenga dudas sobre los
instrumentos, las fases de una pesquisa, los modos adecuados de ejecución del
trabajo de campo. Rosana Guber regala a la academia latinoamericana una joya de
consulta social, constituida por fundamentos epistemológicos de la
Antropología, que van desde los paradigmas predominantes hasta el modelo
crítico de la ciencia que busca, social y éticamente, una comprensión cultural
del humano: “Mucho queda por hacer si, al rescatar el potencial del enfoque
antropológico, podemos contribuir a un conocimiento más creativo, profundo y pluralista
de la sociedad humana” (211). A la pregunta de si el libro cumple o no con su
objetivo, solo resta decir que logra sobrepasarlo: El salvaje metropolitano convence a los investigadores sociales en
cuanto a la extrapolación de los procedimientos antropológicos a los diversos
campos de estudio.
6.Comentarios
y crítica
A lo largo de la reseña se han valorado los aspectos
positivos de la obra de Rosana Guber. Llega el momento de considerar algunos
factores que pueden ser pensados en función de un mejoramiento de la obra para
futuras ediciones. Lo que se critica a continuación no le resta, de ninguna
manera, peso a la importancia de El
salvaje metropolitano; solo son consideraciones que surgen entre las líneas
del libro. En principio, y aunque se comprende la función del título, habría
sido mejor pensar en otra denominación. Las primeras palabras de un libro son
como la carátula: invitan a leer, seducen. El título propuesto logra
perfectamente este cometido, pero da el efecto de incumplir la promesa que se
infiere desde la función catafórica. No basta con la aclaración que se hace, en
letra menor, después del título: Reconstrucción
del conocimiento social en el trabajo de campo, pues tal reconfiguración se
puede asociar al sujeto netamente urbano y no a procesos de investigación
generales.
Otro aspecto criticable radica en que se hace un
énfasis especial en los aportes del Antropología hacia las Ciencias Sociales;
es más, en esto se basa la tesis de todo el texto. No obstante, es curioso que
la publicación del libro haya sido en 1991, momento en el cual la Investigación
Acción Participativa ya ha dejado huella en la metodología de las Ciencias
Sociales. Ya se ha hablado de sistematización, y no precisamente de manera tan
reducida como lo plantea Guber; así mismo, se han propuesto etapas de la
investigación y, de forma amplia, se han sugerido instrumentos como la
encuesta, la entrevista, el diario de campo, etc., con características
similares a las descritas por Guber. De esta manera, y aunque la intención del
libro parece cumplirse (el éxito en ventas es claro), bien podría afirmarse que
la transversalidad de la metodología en Ciencias Sociales ya existía antes de que
El salvaje metropolitano viera la
luz.