Bola
de Sebo: el peso de las ideologías humilladas
Jhon
Monsalve
Imagen tomada de internet
Una
bola de sebo es literalmente un tumulto redondo de grasa. Algo que a simple
vista o tacto podría producir la mayor náusea de todas. Una bola que cuyo olor
no es agradable. Una grasa inmunda, nada querida, nada estimada, nada deseada.
Así era la señorita (por no faltarle
al respeto a tan digno personaje) Isabel Rousset: una prostituta francesa que
huye, junto a unos cuantos señores burgueses, de la inminente devastación
producida por una guerra que empezaba a tomar forma.
A
propósito de la guerra
De
1870 hasta 1871 se llevó a cabo entre Prusia y Francia una de las guerras más
devastadoras del siglo XIX: La Guerra franco-prusiana. Al mando del pueblo galo
iba Napoleón III y al frente de Prusia, Otto Von Bismarck. Prusia quería ganar,
como lo logró, dos espacios geográficos importantes para la expansión de
Alemania: Lorena y Alsacia. Este conflicto, iniciado bajo la excusa de la
posesión del trono español por parte hijo de Bismarck, llevó a que Francia
cayera derrotada debido a los avances tecnológicos en armas de fuego del
batallón contrario.
Bola
de Sebo y sus ideologías
Isabel
era una mujer revolucionaria. Era francesa y puta. Era gorda. Salió junto con
algunos burgueses rumbo a la salvación. En el camino, que se hizo más largo de
lo que pensaron, se hallaron con un hambre inesperada. Ninguno había sido
precavido de llevar más que lo necesario y unos cuantos francos en el bolsillo.
Muy amablemente la mujer que iba callada, sacó de su comida y les repartió a
todos sin disgustos: “(…) pidiole permiso a "su encantadora compañera de
viaje" para servir a la dama una tajadita. Bola de Sebo se apresuró a
decir: Cuanto usted guste”. Y opiniones como estas se oyeron entre los
viajeros, aun después de que criticaran el trabajo de la mujer de sebo: “En
momentos difíciles como el presente, consuela encontrar almas generosas”.
Isabel
era una mujer bondadosa, humilde, de esas que aprenden a dar ejemplo a las
clases sociales elitistas. Cuando estacionaron en cierto lugar, donde incluso
creyeron que los iban a matar, pudieron comer libremente (ya se habían comido
todo el sustento de tres días de Bola de sebo), atendidos por el ejército
opositor, cuyo dirigente tuvo por capricho y petición pedir el cuerpo de Isabel
para disfrutarlo en su cama. Y aquí comenzó todo: este es el punto que parte en
dos la narración. La mujer, que siempre había sido puta, no quiso acostarse con
el dirigente del ejército opositor y recibió ella y todo el grupo un castigo de
tiempo y de prisión: no podrían zarpar, como lo habían predestinado, a la
mañana siguiente, debido a que el superior de la tropa contraria lo había
decidido así hasta nueva orden. La razón: que Isabel no se acostaba con él;
hasta que no lograse lo que quería, no los dejaría salir como lo habían
planeado: “El posadero se retiró. Todos rodearon a Bola de Sebo, solicitada,
interrogada por todos para revelar el misterio de aquel recado. Negose al
principio, hasta que reventó exasperada: ¿Qué quiere?... ¿Qué quiere?... ¿Qué
quiere?... ¡Nada! ¡Estar conmigo!”.
A
partir de ese momento, los acompañantes, que en su mayoría eran burgueses,
trataron de convencerla de que accediera a tal propuesta, pues de lo contrario
todos sufrirían las consecuencias. Al principio no lo expresaron tajantemente,
pero con el tiempo el deseo fue creciendo a medida que el ahogo del sitio y el
ansia de llegar a su destino los acorralaba. Iban dos monjas con ellos, y
fueron estas las que desempeñaron el papel más importante para que Bola de sebo
pensara en todos y no solo en ella y accediera a acostarse con el dirigente del
ejército opositor: que por culpa de ella, morirían muchos soldados a los que
las monjitas no aportarían su invaluable ayuda.
La
razón por la cual, siendo prostituta, no accedía a tal petición se entiende en
el sentido en que se comprenda que era amante (en el sentido de admiradora) de
Napoleón I y que sus ideologías eran de corte patriotista y que jamás se
humillaría de semejante manera ante un hombre cuyo pensamiento era contrario al
suyo y perjudicial para su patria. Si no hubiera sido por esto, Bola de Sebo
habría accedido más fácilmente a los caprichos del dirigente.
Las
lágrimas de las ideologías rotas
Y
creyendo en rezos, y pensando en otros, y dándose cuenta de la importancia de
su decisión para sus compañeros de viaje, aceptó acostarse con el superior, y
manchó de sangre sus ideas. Los dejaron libres, pero la libertad de patria no
la sintió Isabel, que ignorada por todos y vista como las más vil puta que haya
existido en Francia, se sentó en el camión y lloró mientras tarareaba su
acompañante más cercano La Marsellesa.
Una
simbología que queda abierta
Así
pues, según lo que se ha explicado en este texto, Bola de Sebo podría fácilmente representar a la
Francia de aquel entonces, humillada como lo fue por el pueblo opositor al
usurparle las dos grandes porciones de tierra que ampliarían el territorio
alemán. Una Bola de Sebo prostituida y humillada, cuyo consuelo destructor es
el compás de las lágrimas al ritmo del himno nacional.
Hola Jhon
ResponderEliminarbuen análisis me derriten tus relatos, y si esa Isabel terminó cantando la Marsellesa, son mas inmorales los compatriotas de Isabel que ella misma, que ella sabe que no tiene moral y vive de eso, pero los otros se tildan de moralistas.....Esto pasa en la realidad es un relato recurrente.
Un abrazo
Carmen
A
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EliminarWau que análisis enserio no me imaginaba nada eso gracias! Bendiciones!
ResponderEliminarMuchas gracias, J.Y. Y me alegra que le haya gustado el artículo. Saludos.
Eliminargenial
ResponderEliminarInteresante Isabel, un personaje que revela la sociedad de la época y subvierte la regularidad del contexto.
ResponderEliminarFalto un poco mas lo del contexto social
ResponderEliminarEn México así estamos, una clase traidora (prianrd de derecha) que desea seguir en el poder aunque le regale el país a los gringos y de ellos los peores son los mega santurrones panistas (de derecha total), son "muy cristianos" pero ante tanta injusticia voltean la mirada. Han llegado al extremo de ofrecer el país a los asesinos y parásitos gringos.
ResponderEliminara
EliminarWow buen análisis !
ResponderEliminarbuen analisis
ResponderEliminarexelente
ResponderEliminarNo deje de leerla, me encantó. like
ResponderEliminarLa comparación entre Isabel y Francia. Francia es Isabel, humillada, ninguneada, ofendida, utilizada por la naciente gran potencia germánica que le vio la cara a Napoleón III. Como le vio él la cara a Maximiliano de Habsburgo haciéndole creer que un imperio en México era posible.
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