Reseña de "Las fenicias", de Eurípides
Jhon Monsalve
Imagen tomada de inernet
EURÍPIDES,
“Las fenicias”. Tragedias completas. La Habana, Cuba: Editorial Arte y
Literatura, 1978. Pág. 61-114
“Las
fenicias” es una tragedia de Eurípides donde se encuentra la descripción
detallada de la batalla entre el pueblo argivo con el cadmeo y, entre otras
cosas que se presentarán en el siguiente texto, la muerte de Eteocles,
Polinices y Yocasta.
El autor inicia con un monólogo de Yocasta donde recuerda las maldiciones que el
oráculo predijo a Edipo. Eurípides se acuerda de aquellos que han leído otras
tragedias, que no llevan el hilo de la historia; así que pone en la voz de la
madre y esposa de Edipo el relato de los momentos trágicos que este vivió:
cuando mató a su padre o se casó con su propia madre o cuando se quitó los ojos
y maldijo por primera vez a sus hijos.
Luego,
el poeta griego presenta un diálogo entre Antígona y uno de sus esclavos que
cuidaban y dirigían a los niños…, que recibía el nombre de pedagogo. Este avisó
a Antígona que su hermano Polinices venía a reclamar lo que le pertenecía: el
reino de Tebas. Polinices no venía solo; arribaba a la ciudad con seis
guerreros y con miles de hoplitas.
Eurípides
presenta en detalle la llegada de Polinices después de que este último aguantara
hambre en la tierra de Adrasto que le dio la mano de su hija y le prometió que
volvería a su tierra.
Tras
una lluvia de preguntas, el pedagogo le respondía a Antígona, mientras ella se
sorprendía al oír cada detalle de los seis guerreros que acompañaban a
Polinices. Se logra ver en esta tragedia la fe con la que Antígona, Yocasta y
el Coro piden a los dioses la salvación de Tebas; un miedo infinito de llegar a
ser esclavos.
Se
podría tomar esta tragedia como versión más amplia de “Los siete contra Tebas”;
sin embargo, esta se titula "Las fenicias" en honor al coro y en contra de muchos
que opinan que este es solo un lujo en las tragedias de Eurípides. Si Tebas
quedaba bajo el yugo argivo, las fenicias serían también esclavas.
Después
de un diálogo que sostiene el coro con Polinices, donde cada uno se presenta
(más con el fin de que aquellas personas que no han leído ninguna tragedia
entiendan la secuencia de la historia), se percibe la alegría de una madre que
hacía mucho tiempo no veía a su hijo; Yocasta bendijo a los dioses y dijo a
Polinices que el pueblo lo había extrañado; luego, le informó sobre la salud de
su padre y las ganas que este tenía de suicidarse.
En
el momento en que la conversación, entre madre e hijo, llegó a su fin, arribó
al lugar Eteocles; el coro aconsejó a Yocasta que hablara con sus hijos con el
fin de acabar la enemistad entre ellos. Pero fue inútil.
Y
ahora las palabras se cruzaban entre hermanos: Polinices prometía a Eteocles
que respetaría su lugar, su turno, su tiempo en el reino, tal y como habían
pactado desde el principio y de la misma forma como se había mantenido mientras
Eteocles estaba en el mando. Eteocles no creía en promesas fraternales, por eso
no aceptó, y pensó en reinar para siempre. Yocasta lo catalogó como ambicioso y a su otro hijo como insensato por haber decidido
atacar a su patria.
Eteocles
echó de Tebas a Polinices después de unos cuantos sarcasmos y de algunos
insultos. Este último decidió salir de esta tierra, pero antes quería ver a su
padre, Edipo. Su hermano no aceptó, como tampoco quiso que viera a Antígona ni
a Ismene; luego, se pusieron de acuerdo para pelear en cierta puerta (quinta
puerta. A diferencia de la versión de Esquilo; donde es la séptima). Los dioses
decían al hijo menor de Edipo que, si vencía a su hermano, reinaría en Tebas. Después
de este aviso, Polinices partió.
Caronte
arribó al lugar donde Eteocles se encontraba. Estos hablaron sobre la multitud
que venía con Polinices en su compañía, conversaron de posibles estrategias
para atacar al pueblo argivo por la espalda. Al confirmar que verdaderamente
venían siete capitanes (principales luchadores), entre ellos Polinices, y
teniendo en cuenta el valor y la prudencia de cada uno de sus guerreros, eligió
a seis.
El
autor deja claro que Eteocles, antes de partir hacia las siete puertas, pidió
que jamás se sepultara en Tebas el cadáver de su hermano; la persona que fuera
en contra de esto, así fueran sus amigos (no nombró a su familia), deberían
pagar con muerte.
Tiresias,
adivinador, llegó donde Creonte en compañía de su hija; este último necesitaba
al lector de oráculos para que le dijera qué podría hacerse para salvar a su pueblo Cadmeo. Tiresias, después de
explicar el porqué del sufrimiento de este pueblo, dijo que la única forma para
salvarlo era que Meneceo, hijo de Creonte, muriera sacrificado por su padre.
Como era de esperarse, Creonte reaccionó como cualquier padre en su lugar: dejó
que la ciudad quedara en manos del destino; no sacrificó a su hijo. La Fenicias
apoyaron su decisión: “Claras son mis palabras. Jamás llegaré a la deplorable
extremidad de consentir en el sacrificio de Meneceo para salvar a Tebas”.
El
coro aconsejó al hijo de Creonte, diciéndole a qué ciudad debía marchar para
refugiarse, antes de que el pueblo cadmeo se enterara de que estaba vivo cuando
debería estar muerto. Consejo similar recibió también de su padre. Sin embargo
Meneceo decidió tomar otro camino: hacia los almenes de la murallas; allí se
mataría arrojándose a la gesta del Dragón, porque así salvaría a Tebas. Esto lo
confesó al coro, cuando su padre ya no estaba presente.
No
obstante, la muerte no fue así; un mensajero relató a Yocasta que Meneceo había
muerto con una espada atravesada en su pecho, introducida por él mismo. También
contó los acontecimientos de la batalla detalle a detalle y dio la buena
noticia de que el pueblo cadmeo estaba a salvo; claro está, todo debido a la
decisión de Meneceo.
Pero
había más, algo que el mensajero no había contado a Yocasta: la muerte de sus
hijos. Eteocles dijo a cada uno de sus acompañantes y a los que venían con
Polinices que no dieran la vida por ellos porque el resultado de la batalla
entre hermanos decidiría el gobernador del reino.
Después
de que Yocasta y Antígona partieron al lugar de la batalla y luego de que el
coro empezara a pensar en quién de los dos guerreros moriría, llegó Creonte en
busca de su hermano para que éste diera tributo a su sobrino; sin embargo, el
coro le avisó que Yocasta había salido con Antígona hacia el lugar de las siete
puertas donde, se suponía, iban a
impedir la pelea.
Al
rato, relata Eurípides, llegó el mensajero al lugar donde estaba Creonte
conversando con el coro, y avisó la muerte de los dos hermanos y la muerte de…
Yocasta, que murió, después de enterarse del fallecimiento de sus hijos,
suicidándose con la espada que estaba clavada en el cuerpo de Polinices. Esta
muerte la había anunciado Yocasta antes de partir del mismo lugar donde después
llegó Creonte: “(…); si ya han muerto, moriré también”.
El
mensajero describió toda la batalla, desde el inicio hasta la muerte de
Yocasta; claro está, no pasó por alto las lágrimas que derramó Eteocles antes
de morir. El pueblo argivo y el cadmeo discutieron, después de la batalla
fraternal porque cada uno diplomaba como campeón a su jefe. Pero los tebanos
corrieron en busca de armas y atacaron al otro pueblo… Luego de mucha sangre y
cadáveres, el triunfo era de Tebas.
Y
frente al palacio Real, llegó Antígona y, entre tanta gente, tres muertos la
acompañaban. Ella avisó a su padre lo sucedido y le pidió que saliera del lugar
donde habitaba desde que quedó ciego, para que la gente lo viera y para que
escuchara de su hija cada detalle de las tres muertes.
Creonte
tuvo en cuenta las palabras de Tiresias cuando afirmaba que mientras Edipo
viviera en Tebas la ciudad nunca sería afortunada, por esa razón lo expulsó de
la ciudad. Las Fenicias le desearon felicidad.
Después
de que Edipo recordara en voz alta su
triste pasado, no se humilló ante Creonte, sino aceptó su expulsión.
Antígona fue en contra del destino de Polinices y aseguró ante Creonte que, aunque
la ley lo prohibiera, ella lo enterraría. Edipo pidió a su hija Antígona que lo
llevara donde pudiera palpar los cuerpos de sus hijos y de su esposa; luego de
hacerlo y después de que Antígona decidiese acompañar a su padre al lugar de su
futura pero pronta muerte, partieron hacia él: tierra Colona.
un rersumen ctm
ResponderEliminarera resumen no toda la obra ctm
ResponderEliminarEsta mal?
ResponderEliminarEstá geniaaaal, muchas gracias!!!!
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