domingo, 6 de noviembre de 2011

Cuatro respuestas sobre ortografía

Cuatro respuestas sobre ortografía
Jhon Monsalve

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Desde niño me gustó la ortografía. Recuerdo que me sentaba durante horas en las tardes de mi infancia para estudiar el uso de las letras con miras al galardón de los concursos de ortografía de la Escuela Rural el pablón, en aquella vereda de parias donde crecí. Nunca gané nada; es más: nunca me senté a la mesa de los concursantes. Sin embargo, gané conocimiento y me encariñé con la ortografía, con ese mundo de reglas, ¡Perfectas reglas!, que rigen la lengua española.
Ya en la Primaria mis amigos me preguntaban por la forma en que se escribían palabras como helicóptero, un aparato que jamás habíamos visto pero que debíamos imaginar y saber escribir. Siempre pensé que debieron enseñarnos primero la ortografía de palabras como vereda o como pobreza. En fin: mis amigos acudían en mi ayuda para salir de dudas. Empecé a sentirme importante, y cogí la mala maña de interrumpir las clases de Matemáticas para preguntarle al profesor la razón por la cual no tildaba su disciplina. En el bachillerato un par de profesores me sacaron de clase por el mismo motivo.
De Sexto a Once fui, para algunos, el diccionario de la clase, el manual de ortografía. Llegué a sentarme a la mesa de los concursantes una sola vez, y tampoco gané. Todos se desilusionaron de mí, y dejaron de preguntarme cosas, como si todo el esfuerzo y la confienza se hubiesen borrado después del concurso.
En la universidad, gracias a mi interés y a profesores como Puno Ardila, Martha Menjura, Rafael Barragán y Horacio Rosales, comprendí a fondo lo que sabía: me volví amante de la lengua. Mis compañeros se dieron cuenta, y volví a ser, como en la escuela, el cuaderno de consultas.
***
En este texto respondo a cuatro preguntas que me han hecho en los últimos dos años y que, hasta el momento, no había podido responder.
Espero ser claro.
1.      Punto final en direcciones electrónicas
Las direcciones electrónicas no llevan punto final porque este no hace parte de ellas.
La pregunta surgió a partir de un correo electrónico en el que promocionaba mi blog. En esa ocasión escribí:
Pueden visitar mi blog en la siguiente dirección: monsalve-jhon.blogspot.com.
Alguien me preguntó sobre el punto final del anuncio. Hoy le respondo: En este caso el punto es correcto porque cierra el enunciado. No se escribe punto, si la dirección electrónica está aislada o en medio del enunciado:
Después de hacer clic en monsalve-jhon.blogspot.com, espere a que la página cargue.

2.      Diferencia entre Adónde y A dónde o Adonde y A donde
Se usa indistintamente tanto cuando es adverbio interrogativo o exclamativo como cuando es adverbio relativo locativo.
Hace dos semanas no pude responder a esta pregunta. Uno de mis compañeros  (un corrector de estilo) acudió a mis “estudios ortográficos” (muy escasos, claro está) en busca de ayuda. Hoy le respondo, aunque sea demasiado tarde: Use cualquiera de las dos, pues ambas son correctas. Eso sí, respete la uniformidad del texto.
3.      El uso de “Pero sin embargo”
El uso de la conjunción adversativa pero con el conector sin embargo es aceptado por la Real Academia Española.
Esta pregunta surgió hace un mes. Para el curso de Literatura debíamos leer Sobre Héroes y Tumbas, una obra de Ernesto Sábato introducida por una nota preliminar, en la que aparecía el conector no obstante antecedido por un pero.
Una compañera de clase se me acercó agustiada por el error del escritor… ¡El error siempre fue nuestro, compañera!, aunque sin culpa nuestra: Fernando Ávila, maestro del profesor Puno Ardila, afirma que es redundante el uso de una conjunción adversativa junto a un conector que cumple la misma función.
Pero la Academia lo acepta e incluso tiene normas para la posición de la coma en los casos en que se use.
Compañera, es correcto utilizar pero sin embargo, mas sin embargo, pero no obstante, mas no obstante, siempre y cuando, cuando escriba, ponga bien la coma. He aquí el ejemplo de la Academia:
Sara los echó de menos aún más que en septiembre, pero sin embargo no se sintió tan sola como entonces.
Como se ve en el ejemplo se debe omitir la coma después de pero sin embargo; ponerla se considera gazapo. Es también aceptada, en este enunciado, la coma antes y después de sin embargo:
Sara los echó de menos aún más que en septiembre, pero, sin embargo, no se sintió tan sola como entonces.
4.      La tilde en la i griega (ý)
 La i griega (y) es considerada vocal cuando suena como tal. Y aunque parezca poco usual, también se tilda.
Hace un poco más de un año, un  amigo me comentó que en una clase se había discutido la tilde de Yuruparý, palabra aguda terminada en vocal. Me contó que, al fin, no la pusieron porque vieron ilógico poner una tilde sobre una i griega. Yo apoyé la idea.
Hoy me respondo y le respondo a mi amigo: Si una palabra aguda termina en i griega (y), debe tildarse. Debe escribirse Yuruparý, aunque parezca arcaico, incorrecto y extraño. La Academia acepta este uso en algunos topónimos como Aýna (municipio español), y en algunos antropónimos como laýna (apellido) o como nuestro héroe mítico, nuestra obra prima: Yuruparý.
***
En la universidad me invento los concursos, y por fin los gano: aprovecho el desinterés y la pereza de los demás.

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