TARIFA MÍNIMA EN BUCARAMANGA: LO QUE TRISTEMENTE
DEBERÍA VALER EL TRABAJO DE UN LICENCIADO EN ESPAÑOL Y LITERATURA
Jhon Monsalve
Imagen tomada de Internet.
“No, viejo Jhon, usted está meando pa’rriba;
yo no dejo de ganarme lo que gano porque, entonces, sencillamente no como”. Ay, queridísimo colega, como diría mi amigo
Juan Roa Sierra: Si quieren saber de sufrimientos, que me pregunten a mí. No se
preocupe, que así estamos todos. En este país, al que no le inquiete la comida,
en el ámbito educativo, hay que llamarlo rector o dueño de colegio. La idea no es que coma o no
coma, sino que coma bien, y con los centavos que se está ganando créame que a
lo mucho, bien invertido, le alcanza para almorzar y para pagar una pieza de
residencia, y usted ya sabe que no son nada cómodas. No se enoje, por favor, y
no me venga con el cuento de que también tiene hijos, porque, con más veras, esa
limosna que le dan por su dedicación de cinco años no le alcanza ni para la
leche, y si tiene perro, le aviso que las pepitas ya subieron de precio. Le
aconsejo que renuncie: pase la carta, el rector de seguro dirá que usted no es
imprescindible, que le vaya bien y que ojalá encuentre otro trabajo con mejor
remuneración. Usted, tranquilo, alce la cabeza, camine rígido y dígale que lo más
seguro es que sí, porque propuestas son las que le llueven. Tenga en cuenta que
su orgullo, el que se ha apoderado de usted porque es egresado de la UIS, no
puede quedar por el piso: salga con una sonrisa, diga un hasta nunca y espere a que otro, que ya habrá leído este texto, se
presente y diga que por esa miseria no trabaja y que punto. El rector se
empezará a asustar, dirá que se vino un complot en su contra y lo empezará a
extrañar, porque usted duró tanto tiempo recibiendo miserables 1000 pesos por
hora de trabajo. Y llegará otro licenciado en busca de labores, pues el rector
publicó su anuncio en Vanguardia, en Computrabajo, en vallas publicitarias de
la ciudad y hasta en la puerta del colegio, porque piensa que es imposible que
ningún egresado de la UIS deje de ganarse la platica tan fácil. Y este nuevo
licenciado, sin experiencia, y que ya fue consciente de la estafa, dirá No señor,
por menos de 1’200.000 pesos no trabajo, ah y fuera de salud y prestaciones, y
máximo ocho horas diarias. El rector, que antes se había asustado, mínimo se
meará de los nervios y convocará a junta para aclarar que por nada del mundo se
subirán los salarios del profesor, y les hará firmar a todos los docentes un
contrato en el que aseguran que es bajo su voluntad y responsabilidad que ellos
han elegido trabajar en tan honorable institución. Una noche este rector
encuentra la solución: contratará a licenciados que no sean de la UIS. “Sí ve,
mano, que su idea está pa’l perro”, tranquilito, no se me asuste usted también
porque se me arrepiente. Es sencillo: lo que el rector no sabe es que todos los
licenciados de la ciudad, que hayan o no leído este texto, son conscientes de
los abusos laborales y no trabajarán por menos del presupuesto estipulado.
Pobre rector, tendrá que agachar la cabeza y contratar para el área de Español
a un bachiller que le trabaje a cambio de esa miseria. No, mentiras, hasta allá
no llegará el rector, y seré optimista para que me crea: al darse cuenta de que
es imposible el contrato de un docente de Literatura, subirá el monto al precio
fijado por los profesionales (que debería ser mínimo el doble de lo propuesto
arriba) y lograremos juntos la valoración de nuestro trabajo. “Pero qué sucede
si necesito experiencia. Sepa que yo me regalo”, pues si anda de regalado le
aconsejo que piense en lo siguiente: cuando usted, un nuevo licenciado, pase
una hoja de vida y le pidan experiencia de un año, diga que para eso hizo las
prácticas y que imposible en cinco años usted no haya aprendido a dar una clase
y que si tiene tiempo se lo comprueba. Usted, con sus dotes de dicción y
argumentación, fácilmente lo logrará y cobrará lo mismo que todos, porque,
según lo que usted ha escuchado, la tarifa mínima se subirá a 1’500.000 pesos,
y que la anterior queda fija para los nuevos profesionales. Ahora sí, si el
rector sufre del corazón le da un paro cardiaco, y si no, también. Pobrecito el
rector, o bueno, los rectores, porque todos los de la ciudad estarán en las
mismas, preocupados por la exigencia remunerativa de los docentes de Español. “Pero,
Jhon, la idea es competir para ver quién se gana el puesto, porque
profesionales en nuestra área hay muchos”. Y no lo contradigo; saquemos cuentas
alegres, como dice mi mamá: de la UIS se gradúan al año unos 30 o 40
licenciados en nuestra área. Digamos que la misma proporción se graduará en la
UCC y en la Universidad de Pamplona, y no contemos los profesionales de
primaria. Total: 100 por año, aproximadamente. Digamos que en los últimos cinco
años se han graduado 500 licenciados en Bucaramanga. Lo que usted dice es
cierto: ¿dónde cabrá tanta gente? ¿Hay colegios suficientes? No, no los hay, y
habrá desempleados, eso júrelo. Pero la idea es que los que estén trabajando
ganen bien, porque algún día, cuando a algunos les sonría el futuro, habrá
vacantes para usted que pacientemente esperó porque no había cupo. Eso sí: la espera
valdrá la pena porque ganará para comprarle las pepas al perro, la leche a su
hijo y su comidita de todos los días, y si le va bien, seguirá comprando los
libros que tanto le gustan. Pero si seguimos como vamos, tanto usted como yo
nos internaremos por voluntad, y tal vez por siempre, en un campo de
concentración, en el que el fruto del trabajo y del estudio de cinco años será para
el honorable rector, al que por cobardía, estupidez y miedo al hambre que ya
tenemos, nunca hicimos mear.
Profesor Jhon tiene razón , es mejor ser humilde ante esas cosas, pero también ser un ciudadano educado para que no se la monten a uno.
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