domingo, 20 de mayo de 2012

Semana y ciudad enfermas



Semana y ciudad enfermas
Jhon Monsalve
Semana enferma y ciudad enferma. Gripe de autos piratas y pulmonía de ruedas amarillas. Tos de semáforos y flemas citadinas en voces culpables e ignorantes. Días con catarro y con pulgas, algo de estiércol y vómitos. Calles atestadas de virus y de toses. Motos con dolor pectoral y ciclas moribundas, en calles agónicas por la polución, y por la gente, y por los niños, y por la música. Mujeres enfermas de deseos y de sueños, madres con muchos hijos, hijos con muchos nietos, nietos que enferman lo que topan, lo que tocan, y lo matan. Gente que muere por fin, y más gente que nace por el infortunio de personas que deciden un futuro ajeno. Gentes enfermas en esta ciudad enferma de ira, de envidia, de intereses individuales. Semana enferma de días, de horas y de momentos fugaces que se pierden para dar paso al caos. Siete días en cama, una semana en un hospital colombiano que se venga contra el tiempo. Médicos inservibles como las señales, como las glándulas mamarias de la testosterona, que inunda de mugre esta ciudad de bellas mujeres, caderonas, de tacones y apenadas por su historia. Ciudad enferma de vanidad y mentira, de tecnología, egoísmo y conformismo. Ciudad de semanas tristes, de tiempos malos, de hambre constante. Semana enferma de melancolía, de riñas, y de tos, y de gripe, y de fiebre. Vendedores ambulantes enfermos de deudas, minuteros improvisados que roban transeúntes. Policías disfrazados de sicarios, de paracos, de matones, de diputados. Anarquistas infantiles sin soporte, que luchan contra toda autoridad y no contra el que la maneja en el momento; deberían aspirar a una autoridad que no enfermara esta ciudad que se muere por la ley 100, por nuestra inutilidad y por caprichos de gobierno. Mujeres y hombres que no piensan; que la enfermedad de la inconciencia los tiene sumidos en el coma más profundo de la historia. Minutos que se deterioran rápidamente como queriéndose llevar al Seol el sufrimiento y los quejidos de esta semana que ya casi se acaba, como todo el tiempo, como la ciudad o los autobuses: el pésimo alargamiento amarillo, que ha traído tanto mal de desempleo a la morgue en que habitamos, y que muchos llaman paraíso. Gripes, toses, dolores de pecho y de estómago, y mucho vómito, mucho vómito. Esta ciudad lo que tiene es dengue.

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