domingo, 20 de abril de 2014

Lo que tristemente debería valer el trabajo de un licenciado en Español y Literatura

TARIFA MÍNIMA EN BUCARAMANGA: LO QUE TRISTEMENTE DEBERÍA VALER EL TRABAJO DE UN LICENCIADO EN ESPAÑOL Y LITERATURA
Jhon Monsalve
Imagen tomada de Internet.

 “No, viejo Jhon, usted está meando pa’rriba; yo no dejo de ganarme lo que gano porque, entonces, sencillamente no como”.  Ay, queridísimo colega, como diría mi amigo Juan Roa Sierra: Si quieren saber de sufrimientos, que me pregunten a mí. No se preocupe, que así estamos todos. En este país, al que no le inquiete la comida, en el ámbito educativo, hay que llamarlo rector o dueño de colegio. La idea no es que coma o no coma, sino que coma bien, y con los centavos que se está ganando créame que a lo mucho, bien invertido, le alcanza para almorzar y para pagar una pieza de residencia, y usted ya sabe que no son nada cómodas. No se enoje, por favor, y no me venga con el cuento de que también tiene hijos, porque, con más veras, esa limosna que le dan por su dedicación de cinco años no le alcanza ni para la leche, y si tiene perro, le aviso que las pepitas ya subieron de precio. Le aconsejo que renuncie: pase la carta, el rector de seguro dirá que usted no es imprescindible, que le vaya bien y que ojalá encuentre otro trabajo con mejor remuneración. Usted, tranquilo, alce la cabeza, camine rígido y dígale que lo más seguro es que sí, porque propuestas son las que le llueven. Tenga en cuenta que su orgullo, el que se ha apoderado de usted porque es egresado de la UIS, no puede quedar por el piso: salga con una sonrisa, diga un hasta nunca y espere a que otro, que ya habrá leído este texto, se presente y diga que por esa miseria no trabaja y que punto. El rector se empezará a asustar, dirá que se vino un complot en su contra y lo empezará a extrañar, porque usted duró tanto tiempo recibiendo miserables 1000 pesos por hora de trabajo. Y llegará otro licenciado en busca de labores, pues el rector publicó su anuncio en Vanguardia, en Computrabajo, en vallas publicitarias de la ciudad y hasta en la puerta del colegio, porque piensa que es imposible que ningún egresado de la UIS deje de ganarse la platica tan fácil. Y este nuevo licenciado, sin experiencia, y que ya fue consciente de la estafa, dirá No señor, por menos de 1’200.000 pesos no trabajo, ah y fuera de salud y prestaciones, y máximo ocho horas diarias. El rector, que antes se había asustado, mínimo se meará de los nervios y convocará a junta para aclarar que por nada del mundo se subirán los salarios del profesor, y les hará firmar a todos los docentes un contrato en el que aseguran que es bajo su voluntad y responsabilidad que ellos han elegido trabajar en tan honorable institución. Una noche este rector encuentra la solución: contratará a licenciados que no sean de la UIS. “Sí ve, mano, que su idea está pa’l perro”, tranquilito, no se me asuste usted también porque se me arrepiente. Es sencillo: lo que el rector no sabe es que todos los licenciados de la ciudad, que hayan o no leído este texto, son conscientes de los abusos laborales y no trabajarán por menos del presupuesto estipulado. Pobre rector, tendrá que agachar la cabeza y contratar para el área de Español a un bachiller que le trabaje a cambio de esa miseria. No, mentiras, hasta allá no llegará el rector, y seré optimista para que me crea: al darse cuenta de que es imposible el contrato de un docente de Literatura, subirá el monto al precio fijado por los profesionales (que debería ser mínimo el doble de lo propuesto arriba) y lograremos juntos la valoración de nuestro trabajo. “Pero qué sucede si necesito experiencia. Sepa que yo me regalo”, pues si anda de regalado le aconsejo que piense en lo siguiente: cuando usted, un nuevo licenciado, pase una hoja de vida y le pidan experiencia de un año, diga que para eso hizo las prácticas y que imposible en cinco años usted no haya aprendido a dar una clase y que si tiene tiempo se lo comprueba. Usted, con sus dotes de dicción y argumentación, fácilmente lo logrará y cobrará lo mismo que todos, porque, según lo que usted ha escuchado, la tarifa mínima se subirá a 1’500.000 pesos, y que la anterior queda fija para los nuevos profesionales. Ahora sí, si el rector sufre del corazón le da un paro cardiaco, y si no, también. Pobrecito el rector, o bueno, los rectores, porque todos los de la ciudad estarán en las mismas, preocupados por la exigencia remunerativa de los docentes de Español. “Pero, Jhon, la idea es competir para ver quién se gana el puesto, porque profesionales en nuestra área hay muchos”. Y no lo contradigo; saquemos cuentas alegres, como dice mi mamá: de la UIS se gradúan al año unos 30 o 40 licenciados en nuestra área. Digamos que la misma proporción se graduará en la UCC y en la Universidad de Pamplona, y no contemos los profesionales de primaria. Total: 100 por año, aproximadamente. Digamos que en los últimos cinco años se han graduado 500 licenciados en Bucaramanga. Lo que usted dice es cierto: ¿dónde cabrá tanta gente? ¿Hay colegios suficientes? No, no los hay, y habrá desempleados, eso júrelo. Pero la idea es que los que estén trabajando ganen bien, porque algún día, cuando a algunos les sonría el futuro, habrá vacantes para usted que pacientemente esperó porque no había cupo. Eso sí: la espera valdrá la pena porque ganará para comprarle las pepas al perro, la leche a su hijo y su comidita de todos los días, y si le va bien, seguirá comprando los libros que tanto le gustan. Pero si seguimos como vamos, tanto usted como yo nos internaremos por voluntad, y tal vez por siempre, en un campo de concentración, en el que el fruto del trabajo y del estudio de cinco años será para el honorable rector, al que por cobardía, estupidez y miedo al hambre que ya tenemos, nunca hicimos mear. 

jueves, 10 de abril de 2014

Los errores de los lectores del artículo del "Diario Jornada" sobre los cambios de las letras del alfabeto

LOS ERRORES DE LOS LECTORES DEL ARTÍCULO DEL “DIARIO JORNADA” SOBRE LOS CAMBIOS DE LAS LETRAS DEL ALFABETO
Jhon Monsalve
Imagen tomada del Diario Jornada
Por dos razones recibí con sorpresa la información de los cambios en algunas letras del alfabeto. Una de ellas es porque la página (clic para leer el artículo) del periódico que la publica se ha compartido miles de veces en las redes sociales, cuando han pasado ya casi cuatro años de haberse reglamentado esas nuevas variaciones. ¿Por qué, si la información era tan valiosa, no se informó antes? La respuesta parece ser simple: es la misma razón por la cual hoy, después de 60 años de eliminada la tilde en la palabra “fe”, se sigue poniendo porque, según algunos argumentos, este vocablo es divino. Estas cosas, como se ve, demuestran que los cambios de la Real Academia de la Lengua son tomados por los académicos hispanohablantes como un acto de arbitrariedad. Y, a mi parecer, no lo es así.
¿Qué entiendo por académicos hispanohablantes? Sobre todo, escritores y docentes. Una novela publicada en 2014 por Alfaguara sigue siendo fiel en su escritura a las normas ortográficas vigentes hasta el año 2010. Algunos docentes de colegio ni se inmutan por esto, aun cuando son profesores de Español y Literatura, y algunos, pocos, claro está, docentes universitarios no se han tomado el trabajo de ponerse al día con estas normas que rigen el buen escribir en español. Se me tildará, posiblemente, de “mamerto”, pero considero que como académicos, escritores y docentes, no podemos darnos el lujo de seguir escribiendo como hace medio siglo o como hace cuatro años. Entiendo, por supuesto, que los cambios orales son más significativos  que los gráficos, pero considero que, por el hecho de que la escritura es nuestro diario vivir, resulta necesario pensar en actualizarnos en las normas.
Para ello, una página de Internet no es suficiente. Ya vemos cómo se comparte este link entre profesionales que ya deberían saber de sobra esos cambios. Y si se comparte es porque existe un vacío informativo al respecto: profesores que no leen enseñan, paradójicamente, a leer y a escribir. Pero, bueno, se me objetará que la escritura no es solo ortografía y que la lectura pierde su valor catártico cuando se toma de esta manera. Y estoy de acuerdo. Lo que sucede es que, desde mi perspectiva, debería haber un equilibrio entre lo argumentativo y lo normativo, sin prescindir de ninguno de los dos.  Esto sería un buen tema para otro texto, en el que se tuviera en cuenta la pertinencia de la enseñanza de la ortografía para grados de la educación media y básica y para la enseñanza de la escritura en distintas carreras universitarias.
El tema de este texto es otro. Decía que una página de Internet no es suficiente para ponernos al día en normas ortográficas. Debimos haberlo hechos hace poco más de tres años y escribir al respecto y ser los primeros. Pero las ocupaciones no nos dejaron. Hoy, sin embargo, veo que damos crédito a esto que leemos porque lo vemos novedoso y consistente. Y es normal: es más fácil leer 500 palabras a las miles y miles de la Nueva Ortografía.
Pero dejemos la cantaleta y digamos lo importante. La otra razón por la cual recibí con sorpresa la información de estas variaciones fue una afirmación atrevida y sin fundamento que resulta imperativo aclararla. La página del Diario Jornada que tanto se comparte afirma: “Respecto de la tilde, dejará de usarse en la palabra "solo" incluso en casos de posible ambigüedad, como "voy solo al cine", aunque no se condenará si alguien quiere utilizarla”. Esta afirmación es medianamente cierta. La palabra “solo” no lleva tilde desde diciembre de 2010, pero en ninguna parte de la Nueva Ortografía de la Real Academia Española se afirma que no se condenará el uso de esta tilde. Esta aserción es más una interpretación de este periódico que, basado posiblemente en lo vacuo de la palabra condenar (porque al fin de cuentas la RAE no puede condenar a nadie), aprovecha para legitimar públicamente su uso. Es más, durante todo el artículo le ponen la tilde a “solo”, y no se dan cuenta de que predican sobre cambios y, paradójicamente, caen en errores.

El hecho no es que se condene o no su uso, sino que, sea cual sea el caso, ya no se pone la tilde en “solo”, ni cuando hay ambigüedad. Los argumentos son claros: 1) no se tildará porque esta palabra es paroxítona y termina en vocal, y, por ser llana, siempre es tónica la sílaba “so”. 2) No se tildará porque, de hacerlo para evitar la ambigüedad, debería acentuarse también gráficamente “otro” en una oración como “Encontró otro indicio de delito”. Pero citemos textualmente, por si no me creen: “(…) ya que tanto el adjetivo solo como los determinantes demostrativos son palabras tónicas, lo mismo que el adverbio solo y los pronombres demostrativos, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de doble interpretación”.
Doble interpretación fue la que hubo con “se podrá prescindir” porque muchos podrían argumentar que, de ser así, existe la posibilidad de marcar el acento gráfico. Yo no lo creo tanto. Los argumentos gramaticales son claros y, por tal motivo, dejan a un lado cualquier probabilidad de poner tilde en “solo”. Si usted entiende lo contrario, lo reto a que proponga, entonces, la tilde para todas las palabras que, por su homonimia, causen ambigüedad: “Fue seguro a la universidad”. Es más, yo le ayudo: cuando seguro sea adverbio póngale la tilde en la u, y cuando sea adjetivo no la ponga. ¿Ridículo, cierto?
Y bien, aplaudo que, al menos, casi cuatro años después, esté tan compartida la información de los cambios de la ortografía. Este texto que escribo, tal vez inútil, es solo una pequeña reflexión sobre la importancia de las variaciones ortográficas en nuestra sociedad hispanohablante y sobre cómo, aun siendo profesores y escritores, nos conformamos con la información de una página de Internet que, si bien es confiable, no lo es tanto como El libro del español correcto, publicado por el Instituto Cervantes en el año 2012, que, con respecto a la tilde en “solo” afirma prudentemente: “Según las últimas normas de ortografía, no deben llevar tilde (el subrayado es del libro) ni la conjunción o, ni los demostrativos, ni la palabra solo”. Este sí es un argumento de autoridad. 

domingo, 6 de abril de 2014

Los niveles de pertinencia de la semiótica de las culturas

TEXTOS, OBJETOS, SITUACIONES Y FORMAS DE VIDA: LOS NIVELES DE PERTINENCIA DE LA SEMIÓTICA DE LAS CULTURAS
Jhon Monsalve
Fontanille. Tomado de Internet.
Fontanille, J. (2010). Textos, objetos, situaciones y formas de vida: los niveles de pertinencia de la semiótica de las culturas (Horacio Rosales, trad.): Bucaramanga: (S.E.). (Obra original publicada en 2004).
Entre los estudios que se llevan a cabo en torno a la cultura, es imprescindible tener en cuenta algunos niveles que, según Fontanille, están jerarquizados e integrados para tener sentido: los textos, los objetos, las situaciones y las formas de vida. El autor empieza sus argumentos con la distinción entre el plano de la expresión y el plano del contenido, haciendo uso de la teoría de Hjelmslev, para exponer los niveles pertinentes que han caracterizado al primero: estructurales elementales, estructuras actanciales y narrativas y, entre otras, estructuras modales. Esto es, verbigracia, lo que se tiene en cuenta para un análisis literario. El problema radica, según el mismo autor, en que en el plano de la expresión no se han definido factores similares. En un principio, la semiótica estudiaba los signos y, por lo tanto, las figuras se presentaban como tales, pero, después de los años setenta, esta disciplina centró su atención en el texto (en un sentido amplio de la palabra), es decir,  lo figurativo, desde entonces, partiría de cómo se presenta la forma de la expresión, ya sea en textos verbales o no verbales, y en mi opinión, aunque el autor no lo dice, también en textos sincréticos. Y aquí tenemos desde ya el primer eslabón del tren de los niveles de pertinencia semiótica de las culturas: el texto. La importancia de este elemento dentro de la integración semiótica radica en que solo a partir de su expresión, visible y, a mi modo de ver, a veces tangible, se puede acceder a los componentes materiales de un objeto particular. Así: el texto es el nivel superior de pertinencia semiótica. Tras él vienen los objetos, las situaciones y las formas de vida.
Para comprender la semiótica de los objetos, según lo expone Fontanille, es necesario identificar el valor del mismo dependiendo de la situación semiótica en la que se halle. No podemos, entonces, desligar el objeto de las circunstancias que lo producen. El objeto termina siendo el soporte del texto y este significa gracias al contexto y a las personas que lo conforman, es decir, y según lo define el autor: a las prácticas.
Por otra parte, la situación semiótica tiende a ser heterogénea, es decir, muchos factores intervienen en ella: el objeto, el rol del actante, la representación textual y, si es el caso, también el autor. La homogeneidad se logra cuando estos elementos se integran en una escena predicativa. Esta última también recibe el nombre de dimensión predicativa y se refiere a la acción comunicativa entre roles; junto a esta aparece la dimensión estratégica, que es la que asocia tales actos enunciativos con “el conjunto de los dispositivos topológicos y figurativos que constituyen el entorno”.  La acción semiótica, como vemos, asocia el texto con los factores que hicieron posible su producción, y a su vez, tiene en cuenta los estilos estratégicos de los usuarios, esto es: influye en las formas de vida.
En la última parte del texto, Fontanille parte de la teoría de Hjelmslev para exponer los conceptos de forma y sustancia en relación con sus argumentos. La forma, según el autor, es lo figurativo. Propone el concepto de ayuda formal para especificar la manera en que se puede abordar la superficie de un texto: “Es un conjunto de características y figuras que se extraen de la ayuda material para definir las condiciones de la inscripción, recepción o establecimiento del texto, la imagen o cualquier otra configuración semiótica” (Fontanille, p. 11). Por otra parte, la ayuda material de la que habla esta cita se refiere a las características modales, sensibles, temporales y, entre otras, espaciales, que se descubren tras el velo de la sustancia. Lo que, posiblemente, necesitaría precisión (y hablo desde mi humilde y tal vez inocente lectura) sería la alusión a este último término porque no se especifica si se refiere a la sustancia de la expresión o del contenido, aunque podríamos intuir que, por los rasgos identificables y expuestos en la cita, pertenecen al segundo.
Finalmente, el autor da el último ejemplo (referente a un paisaje) para explicar de qué manera están en constante relación la expresión y el contenido; el primero resulta del campo de la experiencia, es decir, lo que un observador puede captar con los sentidos; y el segundo resulta de la existencia: sistemas temporales que permiten hacer del texto lo que es.
Así las cosas, vemos una exposición completa y muy significativa para el campo de la investigación cultural, en todos sus ámbitos. Posiblemente creemos que este método de análisis es pertinente solo para los estudios narrativos. Fontanille, por medio de diversos ejemplos, nos demuestra lo contrario. En la cultura, sin importar el espacio, hallaremos objetos, sujetos, situaciones y formas de vida que, aunque heterogéneas, logran la homogeneidad en las interrelaciones. Y por último, una idea recurrente en el texto: cada acto y cada texto irán siempre relacionados con la situación en que se produzcan.

domingo, 23 de marzo de 2014

La cultura y la semiótica: algunos cambios teóricos en la obra de Lotman y su concepción de la cultura

LA CULTURA Y LA SEMIÓTICA: ALGUNOS CAMBIOS TEÓRICOS EN LA OBRA DE LOTMAN Y SU CONCEPCIÓN DE LA CULTURA
Jhon Monsalve
Lotman. Imagen tomada de internet
 Zylko, B (2005). La cultura y la semiótica: Notas sobre la concepción de la cultura de Lotman. En: Entretextos, Revista Electrónica Semestral de Estudios Semióticos de la Cultura. España: Universidad de Granada.
En el año 2001, el semiólogo Buguslaw Zylko escribió para la revista New Literary History un artículo en el que hacía una contextualización global sobre los principales aportes al estudio y comprensión de la cultura hechos por Iuri Lotman. El autor divide el documento en cuatro notas sobre la teoría lotmaniana, en las que expone los elementos más sobresalientes. En la medida en que se lee el artículo, el lector identifica claramente los cambios que hubo con respecto a las teorías del semiólogo ruso. Ya lo veremos. Antes de dar inicio a la descripción y a modo de dato complementario, la revista electrónica Entretextos publicó este documento en lengua española en mayo de 2005.
Empecemos: Zylko introduce el texto haciendo referencia a la evolución temática de Iuri Lotman como teórico del lenguaje. Si bien es cierto que sus primeros estudios estuvieron relacionados con la literatura y que se interesaba por ver las relaciones sociales y filosóficas que se hallaban en ella, también lo es que con el tiempo, hacia los años sesenta, pasó al campo del lenguaje descriptivo, centrándose ahora en la semiótica de la cultura: inicios del grupo Moscú-Tartu. Zylko presenta a continuación ciertas notas sobre la concepción de la cultura desde la perspectiva del semiólogo ruso, con el fin de avanzar y de adelantar la temática que sobresaldrá en las teorías lotmanianas.
El primero de estos apuntes consiste en la antinomia Naturaleza-Cultura. Y tal vez no haya una mejor palabra para referirse al contraste que hubo entre los naturalistas, quienes no diferenciaban lo natural de lo cultural como aspectos diversos, y los que los dividían y los caracterizaban por separado. Aunque en el grupo Moscú-Tartu había integrantes naturalistas, Iuri Lotman siempre consideró que la cultura era un campo aparte de la naturaleza, pero que la primera se contribuía de la segunda: “El mundo exterior o la naturaleza proporciona material para los artefactos culturales” (p. 3). Insistía en que la naturaleza se humanizaba o culturizaba cuando aparecía de por medio la lengua, el nombramiento, y que los hechos y las cosas se volvían parte de la cultura cuando el hombre era consciente de la existencia de tales componentes del mundo.
La segunda de las anotaciones que hace Zylko consiste en el cambio existente de los sistemas secundarios modelizantes al concepto de semiosfera; este último: uno de los más importantes en las teorías propuestas por este semiólogo ruso. Los sistemas secundarios modelizantes, en primera medida, se refieren a sistemas (como la religión o el arte) que están antecedidos por la inmersión de la lengua natural, como si estos estuvieran modelados por ella. No obstante, esta concepción de la cultura a partir de sistemas modelizantes no es cercana a la realidad y, por ello, hacia los años ochenta, Iuri Lotman propone el término semiosfera. De estas nuevas propuestas, Zylko resalta cinco: 1) los límites, es decir, las fronteras que dividen la semiosfera del espacio no-texto; 2) la irregularidad estructural de la semiosfera dentro de su composición; 3) la heterogeneidad interna, por ejemplo, la periferia se considera, a diferencia del núcleo de la semiosfera, una fuente de procesos dinámicos; 4) los fragmentos de la semiosfera varían irregularmente, es decir, todos no cambian al mismo ritmo, y 5) el diálogo que ajusta la manera en que la  semiosfera existe.
Continuemos: “De lo estático a lo dinámico” es el título del tercer punto del texto de Zylko. En él se presentan algunas contradicciones de la cultura expuestas por Iuri Lotman, que consideraba que las descripciones sobre la cultura eran estáticas cuando, paradójicamente, la cultura misma es dinámica. La primera de ellas es la contraposición entre los Sistémico y lo Extrasistémico; el hecho de que este último no sea tenido en cuenta en tales descripciones ha llevado a la estaticidad de la que habla el semiólogo ruso. Así las cosas, al parecer solo se ha tenido en cuenta el sistema, la esfera como tal, y se ha dejado a un lado lo extrasemiótico. La segunda contraposición es lo Unívoco vs. lo Ambivalente: las descripciones de tipo sincrónico revelan diferencias marcadas, mientras que lo ambivalente, después de un periodo de transición, se presenta como cierta transformación cultural. Tal vez se refiera Lotman al hecho de que la semiosfera es heterogénea e irregular y que, por lo tanto, es ambivalente. Otra contradicción de la cultura se evidencia en la antinomia Núcleo vs. Periferia, que explica la posibilidad de intercambio entre uno y la otra. Una más la encontramos en lo Descrito vs. lo No descrito, esto es: después de describir un evento de la semiosfera se convierte este en un hecho social; sin embargo, algunos terrenos del sistema se quedan sin descubrir, sin ser descritos. De esta manera se mide, según Lotman, el desarrollo de la cultura, porque, mientras hay autodescripciones en el núcleo, por ejemplo, en otras zonas se producen lenguajes propios y diversos. La última de estas antinomias consiste en que “cada sistema de signos apunta hacia lo necesario o hacia lo superfluo”.  Este último, según comenta Zylko, podría ser la condición necesaria del cambio, en el proceso de transformación.
Antes de dar paso al último de los puntos que devela la concepción de la cultura por parte de Iuri Lotman, el autor del texto afirma que los sistemas semióticos pueden ubicarse en alguno de estos espacios: lo estático o lo dinámico. En este último es en el que la teoría lotmaniana, después de los sistemas modelizantes, ha centrado su atención. Ahora bien, el último punto que identifica Zylko de la obra de Lotman es La cultura y la explosión. En este expone (luego de dar algunos datos sobre el último libro de Lotman en el que, de forma caótica, se muestran los temas tratados en el texto aquí reseñado) la cuestión de la explosión como un cambio que da cierto giro a la historia y que es ocasionado por influjos de textos externos o por choques internos de la lengua. Este se puede llevar a cabo con predecibilidad o impredecibilidad, siempre y cuando ocurra de modo gradual o de un momento a otro, respectivamente (aunque casi siempre es este último).
Zylko concluye sus ideas en torno a la teoría lotmaniana haciendo referencia a los últimos estudios que se han hecho de ella, en los que asocia la semiótica con la historia. También hace alusión al cambio semántico de la palabra Texto, ya no como un conglomerado de signos, sino como una compaginación entre lector y autor.
Concluyamos: Tal vez la importancia de estudiar la cultura radique en comprender el dinamismo que la caracteriza. Por su irregularidad, su heterogeneidad y por sus influencias extrasemióticas, la semiosfera, es decir, la cultura, varía constantemente y dependiendo de la situación espacial de tal o cual lugar dentro de ella. Los estudios de Iuri Lotman ayudan a comprender estas ambivalencias y a cuestionarnos sobre las explosiones habidas y por haber. Posiblemente el artículo escrito por Zylko no sea más que una descripción teórica sobre la obra lotmaniana, pero también es una síntesis de las principales propuestas de Iuri Lotman y un análisis sobre su importancia.

jueves, 13 de marzo de 2014

"Identidades asesinas", de Amin Maalouf: Muertos a causa de identidades humanas

“IDENTIDADES ASESINAS”, DE AMIN MAALOUF: MUERTOS A CAUSA DE IDENTIDADES HUMANAS
Imagen tomada de internet
Jhon Monsalve
Tal vez la importancia, aunque vasta, que se le ha dado a uno de los más grandes pensadores de nuestros tiempos, Amin Maalouf, no ha sido suficiente en comparación con la dada al antropólogo francés Lévi-Strauss, a quien sucedió en la Academia Francesa. Tal vez haya que esperar a que pase el tiempo para valorar sus aportes, en parte literarios y filosóficos, pero sin duda, y aunque poco se note, también antropológicos.
Uno de los libros en el que se demuestra con más precisión la filantropía y la ética social (perdonen la redundancia) es, sin duda, “Identidades asesinas”, pues en él presenta las razones por las cuales los humanos de cierta postura política, social o religiosa, tras un velo de intolerancia, terminan masacrando ideológica, mental o físicamente a seres humanos con identidades distintas. Lo importante es que no solo muestra estos balances mustios de la realidad mundial, sino que también presenta las posibles vías para la solución de tales problemáticas mundiales y humanas.
Maalouf parte de la condición propia de haber nacido en el Líbano y de haberse radicado, por asuntos familiares, en Francia, de haber adoptado esta lengua romance, de escribir haciendo uso de ella, y no del árabe, parte de aquí, decía, para proponer una reflexión minuciosa y muy cuidada sobre el concepto de identidad y su relación con los rasgos que la componen: la religión, la lengua, las formas de vida. Estos rasgos serían los mismos que sustentaría el concepto de etos, definido, literalmente por la Real Academia de la Lengua Española (perdonen la vaguedad de mis escritos; siempre carentes de una bibliografía óptima) como el “Conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una persona o una comunidad”. El autor, sin embargo, no se estanca en estos caracteres identitarios, sino que llega al punto de entender el concepto de identidad como un término de difícil comprensión y definición, pero, sin duda, urgente de estudiar y de actualizar según los cambios tecnológicos que se han producido en los últimos años. Pero la definición de este término termina siendo en el autor algo concisa y precisa: “Mi identidad es lo que hace que yo no sea idéntico a ninguna otra persona”.
Esto que, desde cierto punto, podría convertirse en un axioma, puede entenderse a lo largo de su ensayo (muy bien escrito y estructurado, por cierto), en el que destaca tanto las cosas positivas como las negativas de cada cultura 8de las que nombra) y donde propone una comprensión tolerante inmediata sobre los comportamientos y costumbres distintas de cada comunidad. Por ser libanés, era imprescindible que hablara del islam, y ocupa gran parte de su ensayo comentando sobre las cuestiones históricas que llevaron a esta religión a ser lo que es hoy. En comparación con el Cristianismo, demuestra cómo este ha ido evolucionando de manera positiva a través de los años, contrario al Islamismo, en el que ha ocurrido a la inversa: al principio era un pueblo tolerante y luego se ha convertido (o la gente lo ha convertido; esta idea también es extensamente desarrollada) en lo que hoy es: un pueblo religioso, represor y autoritario, pero también reprimido.
Eso sí: en ningún momento toma partido por nada. Sus reflexiones son netamente éticas y humanas, y muy razonadas. En su definición de identidad se constata de inmediato que aquellos rasgos que me hacen diferente a los otros son los mismos que deben respetarse porque me identifican como sujeto colectivo. Estas luchas de religiones, estas matanzas a causa de la incomprensión de formas de vida distintas no tiene razón de ser en un mundo en el que debería prevalecer el interés por el otro.
Lo dicho en este pequeño escrito es solo una síntesis de las propuestas de Amin Maalouf. Claro que hay más, claro que la identidad no se puede catalogar de asesina en solo unos párrafos, claro que la involución humana, la globalización (lo que el autor denomina mundialización o más específicamente, porque termina siendo lo mismo sin darnos cuenta, Americanización) no se explica lo suficiente en estas líneas que ustedes leen. Claro que no. Para ello hay que ir al libro y descubrirlo personalmente. Que esto sea solo (y así es) un abrebocas.

domingo, 2 de marzo de 2014

"Viaje al centro de la tierra", de Julio Verne: entre el frío y el calor... y en duda el avance científico

“VIAJE AL CENTRO DE LA TIERRA”, DE JULIO VERNE: ENTRE EL FRÍO Y EL CALOR… Y EN DUDA EL AVANCE CIENTÍFICO
Jhon Monsalve
Imagen tomada de internet
El presente texto que, como todos, no pasa de ser, en ocasiones, una simple reseña o un análisis rudimentario, merece ser comenzado por la catarsis que produjo en mí, como hacía ya varios meses no ocurría en tal proporción con otras obras literarias. Y digo merece, porque no encuentro otra forma de agradecer al texto que la de ponderarlo como uno de los mejores que he leído en mi cortísima vida. Tal vez este sea el peor inicio para expresar una perspectiva sobre una novela, pero, por una parte, prometo, si no vuelven a ocurrir este tipo de liberaciones, no volver a hacerlo, y por otra, tratar de mirar “Viaje al centro de la tierra” sin subjetividad alguna.
En 1864 se publica esta novela de uno de los mejores escritores de todos tiempos, Julio Verne. Sus libros han sido traducidos a decenas de idiomas y, luego de los de Agatha Christie, son los más traducidos en el mundo. Entre sus novelas, se encuentran “Veinte mil leguas de viaje submarino”, “La vuelta al mundo en ochenta días” y “Viaje al centro de la tierra”.
Para nadie es un secreto que las novelas de Verne fueron, en muchas ocasiones, profecías de descubrimientos tecnológicos posteriores. Sus novelas se sitúan dentro de la ciencia ficción y hace uso de teorías y eventos científicos para llevarlas a cabo. En el caso que nos compete, pareciera que la ciencia  no estuviera lo suficientemente acertada en algunas proposiciones, debido, por ejemplo, a que la temperatura con la que era considerada la corteza terrestre en su medio no pasaba de ser, según lo vivido por los personajes, una falacia.
La trama se desarrolla, en su mayoría, en el continente europeo, más específicamente, en Islandia. El científico Lidenbrock halla un manuscrito antiguo cuyo enigma codificado hacía alusión a un viaje que cierto erudito aventurero, Arne Saknussemm, había hecho al centro del globo terráqueo. A partir de ese momento, Lidenbrock tuvo como empresa llegar al mismo lugar siguiendo las pistas que el manuscrito le aportaba. Junto a él se llevó a Axel, su sobrino, quien tuvo que dejar a su novia para ir a conquistar lo que, desde un inicio, le pareció una locura.
Por la boca de un volcán, se introdujeron en compañía de otros hombre que, llegado a cierto punto se devolvieron, y de Hans, un cazador islandés, fiel, impasible y que se dejaba guiar y ayudaba por cierto dinero diario. La descripción del interior del volcán es perfecta, muy científica y bastaría, me apeno al decirlo, de un conocimiento óptimo en química y física para comprender a cabalidad cada uno de los elementos que componían el interior del globo y su función, sus peligros o ventajas. Llevaron víveres para varios meses y agua no la suficiente. Cuando se hubo acabado esta última, buscaron la manera para beberla de las entrañas de la tierra, y así lo hicieron; incluso, el hilo de agua que surgió los guio hasta unas cientos de leguas más abajo, donde, luego de despertar Axel de un sueño profundo, en el que cayó después de un golpe en la cabeza y un extravío dentro de la tierra, encontraron un inmenso mar y vegetación gigantesca. Era, de cierto modo, como si hubieran viajado no al centro de la tierra, sino al pasado prehistórico. Incluso había animales marinos, y entre tantas peripecias, les pareció haber visto a un humano de inmensas dimensiones. Luego, en la flota en la que habían recorrido gran extensión marítima, cayeron a una especie de precipicio que terminó siendo la erupción de un volcán en otra parte del mundo que los vomitó después de una aventura que aportaría, en el mundo de la novela, grandes avances a la ciencia.
Islandia es un país generalmente frío. Incluso se llama así porque traduce literalmente La isla del hielo.  En la constante oposición de un país con un clima bajo y la de un lugar cuya temperatura llegó a superar los 70 grados centígrados, se encontraron estos personajes, quienes e cierta manera representaban hechos y posturas científicas de la época. Sin ninguna duda, el profesor Lidenbrock hacía parte de aquellos escépticos en la materia; Axel siempre estuvo a favor de lo que ya se había estudiado, como el calor del centro del globo terráqueo, y el impasible de Hans representaría a aquellos a los que poco les interesaban estos avances y hallazgos. Esto, sin duda, tocaría probarlo, pero no es mi intención en este texto. Lo dejo a la intemperie para que algún osado lo pueda desarrollar mejor.

Gran novela, sin duda. Nunca se me irá de la mente la imagen de un mar subterráneo en el que la prehistoria cobra vida. Yo sí creo que aquel ser antropomorfo que vieron en aquella playa era un humano. No sé… En los ojos de Lidenbrock lo vi, parecido a aquel cadáver encontrado hacía apenas un breve tiempo. Entre el Naturalismo y el Romanticismo, esta obra es, sin duda, una de las más grandes del siglo XIX, y por qué no de todos los siglos. 

miércoles, 26 de febrero de 2014

Semiótica y Ciencias Humanas: La interdisciplinariedad

SEMIÓTICA Y CIENCIAS HUMANAS, SEGÚN DESIDERIO BLANCO:
LA INTERDISCIPLINARIEDAD
Jhon Monsalve

Blanco, D. (2006). Semiótica y ciencias humanas. En: Revista Letras. Lima: Universidad de Lima. 
En el año 2004 el semiólogo Desiderio Blanco presenta una ponencia al Seminario Taller de Investigación “Fernando Tola Mendoza”, en Lima, que tituló: “Semiótica y ciencias humanas”. En este trabajo hace un esbozo sobre la relación que tiene la semiótica con otras disciplinas humanistas. Para ello, divide en seis apartados sus ideas y propuestas, enfatizando, en cada uno de ellos, sobre algún tema en particular del área de la semiótica en relación con las ciencias humanas.
El primer punto pone en contexto la temática general del documento. La semiótica se presenta como una ciencia interdisciplinar, que sirve y se sirve de las demás ciencias humanas e incluso de las naturales. Desiderio expone los dos rasgos que caracterizan la investigación científica: el objeto de estudio y el método. Luego presentar el signo como objeto de estudio de la semiología, y la significación, como el objeto de la semiótica. Esta última  deja de centrar su atención solo en la lengua y pasa a centrarla en el discurso en acto.  Asimismo, hace un recorrido sobre los avances metodológicos de la teoría greimasiana, comprendiendo tales cambios en relación con diferentes disciplinas: del estructuralismo, por ejemplo, surgió el cuadrado semiótico, y, con el tiempo, las modalidades trajeron consigo el estudio de las pasiones, que, a primera vista, daría la impresión de que pertenecen más al campo de la sicología.
El segundo apartado presenta los principales rasgos que relacionan a la semiótica con las ciencias humanas y las naturales. La Química deja, por ejemplo, los conceptos de isotopía y de valencia. La lingüística, por parte de Saussure, dejó la noción de significante y significado, que luego complementó Hjemlslev con la expresión y contenido; esta es la base de la significación semiótica, pero ahora no solo en la lengua, sino en cualquier discurso, en cualquier lenguaje.
Del formalismo, la semiótica adoptó las formas narrativas. Esta es la razón por la cual Greimas propuso el esquema actancial, en el que reducía las 31 funciones propuestas por Vladimir Propp para el análisis del cuento de hadas. De la fenomenología emergieron los siguientes conceptos semióticos: el sema figurativo; la estesis, entendida como la relación (necesaria en el proceso de significación) que debe haber entre el sujeto y el mundo sensible; la intencionalidad, que difiere de la intención, en cuanto que esta última queda en la periferia de lo que un discurso en particular significa por sí mismo. El esquematismo de Kant se verá reflejado en la teorización del esquema tensivo: correlaciones inversas y conversas, valencias que aumentan mientras otras disminuyen o que mantienen el mismo equilibrio, respectivamente. Aunque también hay relación con el sicoanálisis o con otras ciencias naturales, el autor deja claro que las adopciones que se lleven a cabo “requieren un trabajo creativo de adaptación a la metodología y al objeto de la disciplina acogida” (p. 65).
El tercer ítem, expone la convergencia entre la ciencia cognitiva y la semiótica tensiva, a partir del concepto de enacción, entendido como la no disociación entre el sujeto y el mundo. Este rasgo guarda relación, de algún modo, con la estesis expuesta arriba y que deriva de la fenomenología. Sin esta cualidad (me refiero a la enacción) no podría llegarse al sistema de valores, producto de la interacción del humano con el mundo a partir de las diferencias y matices que de él puede percibir.
En continuidad con el tema del apartado anterior, Desiderio expone en el cuarto punto la relación que hay no solo entre esta disciplina y las de las ciencias humanas, sino también entre los conceptos de la semiótica misma. Para ello cita la teoría Peirciana que aporta elementos considerables al estudio de las modalidades y de la semiótica tensiva: la primeridad, que comporta el icono; la segundidad, que conlleva el índice, y la terceridad, que converge con el símbolo. Estas características las hallamos en todo proceso de significación del humano frente al mundo.
El quinto punto expuesto por Desiderio evidencia la importancia de la praxis enunciativa en los discursos. Según el autor, toda disciplina es un discurso particular y, por lo tanto, llevan consigo actos de enunciación, que son, en últimas, los que permiten la adaptación de teorías entre una ciencia y otra. Así las cosas, “la praxis enunciativa es la que hace posible la interdisciplinariedad” (p. 71).
En último ítem el autor aclara que el papel de la semiótica en las relaciones interdisciplinarias no llega al punto de definir lo significativo en cada una de las áreas. Lo que aporta, según Desiderio Blanco, es el concepto de “pertinencia”, el eco que un problema de una ciencia específica pueda ocasionar en otra. Para complementar lo anterior, se vale de la mira intencional (la calidad o el rigor) y de la captación, como operaciones que llevan a concluir “el dominio de pertinencia de cada ciencia” (p. 72).

Entonces: La semiótica como disciplina, caracterizada de tal manera por poseer un objeto de estudio y un método (en constante estudio, además), está en constante relación con las ciencias humanas y naturales. Habría que pensar hasta qué punto los investigadores, sin importar la disciplina, identifican y comprenden los aportes que han recibido de la semiótica. Tal vez, si tomamos el rasgo de “pertinencia” que expone Desiderio Blanco al final de la ponencia, podríamos deducir que el estudio del sentido o de la significación, tal cual lo define él mismo, no aporte más que la posibilidad de discriminación entre los factores que pueden o no ser estudiados entre las diferentes ciencias.  Si lo dejamos hasta ahí, volveríamos a considerar la ciencia semiótica no como tal, sino como una metodología para lograr fines en las diferentes disciplinas del conocimiento. Al parecer, el objetivo de esta ponencia no era otro que exponer los aportes de otras ciencias a la semiótica. Creo que es necesario, por parte del autor, identificar y aclarar, en otro texto, los aportes que la semiótica ha hecho a las diversas disciplinas.