jueves, 13 de marzo de 2014

"Identidades asesinas", de Amin Maalouf: Muertos a causa de identidades humanas

“IDENTIDADES ASESINAS”, DE AMIN MAALOUF: MUERTOS A CAUSA DE IDENTIDADES HUMANAS
Imagen tomada de internet
Jhon Monsalve
Tal vez la importancia, aunque vasta, que se le ha dado a uno de los más grandes pensadores de nuestros tiempos, Amin Maalouf, no ha sido suficiente en comparación con la dada al antropólogo francés Lévi-Strauss, a quien sucedió en la Academia Francesa. Tal vez haya que esperar a que pase el tiempo para valorar sus aportes, en parte literarios y filosóficos, pero sin duda, y aunque poco se note, también antropológicos.
Uno de los libros en el que se demuestra con más precisión la filantropía y la ética social (perdonen la redundancia) es, sin duda, “Identidades asesinas”, pues en él presenta las razones por las cuales los humanos de cierta postura política, social o religiosa, tras un velo de intolerancia, terminan masacrando ideológica, mental o físicamente a seres humanos con identidades distintas. Lo importante es que no solo muestra estos balances mustios de la realidad mundial, sino que también presenta las posibles vías para la solución de tales problemáticas mundiales y humanas.
Maalouf parte de la condición propia de haber nacido en el Líbano y de haberse radicado, por asuntos familiares, en Francia, de haber adoptado esta lengua romance, de escribir haciendo uso de ella, y no del árabe, parte de aquí, decía, para proponer una reflexión minuciosa y muy cuidada sobre el concepto de identidad y su relación con los rasgos que la componen: la religión, la lengua, las formas de vida. Estos rasgos serían los mismos que sustentaría el concepto de etos, definido, literalmente por la Real Academia de la Lengua Española (perdonen la vaguedad de mis escritos; siempre carentes de una bibliografía óptima) como el “Conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una persona o una comunidad”. El autor, sin embargo, no se estanca en estos caracteres identitarios, sino que llega al punto de entender el concepto de identidad como un término de difícil comprensión y definición, pero, sin duda, urgente de estudiar y de actualizar según los cambios tecnológicos que se han producido en los últimos años. Pero la definición de este término termina siendo en el autor algo concisa y precisa: “Mi identidad es lo que hace que yo no sea idéntico a ninguna otra persona”.
Esto que, desde cierto punto, podría convertirse en un axioma, puede entenderse a lo largo de su ensayo (muy bien escrito y estructurado, por cierto), en el que destaca tanto las cosas positivas como las negativas de cada cultura 8de las que nombra) y donde propone una comprensión tolerante inmediata sobre los comportamientos y costumbres distintas de cada comunidad. Por ser libanés, era imprescindible que hablara del islam, y ocupa gran parte de su ensayo comentando sobre las cuestiones históricas que llevaron a esta religión a ser lo que es hoy. En comparación con el Cristianismo, demuestra cómo este ha ido evolucionando de manera positiva a través de los años, contrario al Islamismo, en el que ha ocurrido a la inversa: al principio era un pueblo tolerante y luego se ha convertido (o la gente lo ha convertido; esta idea también es extensamente desarrollada) en lo que hoy es: un pueblo religioso, represor y autoritario, pero también reprimido.
Eso sí: en ningún momento toma partido por nada. Sus reflexiones son netamente éticas y humanas, y muy razonadas. En su definición de identidad se constata de inmediato que aquellos rasgos que me hacen diferente a los otros son los mismos que deben respetarse porque me identifican como sujeto colectivo. Estas luchas de religiones, estas matanzas a causa de la incomprensión de formas de vida distintas no tiene razón de ser en un mundo en el que debería prevalecer el interés por el otro.
Lo dicho en este pequeño escrito es solo una síntesis de las propuestas de Amin Maalouf. Claro que hay más, claro que la identidad no se puede catalogar de asesina en solo unos párrafos, claro que la involución humana, la globalización (lo que el autor denomina mundialización o más específicamente, porque termina siendo lo mismo sin darnos cuenta, Americanización) no se explica lo suficiente en estas líneas que ustedes leen. Claro que no. Para ello hay que ir al libro y descubrirlo personalmente. Que esto sea solo (y así es) un abrebocas.

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