jueves, 10 de abril de 2014

Los errores de los lectores del artículo del "Diario Jornada" sobre los cambios de las letras del alfabeto

LOS ERRORES DE LOS LECTORES DEL ARTÍCULO DEL “DIARIO JORNADA” SOBRE LOS CAMBIOS DE LAS LETRAS DEL ALFABETO
Jhon Monsalve
Imagen tomada del Diario Jornada
Por dos razones recibí con sorpresa la información de los cambios en algunas letras del alfabeto. Una de ellas es porque la página (clic para leer el artículo) del periódico que la publica se ha compartido miles de veces en las redes sociales, cuando han pasado ya casi cuatro años de haberse reglamentado esas nuevas variaciones. ¿Por qué, si la información era tan valiosa, no se informó antes? La respuesta parece ser simple: es la misma razón por la cual hoy, después de 60 años de eliminada la tilde en la palabra “fe”, se sigue poniendo porque, según algunos argumentos, este vocablo es divino. Estas cosas, como se ve, demuestran que los cambios de la Real Academia de la Lengua son tomados por los académicos hispanohablantes como un acto de arbitrariedad. Y, a mi parecer, no lo es así.
¿Qué entiendo por académicos hispanohablantes? Sobre todo, escritores y docentes. Una novela publicada en 2014 por Alfaguara sigue siendo fiel en su escritura a las normas ortográficas vigentes hasta el año 2010. Algunos docentes de colegio ni se inmutan por esto, aun cuando son profesores de Español y Literatura, y algunos, pocos, claro está, docentes universitarios no se han tomado el trabajo de ponerse al día con estas normas que rigen el buen escribir en español. Se me tildará, posiblemente, de “mamerto”, pero considero que como académicos, escritores y docentes, no podemos darnos el lujo de seguir escribiendo como hace medio siglo o como hace cuatro años. Entiendo, por supuesto, que los cambios orales son más significativos  que los gráficos, pero considero que, por el hecho de que la escritura es nuestro diario vivir, resulta necesario pensar en actualizarnos en las normas.
Para ello, una página de Internet no es suficiente. Ya vemos cómo se comparte este link entre profesionales que ya deberían saber de sobra esos cambios. Y si se comparte es porque existe un vacío informativo al respecto: profesores que no leen enseñan, paradójicamente, a leer y a escribir. Pero, bueno, se me objetará que la escritura no es solo ortografía y que la lectura pierde su valor catártico cuando se toma de esta manera. Y estoy de acuerdo. Lo que sucede es que, desde mi perspectiva, debería haber un equilibrio entre lo argumentativo y lo normativo, sin prescindir de ninguno de los dos.  Esto sería un buen tema para otro texto, en el que se tuviera en cuenta la pertinencia de la enseñanza de la ortografía para grados de la educación media y básica y para la enseñanza de la escritura en distintas carreras universitarias.
El tema de este texto es otro. Decía que una página de Internet no es suficiente para ponernos al día en normas ortográficas. Debimos haberlo hechos hace poco más de tres años y escribir al respecto y ser los primeros. Pero las ocupaciones no nos dejaron. Hoy, sin embargo, veo que damos crédito a esto que leemos porque lo vemos novedoso y consistente. Y es normal: es más fácil leer 500 palabras a las miles y miles de la Nueva Ortografía.
Pero dejemos la cantaleta y digamos lo importante. La otra razón por la cual recibí con sorpresa la información de estas variaciones fue una afirmación atrevida y sin fundamento que resulta imperativo aclararla. La página del Diario Jornada que tanto se comparte afirma: “Respecto de la tilde, dejará de usarse en la palabra "solo" incluso en casos de posible ambigüedad, como "voy solo al cine", aunque no se condenará si alguien quiere utilizarla”. Esta afirmación es medianamente cierta. La palabra “solo” no lleva tilde desde diciembre de 2010, pero en ninguna parte de la Nueva Ortografía de la Real Academia Española se afirma que no se condenará el uso de esta tilde. Esta aserción es más una interpretación de este periódico que, basado posiblemente en lo vacuo de la palabra condenar (porque al fin de cuentas la RAE no puede condenar a nadie), aprovecha para legitimar públicamente su uso. Es más, durante todo el artículo le ponen la tilde a “solo”, y no se dan cuenta de que predican sobre cambios y, paradójicamente, caen en errores.

El hecho no es que se condene o no su uso, sino que, sea cual sea el caso, ya no se pone la tilde en “solo”, ni cuando hay ambigüedad. Los argumentos son claros: 1) no se tildará porque esta palabra es paroxítona y termina en vocal, y, por ser llana, siempre es tónica la sílaba “so”. 2) No se tildará porque, de hacerlo para evitar la ambigüedad, debería acentuarse también gráficamente “otro” en una oración como “Encontró otro indicio de delito”. Pero citemos textualmente, por si no me creen: “(…) ya que tanto el adjetivo solo como los determinantes demostrativos son palabras tónicas, lo mismo que el adverbio solo y los pronombres demostrativos, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de doble interpretación”.
Doble interpretación fue la que hubo con “se podrá prescindir” porque muchos podrían argumentar que, de ser así, existe la posibilidad de marcar el acento gráfico. Yo no lo creo tanto. Los argumentos gramaticales son claros y, por tal motivo, dejan a un lado cualquier probabilidad de poner tilde en “solo”. Si usted entiende lo contrario, lo reto a que proponga, entonces, la tilde para todas las palabras que, por su homonimia, causen ambigüedad: “Fue seguro a la universidad”. Es más, yo le ayudo: cuando seguro sea adverbio póngale la tilde en la u, y cuando sea adjetivo no la ponga. ¿Ridículo, cierto?
Y bien, aplaudo que, al menos, casi cuatro años después, esté tan compartida la información de los cambios de la ortografía. Este texto que escribo, tal vez inútil, es solo una pequeña reflexión sobre la importancia de las variaciones ortográficas en nuestra sociedad hispanohablante y sobre cómo, aun siendo profesores y escritores, nos conformamos con la información de una página de Internet que, si bien es confiable, no lo es tanto como El libro del español correcto, publicado por el Instituto Cervantes en el año 2012, que, con respecto a la tilde en “solo” afirma prudentemente: “Según las últimas normas de ortografía, no deben llevar tilde (el subrayado es del libro) ni la conjunción o, ni los demostrativos, ni la palabra solo”. Este sí es un argumento de autoridad. 

2 comentarios:

  1. "Se podrá prescindir" no merece ser interpretado en ningún caso como "se deberá prescindir". Me parece que carece de cualquier sentido pretender, así sea desde la RAE, imponer un uso ortográfico, máxime cuando éste contradice una normativa explícita enarbolada con anterioridad. A lo sumo se podrá sugerir, y el tiempo se encargará de convalidar -o no- la validez de dicha sugerencia a través del uso que haga la gente, que es en definitiva la dueña del idioma.

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    1. Bueno. En parte tiene razón, Germán. Pero tenga en cuenta que no se puede tomar como sugerencia. Es más, pego textualmente de la página de la RAE la misma explicación, y esta vez le aseguro que no da para malinterpretaciones. Es más: el argumento del Instituto Cervantes va muy a la par con los siguiente (ah, y cuidado porque el pronombre "este" ya no se tilda, y esos guiones menores no son pertinentes en cuanto al uso que les da en su comentario. Saludos):El adverbio solo y los pronombres demostrativos, sin tilde
      La palabra solo, tanto cuando es adverbio y equivale a solamente (Solo llevaba un par de monedas en el bolsillo) como cuando es adjetivo (No me gusta estar solo), así como los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y plurales, funcionen como pronombres (Este es tonto; Quiero aquella) o como determinantes (aquellos tipos, la chica esa), no deben llevar tilde según las reglas generales de acentuación, bien por tratarse de palabras bisílabas llanas terminadas en vocal o en -s, bien, en el caso de aquel, por ser aguda y acabar en consonante distinta de n o s.
      Aun así, las reglas ortográficas anteriores prescribían el uso de tilde diacrítica en el adverbio solo y los pronombres demostrativos para distinguirlos, respectivamente, del adjetivo solo y de los determinantes demostrativos, cuando en un mismo enunciado eran posibles ambas interpretaciones y podían producirse casos de ambigüedad, como en los ejemplos siguientes: Trabaja sólo los domingos [= ‘trabaja solamente los domingos’], para evitar su confusión con Trabaja solo los domingos [= ‘trabaja sin compañía los domingos’]; o ¿Por qué compraron aquéllos libros usados? (aquéllos es el sujeto de la oración), frente a ¿Por qué compraron aquellos libros usados? (el sujeto de esta oración no está expreso, y aquellos acompaña al sustantivo libros).
      Sin embargo, ese empleo tradicional de la tilde en el adverbio solo y los pronombres demostrativos no cumple el requisito fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o inacentuadas formalmente idénticas, ya que tanto solo como los demostrativos son siempre palabras tónicas en cualquiera de sus funciones. Por eso, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de ambigüedad. La recomendación general es, pues, la de no tildar nunca estas palabras.
      Las posibles ambigüedades pueden resolverse casi siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas. Los casos reales en los que se produce una ambigüedad que el contexto comunicativo no es capaz de despejar son raros y rebuscados, y siempre pueden evitarse por otros medios, como el empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el caso del adverbio solo), una puntuación adecuada, la inclusión de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una única interpretación.
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