lunes, 12 de diciembre de 2011

El abandono en la poesía de Maybell Lebron

El abandono en la poesía de Maybell Lebron
(Jhon Monsalve)
Maybell Lebron: http://www.los-poetas.com/l/biolebron.htm
El abandono parece ser un estado del alma, un desafiante hecho ante la vida, un olvido momentáneo, tal vez eterno. El abandono es la congoja, es la despedida, es la muerte, es la monotonía, es el sueño. El abandono es la esperanza de que algún día todo se recupere. El abandono es uno de los ejes temáticos de la poesía de la cuentista y poeta paraguaya (aunque nacida en Argentina) Maybell Lebron. La autora, nacida en 1923, es conocida por su poemario Puente a la luz, publicado en 1994, y por su libro de cuentos Memoria sin tiempo, de 1992. El eco del silencio es la antología de cuentos en donde se encuentra Gato de ojos de Azufre, cuento que le dio el Premio Néstor Romero Valdovinos. En el mismo Eco publicó un cuento titulado La despedida, que para el análisis aquí propuesto es el argumento del abandono como muerte. Además de este cuento, se pondrán en relación tres de los poemas de la autora que convergen en el mismo eje temático: El abandono.

CONGOJA

La luz se ha vuelto amarilla
y torna oscura la arena
donde olvidada condena
cumple la pequeña silla.

Bajo el agua que la humilla
su esqueleto claveteado
tirita en el descampado
mientras su dueña se angustia
viéndola transida y mustia
por haberla abandonado.

Congoja es el poema de la metáfora, es tal vez su sinónimo. Congoja es la representación del sentimiento del ser abandonado y del sufrimiento que conlleva. Congoja habla de una silla que personifica la soledad del abandono, el sufrimiento del que queda y la visión del que se va. Una silla que no puede hacer nada, que es inerte, que solo espera a que las olas le hagan el favor de llevársela para no seguir siendo testigo de la visión de su dueña. Este poema presenta una oposición entre el abandono sufrido y el abandono forzado, este último por la dueña, que abandona su silla pero con angustia. Es el mismo hecho que lleva a la mujer de La despedida a dejar a Jorge: es más una obligación, que un deseo: la obligación del deseo de su padre. Mientras la silla se enfrenta a una olvidada condena, la dueña se enfrenta a la angustia del abandono.


Sin jamás habernos visto
nos reconocimos;
y nuestras huellas fueron parejas,
y nuestras sangres forjaron hijos,
lloramos juntos nuestras tristezas,
juntos supimos de soles limpios,
y hoy,
sentados frente a frente,
nos miramos,
sin saber qué decirnos.
El abandono duele más cuando es consciente: Esta es tal vez una de las consignas en la poesía y en la narrativa de Maybell Lebron. En el poema Sin Jamás Habernos Visto, se evidencia el dolor del abandono consciente, producto de la monotonía y de los años. En este poema el abandono es del pasado, de lo que fue y no pudo ser, de lo pronto que las cosas pasaron. El abandono de una vida, de una historia, que se deja atrás por no haberla sabido vivir con paciencia. El abandono del pasado por culpa del tiempo que ya pasó (porque pudieron haberlo aprovechado) y que no dejaron pasar (pues se apresuraron). Sin Jamás Habernos Visto es el poema de la monotonía y de las cosas que junto a ella se abandonan. Y queda la pregunta: sin vernos, ¿qué tanto nos reconocimos?

SUEÑO

Descubro
tu leve carcajada
en las alas inquietas
de algún gorrión sin miedo.

Escucho
el ruido de tus pasos
en las hojas que caen,
desprendidas, al suelo.

Añoro
tu traviesa sonrisa
en cándidos jazmines
con aroma de pueblo.

El cielo se ha puesto azul,
empapado de viento:
sueño
que has vuelto.

El abandono desde la perspectiva de quien queda. El abandono desde los ojos de quien sufre y espera: eso es Sueño, este poema. El yo poético (para mí femenino, aunque nada lo diga) añora, desea, anhela que su amor vuelva. Las pisadas falsas, los ruidos sordos, los recuerdos borrosos, le recuerdan (o le mienten) que está por llegar aquel que se fue. Descubre, añora y escucha a su amado que vuelve, aquel que la abandonó, aquel que es inexistente. La mujer de La despedida ve a Jorge frente a la iglesia. Hay dos hechos claves: la muerte de su padre y la muerte del compromiso con Gustavo. Jorge la mira entrar a la iglesia, y ella sabe que el abandono lo carcome y que posiblemente será consciente de la decisión de ella, y quedará como silla abandonada junto al mar, mientras ve a ella marchar hacia el horizonte, mientras queda él soñando con que algún día regresará.

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