domingo, 22 de diciembre de 2019

Comentario sobre la crónica negra “MATA mata Matallana”, de Fernando Iriarte


Comentario sobre la crónica negra “MATA mata Matallana”, de Fernando Iriarte
Jhon Monsalve

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“Mata Mata Matallana” es de esos libros que se leen en una sentada, porque se disfrutan desde el principio hasta el fin. La configuración narrativa de los hechos históricos que rodean la vida de Nepomuceno Matallana es extraordinaria. Como el cronista de alta categoría que es, Iriarte lleva al lector por los senderos de una Bogotá oscura del año 47, en el que se cometió el cruel asesinato de Alfredo Forero a manos de Matallana.

Es coincidencial la raíz el apellido doble de este asesino serial. Pareciera haber sido registrado para condenarlo a un futuro de estafas y criminalidad. Fernando Iriarte, a lo largo de las casi 130 páginas que componen el libro, organiza en secciones la vida de Matallana después del asesinato de Forero. Cada capítulo lleva el nombre de los involucrados en los asesinatos, o de las víctimas, o de los oficiales de la policía que se encargaron del caso.

Aunque el centro de la crónica radica en el proceso a Matallana y en el caso específico de Forero, el autor hace navegar al lector por los mares de la primera, segunda y tercera décadas del siglo XX, cuando el personaje principal estudiaba en el colegio, cuando inició sus desmanes de corrupción, cuando fue llevado a la cárcel por vez primera, cuando se escapó fácilmente de ella, cuando fue arrestado de nuevo, cuando se casó con una mujer mucho mayor por conveniencia, etc.

Para los interesados en la Bogotá de los años 40, esta crónica rescata de manera especial los hechos fundamentales de la época, incluso, en ocasiones, con noticias internacionales que llamaban la atención de Matallana.

Cabe resaltar la astucia del personaje que pinta con palabras Iriarte. En cualquier texto histórico, aparece como un sujeto inteligente, que sabe utilizar el discurso para su beneficio, que sabe engañar a sus víctimas para acumular riquezas. Así mismo, se ve en esta crónica la configuración de Nepomuceno Matallana; un criminal que, además, sabía mantener la calma ante las acusaciones.

Queda muy evidente en la crónica de Iriarte el poco apoyo económico que tenía la policía en la época y, por tanto, la inestabilidad que caracterizaba a la justicia. No obstante, con la ayuda económica de la esposa de Forero, pudieron llevar a cabo las pesquisas necesarias. Uno de los cómplices de Matallana era Hipólito Herrera, quien ayudó a matar y a enterrar a Forero. Según Iriarte, Hipólito se vio obligado a confesar luego de que lo semitorturaran en una noche fría, amarrado a un árbol. La semitortura incluía el no ofrecimiento de un caldo que habían preparado para el frío, hasta el punto que, sin soportar más el castigo, Hipólito optó por contar cada detalle del asesinato y de la tumba donde fue enterrado.

No hay duda que esta crónica es un delicioso banquete para los amantes de la literatura negra hecha en Colombia. Así como lo decía Mss. Marple, en las clásicas novelas de Agatha Christie: la condición humana es la misma en todas partes. Aquí, en nuestro país, contamos tristemente con asesinos de la talla de Ted Bundy o Luka Magnotta. Ya la literatura los está considerando…

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