sábado, 6 de julio de 2013

"El lujo del lenguaje", de Jesús Tusón: Espacio de diversidad

Características del lenguaje como código y como espacio de diversidad
Jhon  Monsalve 

Imagen tomada de internet

El presente texto tiene como objetivo presentar las características del lenguaje como unidad y como espacio de diversidad, con base en “El lujo del lenguaje”, texto escrito por Jesús Tusón. Luego de dicha presentación, se tratará de encontrar el punto de liaison entre esas características.
La sintaxis, el simbolismo y la capacidad de extraer diversos sentidos de lo que se oye o se escribe son la base para afirmar que el lenguaje (innato, por supuesto) se presenta como código unificador. Todas las lenguas se caracterizan por estos universales: una sintaxis limitada en todas las lenguas que no permite cualquier tipo de orden, por tal razón, jamás se oyen proposiciones como “El sol se cada día pone”; el simbolismo afirma al lenguaje, debido a que toda lengua es arbitraria y a la capacidad humana de relacionar sonidos con significados; por último, la capacidad de reconocer diversos sentidos en las estructuras o en partes de ellas, como la distinción de un agente y de un lugar en oraciones con estructura de pasiva (fue recibido por el comisario, fue recibido por el pasadizo), aceptar esta afirmación como universal permite, juntando a esto simbolismo y sintaxis, hablar de la unidad del lenguaje.
Teniendo en cuenta lo anterior, se presentarán algunas ideas que sustentarán lo ya dicho. Según Roger Bacon, la gramática es solo una y la misma para todas las lenguas y, cuando se afirma esto, se da por sentado que por encima de todo, una lengua es su arquitectura formal, es decir, su morfología o sintaxis, aquello con lo que se alude a cualquier tiempo verbal y con lo que se distingue un agente de un objeto. Incluso en los actos de habla se encuentran elementos comunes: se forman plurales, se aplican los mismos pronombres, etc. La estructura de nuestra lengua, afirma Jesús Tusón, es la propiedad compartida de que todos gozamos; aquello que nos permite comprender y ser comprendidos.
Lo dicho hasta el momento sustenta la idea de que todas las lenguas son iguales y que es en la estructura donde se hermanan los hablantes y no en el léxico, que varía. Todos los humanos poseen una gramática universal que les es innata, y al parecer conocen los límites de sus lenguas de manera inconciente, ya que no pueden ordenar a su gusto las oraciones que escriben o dicen: la sintaxis aparece de nuevo como universal lingüístico, y como universal lingüístico también su límite.
Por otra parte, el lenguaje es el sistema simbólico más elaborado, tomado como el instrumento de mayor excelencia y flexibilidad para la comunicación. Todas las lenguas son simbólicas, arbitrarias, y debido a que las palabras no guardan relación con los objetos a los que representan, la ambigüedad aparece como el segundo tipo de conocimiento lingüístico, después del uso gramatical y creativo (sintaxis) de una lengua. He aquí otro punto, según Tusón, donde se hermanan los humanos: son capaces de emitir juicios sobre la ambigüedad de aquellas oraciones que pueden ser interpretadas en más de una forma[1].
Es muy poco lo que resta de la capacidad humana de extraer los sentidos de las estructuras: solamente puede decirse que el humano reconoce el rol del sujeto o del objeto en la estructura oracional que se presente. De esta manera, el lenguaje se presenta como código unificador.
Ahora bien, si bien es cierto que hay características que forman al lenguaje como código unificador, también es cierto que por cuestiones diacrónicas, diatrópicas, diatráticas y diafásicas el lenguaje es un espacio de diversidad, y esa diversidad habita en el léxico. El humano habla una variación de lengua y es adscrito a este o aquel dialecto; por otra parte, tiene la capacidad de cambiar de registro para adaptarse a las situaciones de la vida cotidiana y, por convención, habla una lengua estándar que es exigida por la comunidad lingüística a la que pertenece. En cualquier registro o variación de lengua se mantiene la sintaxis, pero a la vez se presenta un cambio en el léxico que sustenta la diversidad, y, en ocasiones, el simbolismo estándar o convencional varía aunque las palabras sean las mismas: se ha dicho que el simbolismo es universal y que afirma al lenguaje como código unificador, pero dentro de un diasistema (tomando el concepto de Coseriu), específicamente en una Norma lingüística, unas palabras que hacen parte del estándar pueden ser símbolos precisamente no de las mismas cosas, en otras situaciones, en otros lugares o en otros tiempos.
No obstante, la diversidad no es excesiva: Sapir, según Tusón, afirma que si el entorno físico de un pueblo se refleja ampliamente en su lengua, esto vale también en lo que se refiere a su entorno social[2], y en ese entorno físico todas las lenguas disponen de palabras para significar, por ejemplo hipónimos de naturaleza: árboles, plantas, ríos; así que “El mundo (…) no permite una diversidad excesiva porque los elementos que constituyen el entorno físico se hallan distribuidos universalmente en el tiempo y en el espacio”[3]; es decir, por más diversidad que haya, siempre habrá palabras que designen a las cosas del mundo, y entonces, se hablaría de una diversidad asentada en el léxico de las lenguas. Las características del léxico, su carácter superficial y fácil al cambio, hacen de éste el nivel idóneo donde se pueden reflejar con amplitud las diferencias entre los grupos lingüísticos[4]. Evidentemente, de una lengua a otra cambia el léxico como puede cambiar por una variación intraidiomática; la diversidad habita en éste (el léxico), como la unidad, en la estructura.
Por último, podría afirmarse que en la diversidad (del léxico y no en lo que éste representa) también hay sintaxis, es decir, también hay unidad. En tal caso, se unirían por el hecho de que para poder fijar una unidad en el lenguaje es necesaria la búsqueda de universales lingüísticos que fundamentan la unidad, el simbolismo y la sintaxis, y que solo son encontrados en la diversidad lingüística. Entonces, se sabe que existe la unidad del lenguaje debido a la diversidad del mismo.

BIBLIOGRAFÍA
Tusón, Jesús. El lujo del lenguaje. Madrid: editorial Paidós, 1989.


[1] Tusón, Jesús. El lujo del lenguaje. Madrid: editorial Paidós, 1989, p. 36.
[2] Íbid, 61
[3] Íbid, 61
[4] Íbid,65

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