jueves, 14 de junio de 2012

La educación del niño


LA EDUCACIÓN DEL NIÑO
Margarite YOURCENAR
Fragmento del libro Les yeux ouverts
Traducido por Jhon Monsalve
Nota preliminar
Les presento a continuación una de las mujeres más grandes de Francia: escritora, poeta, crítica, ensayista y traductora. En esta ocasión, habla de la educación ideal del niño, y aunque el texto es muy corto, deja ver, en tan pocas letras, una sabiduría y una propuesta que cambiarían el mundo entero.
He reflexionado constantemente sobre lo que podría ser la educación del niño.  Pienso que harían falta estudios de base, muy simples, donde el niño entendiera que hace parte de la inmensidad del universo, que pertenece a un planeta que debe proteger, que depende del aire, del agua, de todos los seres vivos, y que el mínimo error o la más sutil violencia puede volverse el peligro más grande.
El niño aprendería que los hombres se han matado entre sí, en las guerras que no han hecho otra cosa que producir más guerras, y que cada país arregla su historia, engañosamente, para enaltecer su orgullo. Se le instruiría en los hechos pasados para que se sienta unido a los hombres que lo precedieron, para que los admire como ellos lo merecen, pero sin crearse ídolos, no más que del presente o de un hipotético futuro.
Se trataría de familiarizar al niño con los libros y las cosas; sabría el nombre de las plantas, conocería los animales sin librarse de las penosas vivisecciones impuestas a los pequeños y preadolescentes bajo el pretexto de biología; aprendería a dar los primeros auxilios para cuando fuere necesario; su educación sexual comprendería la presencia de un parto, y su educación mental,  la vista de enfermedades terminales y las defunciones.
Se le enseñarían las nociones básicas de la moral, sin la cual la vida en sociedad es imposible: instrucción que la escuela primaria y la educación media quieren pasar por alto en este país. En cuanto a religión, no se le impondría ninguna práctica o dogma, sino se le enseñaría algo de todas las religiones del mundo, y sobre todo de las del país en que vive, para despertar en él el respeto y destruir, de paso, algunos falsos prejuicios.
Se le enseñaría a trabajar y a no dejarse consumir por la publicidad, empezando por aquella que promociona las golosinas más o menos adulteradas, que son el principio de caries y diabetes futuras.  Hay, por lo tanto, una manera de hablar a los niños de cosas verdaderamente importantes, mucho más pronto de lo que acostumbramos a hacerlo.

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