miércoles, 30 de mayo de 2012

La entrega de un megacolegio sin paredes


LA ENTREGA DE UN MEGACOLEGIO SIN PAREDES
Jhon Alexánder Monsalve Flórez
El sábado 19 de mayo, en horas de la mañana, la Constructora Martínez Caballero S.A. entregó el Megacolegio Los Colorados a la comunidad. Este proyecto que se inició el 21 de febrero de 2011 fue pensado en pro del beneficio de 1440 estudiantes del sector del Norte de Bucaramanga, que, en el momento, se educan en la escuela El Pablón, en el colegio Vijagual, en una de las sedes del colegio Club Unión y en los colegios privados de la zona: El Liceo Rey David y El colegio Las Américas. Por el lugar en que fue construida la institución educativa,  el plan tenía como nombre: Construcción, mejoramiento y dotación de infraestructura educativa en Zonas de alto riesgo por desplazamiento.
El día anterior a la entrega del Megacolegio, el presidente de la Comuna 1, Nelson Mantilla, invitó a la comunidad en general, por medio del megáfono barrial, a lo que por mucho tiempo se había esperado en esta zona: la entrega de un proyecto que al principio no prometía lo suficiente. El 3 de abril del presente año, el ingeniero a cargo Roberto Tarón Arrieta aseguró que la entrega de la institución se haría a finales de ese mes, pero por cuestiones que aún se desconocen el proyecto se retrasó casi 30 días. Lo bueno es que al fin se entregó, y la gente de los barrios aledaños se acercó en manada para ver con sus propios ojos el lugar en que sus hijos terminarán la primaria, harán el bachillerato y podrán acceder a estudios superiores; la comunidad espera con fe que el Megacolegio funcione también como sede de La Universidad del Pueblo.
 El plástico que se divisa es lo único que protege las instalaciones del Megacolegio
Las amas de casa dejaron sus quehaceres para ser las primeras en ver la obra acabada. Los niños caminaban contentos hacia el extremo oriental del barrio Los Colorados, entre el polvo y bajo el sol radiante. Parecía una progresión que se dirigía a la muerte de promesas sin cumplir. Todos iban con ropa informal, con zapatos improvisados, seguidos de perros y de sueños. A la entrada los recibió un hombre flaco, vestido de celador y con un radio en la mano: “Sigan, es en el coliseo”. La gente entraba mirando hacia los lados, hacia abajo, y levantaban la cabeza para agradecer al cielo por la oportunidad que le daba al barrio; alguien afirmaba: “Al fin el gobierno se acordó de nosotros”. Todos estaban tan sorprendidos con la estructura, que ignoraron por completo que aún no tenía paredes, ni portería, ni entradas, y que si entregaban  en ese estado la institución era como si dejaran el Megacolegio al cuidado de la gente del barrio.
Siguieron al coliseo (el lugar donde se iba a llevar a cabo la entrega) cuya capacidad, según la constructora Martínez Caballero S.A., es de 300 estudiantes: “¿Pero no son 1440 los que van a entrar?”. El trabajador social de la obra hizo un recuento general de las características del proyecto: habló de sus instalaciones, del beneficio de todos los habitantes de los barrios aledaños y del contrato que la constructora había firmado con la alcaldía de Bucaramanga, la cual, según ellos, se había negado a firmar uno mayor a $ 8000.000.000 y que por esa razón entregaban el colegio sin las paredes que normalmente encierran las instituciones educativas. Añadió que la comunidad estaba en la obligación de cuidar las instalaciones y que si se perdía algún elemento era responsabilidad única de la gente del barrio. El concejal, Carlos Moreno, apoyó la mención de la constructora, y aseguró que todos se iban a comprometer en la protección del Megacolegio. Uno de los asistentes, un joven que apenas pasaba los 20 años, se puso en pie y protestó: “No entiendo la razón por la cual tenemos que cuidar este colegio si el error no fue nuestro; si la alcandía fue la responsable, ella debe responder por la seguridad de la institución”. Y agregó en un tono más severo dirigiéndose a los integrantes de la constructora: “La firma Martínez Caballero optó irresponsablemente al firmar un contrato en el que dejaba a medias un proyecto de tal importancia”. La gente ante tales aseveraciones murmuraba: “Por gente como ese muchacho es que el gobierno nunca nos ayuda”, y se levantó un anciano: “De nuestra parte, estamos muy agradecidos por tan gran proyecto. La obra está ya casi terminada; no podemos ser malagradecidos”. Y todos apoyaron su opinión, excepto dos personas que pensaban lo mismo que el joven aquel. Una de ellas, una mujer de poco más de 30 años, en un tono maternal afirmó que la comunidad lo que tenía era miedo de que el colegio quedara estancado, como había pasado hace unos años con el colegio Los Comuneros. “Definitivamente, por eso es que nunca ayudan al pobre”, afirmaban algunos desde sus puestos.
El domingo 20 de mayo de 2012 se hizo entrega oficial del Megacolegio al  Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo, FONADE, que queda a cargo de la institución educativa. Aún no se sabe si el colegio quedará a la intemperie o se seguirá forrando con el plástico de construcción que hasta el momento ha tenido. En una entrevista que se hizo al ingeniero de la obra, Roberto Tarón Arrieta,  se pudieron identificar algunos problemas que darán de que hablar en el futuro. Cuando se le preguntó sobre la idea gubernamental de dar la institución como concesión a Fe y Alegría, una supuesta ONG, el ingeniero respondió: “Esto significa que este colegio pasa a manos privadas, a la arquidiócesis; pertenecería ya a la curia”. La comunidad parece satisfecha con la propuesta porque, liderado el colegio por curas y mojas, sus hijos tendrán una educación religiosa más estricta para que no cojan malos caminos. Hasta el momento nadie ha elevado su voz ante semejante discriminación social, pues una gran parte de los habitantes del barrio y de los sectores aledaños no practican la religión católica. Tampoco se han puesto a pensar en las desventajas de la concesión a Fe y Alegría, pues sin ser una institución gubernamental, el Ministerio de Educación puede lavarse las manos y hacer omisión al decreto 4807 del 20 de diciembre de 2011, por el cual se establecen las condiciones de aplicación de la gratuidad educativa para los estudiantes de educación prescolar, primaria, secundaria y media de las instituciones educativas estatales.
Por el momento, hay que esperar la reacción de la comunidad ante lo que se presente y ante las decisiones que se tomen al respecto, mientras que siguen viendo a lo lejos una estructura de dos hectáreas, dispuesta para un día incierto, con áreas múltiples, comedores, canchas, laboratorios, centros de integración, ludotecas y salas tecnológicas.
Esta fotografía muestra el estado aún precario del Megacolegio

2 comentarios:

  1. El colegio hoy es una realidad, con educacion totalmente gratuita, con paredes y con porteria, y con cada uno de los servicios que ofrecieron desde un principio.
    Los sueños de los llamados "pobres" tambien se hacen realidad

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola, Caro Pérez. Me alegra que alguien hubiera comentado esta entrada. Y empiezo mis indagaciones: ¿cuáles sueños, Caro? Debemos ver un poco más allá de lo que aparentan las cosas. No porque el colegio supuestamente esté funcionando de la forma correcta, quiere decir que los sueños se cumplieron. ¿Dónde queda, pues, el hambre, las necesidades, la pésima educación que se está dando? ¿Cómo manejan la indisciplina? ¿Cómo atajan el hambre, la sexualidad, los problemas familiares? Créame que conozco a uno que otro profesor de esta institución sin los conocimientos metodológicos y éticos que requiere una educación de verdad, o sea: una Educación crítica. Y en cuanto a la educación gratuita... no queda más por decir que es una falacia. Si nos quedamos con lo que percibimos a medias, nos convertimos en seres tontamente receptivos. La invito a que, con respecto a este punto, lea este artículo (también de mi autoría) sobre la gratuidad educativa, para que se dé cuenta de las consecuencias y de lo que se esconde tras ella: http://monsalve-jhon.blogspot.com/2013/05/la-quimera-de-la-gratuidad-educativa.html Muchos saludos.

      Eliminar