viernes, 6 de abril de 2012

La enigmática crucifixión del Mesías


LA ENIGMÁTICA CRUCIFIXIÓN DEL MESÍAS

Jhon Monsalve


Se supone, según el evangelio de Marcos, que hoy a las 3 de la tarde crucificaron a Jesucristo. Digo que es solo una suposición porque es el único apóstol que lo afirma y sin fundamento alguno: él no estuvo presente en la crucifixión del Mesías, ni Lucas, ni Mateo, solo Juan, al lado de tres Marías y de una tía de Jesús. Esto último lo dijo el propio Juan en su evangelio, y a él le creo un poquito más por haber estado presente.

Llega semana Santa y ni leemos la Biblia. Eso sí: vamos como ovejitas a Morrorrico, nos arrepentimos de nuestras faltas, le pedimos al Cristo Rey que nos dé mucho dinero para aplastar al resto. Ah, y vemos muchas películas. Qué poco honestos somos y cuán hipócritas: hablamos de Jesús como expertos y nunca hemos leído la Biblia, ni siquiera los evangelios, ni siquiera los versículos aquellos de la crucifixión. Pero decimos con orgullo: Él murió por nosotros en una cruz para perdonar nuestros pecados, y nos arrastramos, como humillados que somos por la Iglesia y por el Estado, de rodillas hacia a Morrorrico. Aquí escribo una parte de mis muchas reflexiones en la Semana Mayor, y hoy, precisamente hoy, viernes Santo, escribo sobre los enigmas de la crucifixión con base en la lectura bíblica.

Ninguno de los apóstoles dijo exactamente lo que dijo otro. Como ya afirmé: si hay que creer en un apóstol, creo en Juan por haber estado presente. El resto no tiene la autoridad para hablar de la muerte, y muy claro se evidencia.

Antes de entrar de lleno en la crucifixión del cordero de Dios, me gustaría dar un ejemplo de las incongruencias de los evangelios. El gallo, aunque pase por alto, es importantísimo para mi objetivo: en Juan (Cap. 18: Vers. 27) , en Mateo (Cap. 26: Vers. 75) y en Lucas (Cap. 22: Vers. 61), cantó una sola vez, y en Marcos (Cap. 14: Vers. 72), cantó 2 veces. ¿A quién le creemos? Bueno, pero eso no es nada, dirán muchos, y tienen toda la razón: eso no es nada. Si leyeran con atención la Biblia se darían cuenta de la cantidad de errores que pululan entre su sangre. Si la presencia del gallo no es nada y su canto no suena lo suficiente, con el permiso de ustedes, para los que todavía me leen, hablaré de las incongruencias de la crucifixión, con todo el placer del mundo.

En Mateo, en Marcos y en Lucas, Simón de Cirene, fue obligado, quién sabe por quién ni por qué, a cargar la cruz de Jesús. En Juan, no ocurre esto: la Cruz la carga solo Jesucristo desde el palacio de Pilatos hasta el Gólgota. En el primer evangelio, cuando aún no era crucificado,  le dieron de beber vinagre con hiel; en el segundo evangelio, le dieron vino con mirra; en el tercer evangelio, no le dieron nada antes de la crucifixión, sino después, cuando ya estaba en la cruz. Lo mismo pasa en el último evangelio.

En Mateo, Marcos y Lucas, le ponen a Jesús un letrero que dice, sin especificar la lengua en que fue escrito ni la persona que ordenó ponerlo sobre su cabeza, “ESTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS”, según Mateo;  “EL REY DE LOS JUDÍOS”, según Marcos; “ESTE ES EL REY DE LOS JUDÍOS”, según Lucas. No obstante, según Juan, lo que se escribió fue  “JESÚS NAZARENO, REY DE LOS JUDÍOS”, y  afirma, y yo a él le creo, que el letrero estaba escrito en tres lenguas: arameo, latín y griego, y que Pilatos fue el que hizo tal mandato, aunque la gente judía le hubiera reclamado que eso era erróneo porque Jesús nunca había sido su rey. Y con razón: si lo crucificaron los judíos fue porque no creían que él fuera su rey, pues no cumplía con las características que vaticinaban los profetas en su libro sagrado.  Ellos, los de allá, los que en verdad sabían, no comieron cuento, y nosotros llevamos 2000 años creyéndolo.

Los ladrones, según Mateo y Marcos, los malhechores según Lucas, u otros dos, según Juan, son otro enigma. Solo Lucas habla de que uno de los malhechores se fue con Jesús al paraíso, por no recriminarlo. Los demás evangelios solo los nombran, y Mateo, además, afirma que los dos ladrones lo insultaban (Cap. 27: Vers. 44), y lo curioso es que quien cuenta esta salvación fue uno de los apóstoles no presentes. Yo le creo solo a Juan, repito, que fue, curiosamente, el que más los ignoró.

Lucas es el único que rescata las palabras de Jesús hacia las mujeres que lo lloraban (lo único que, para mí, salva este pasaje bíblico): “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos. Miren, va a llegar el tiempo en que se dirá: ¡Dichosas las estériles que nunca dieron a luz ni amamantaron! Entonces, dirán a las montañas ¡Caigan sobre nosotros!, y a las colinas ¡Cúbranos! Porque si esto se hace cuando el árbol está verde, ¿qué no sucederá cuando esté seco? ” (Cap. 23: Vers. 28-31). Estos versículos salvan, sin ninguna duda, el pasaje de la crucifixión en los 4 evangelios. ¡Qué sabiduría, por Dios! ¡Qué filosofía!

El resto de los apóstoles ignora el hecho, incluido Juan. Sin embargo, este presenta, a diferencia de los demás evangelios, a las mujeres y al único apóstol que estaba en el Gólgota presenciando la muerte del Mesías. El apóstol era el amado de Jesús, es decir, él mismo, y las mujeres, las tres Marías (María Magdalena, María la madre y María la esposa de un tal Cleofas)  y una hermana de María la “virgen”.

Y por último las palabras tan recordadas: “En tus manos encomiendo mi espíritu”, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” y “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Elí, Elí, ¿lama  sabactani? Dice Jesús en Mateo y luego entrega su espíritu (supongo que lo encomienda, pero nunca lo afirma) mientras los demás esperaban con sarcasmo que bajara Elías a salvarlo. En Marcos pasa exactamente lo mismo, y en ninguno aparece la súplica del perdón por el pueblo. En el evangelio según San Lucas, Jesús afirma “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”, después de que lo crucificaron junto a los dos malhechores, y justo antes de morir afirma: “En tus manos encomiendo mi espíritu”, pero no dice “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Y en el evangelio según San Juan, en el que más creo, no aparece ninguna de estas oraciones, solo la alusión efímera a la entrega del espíritu.

Bueno, y dejando mucho por decir (lean ustedes mismos y se darán cuanta de que aún falta), ahora el problema es elegir la versión más acertada. Yo diría que la de Juan porque fue el único apóstol que estuvo ahí, pero tampoco me convence lo suficiente. Más bien Saramago, sí, El Evangelio según Jesucristo, de Saramago:

(…) su voz resuena por toda la tierra diciendo, Tú eres mi hijo muy amado, en ti pongo toda mi complacencia. Entonces comprendió Jesús que vino traído al engaño, como se lleva al cordero al sacrificio, que su vida fue trazada desde el principio de los principios para morir así, y trayéndole la memoria el río de sangre y de sufrimiento que de su lado nacerá e inundará toda la tierra, clamó al cielo abierto donde Dios sonreía: ‘Hombres, perdonadle, porque él no sabe lo que hizo’.

4 comentarios:

  1. Hola Jhon, he leído varios de sus textos y me gusta mucho como usted escibe. Excelente texto.

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  2. Muchas gracias, Géssica. La idea es que reflexionemos sobre temas no solo gramaticales y literarios, sino también sociales y religiosos.

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  3. Excelente artículo Jhon. Usted y su perseverancia y calidad son un ejemplo para los que queremos seguir el tortuosamente placentero camino de escribir. Bien.

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    1. Gracias por su comentario, Ánderson... y sabe que estoy de acuerdo con la caracterización que usted hace de la escritura: "El tortuosamente placentero camino de escribir". Genial. Saludos.

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