martes, 9 de agosto de 2011

El mayor deseo utópico

El mayor deseo utópico
(Jhon Monsalve)

El humano es el centro de un mundo que deja de reconocer como suyo, cuando se olvida que pertenece a él; muchos vivirán y morirán sin saber que aunque eran pobres algo tan grande y redondo les pertenecía. Y como le pertenece al humano que, por cuestiones teológicas o científicas sin comprobación, se dividió sin culpa en muchos humanos, no se da cuenta de que está destruyendo algo de su propiedad y de que está haciendo el ridículo…, porque solo algunos son los que pertenecen a algún grupo al margen de lo que en el mundo hoy se conoce como ley, y cuando algo es tan pequeño se convierte en animal grande y peludo. Pero la paz no pertenece al humano, sino es simplemente la búsqueda constante de tranquilidad y felicidad que se logra con dinero, con sexo y con salud. El hombre debería tal vez despertar del sueño nada veraz al que está sometido por la pastilla de dormir llamada ignorancia: la paz se busca, pero no en el estúpido dinero que es inservible en medio del bosque; la paz la encontramos en la idea e iniciativa de dejar de importarnos ante todo la satisfacción visual por la plata o la casi orgásmica por el oro. La paz no se logra ni se logrará, si solo una pequeña cantidad de la inmensa masa que dice querer la paz se pone en pie y grita paz, para intentar cambiar el mundo; claro está, sin tener en cuenta aquellos que sin hipocresía no dejan de actuar: los mismos que salen a gritar paz para que la gente  los vea y concluyan que son dioses casi celestiales que pertenecen a una tierra que no les pertenece, aun cuando supieran que son dueños de ella; ellos son los más incomprensibles hijos de puta que la raza humana pudo parir. La paz no es solo mi solitaria tranquilidad, sino la meta de todas las tranquilidades variables por factores mínimos comparados con los que hoy impiden lograr la meta. Y la más grande incógnita que no se ha podido resolver por el humano es, precisamente, el cómo lograr la paz, y no se ha resuelto porque al humano se le van de las manos las acciones de otros humanos << Es casi confirmado que nadie les ablanda el corazón a aquellos que aman la guerra y si hay alguno al que se le ablande es porque está trabajando en la maldad para darle educación y alimento a sus hijos, y como los padres hacen todo por sus hijos>>. Quizá el primer paso que hay que dar es no criticar a los que no hacen nada por la paz, porque lo más seguro es que usted en su casa o trabajo haga lo imposible por evitarla, porque el humano no puede aguantarse la humillación de sentirse idiota, aunque Jesús quiera un mundo bobo. La paz es un deseo casi infinito que se convertirá en completamente finito cuando todos hagamos algo para lograrlo, pero aun más cuando los que están ganando dinero en la guerra empiecen a darse cuenta de que será mucho mejor un mundo sin balas y donde se gane muchísimo menos, aunque los lujos a los que están acostumbrados desaparezcan como cambio de una tranquilidad soñada. Si la gente se reúne para dialogar o para marchar en torno a lo que siempre han soñado tal vez sea un simple paso que de nada servirá si los de pequeño corazón no hacen caso. Una paz mundial no empieza por casa, sino por el retiro de los que hacen guerra, ayudada por una educación para nada mediocre… mediocre como la de nuestros días. Una paz soñada no debe quedarse en sueños, sino en acciones que hagan algo por buscarla y para presionar a aquellos que la ocasionan; sin embargo, como se dijo, quedará en acciones y de ahí no pasará, porque hasta la Biblia amenaza con eso en el apocalipsis y porque el mismo Jesús afirmó que su venida no había sido para traer paz a la tierra, sino, una espada que puede asimilarse perfectamente con la sangre que se vive y que llaman apocalipsis… Y hasta la iglesia amenaza con un infierno, y aquel que amenaza no le importa un futuro acuerdo de paz. Estamos rodeados de un pequeño grupo guerrero al que le pertenecemos y no nos damos cuenta de que el mundo donde viven es nuestro, aunque pertenezca a ellos, que están seguros de que el pueblo mundial jamás tendrá los cojones para unirse y acabarlos, porque se buscan acuerdos de paz y, he ahí el error, la paz no se logra sin algún ingrediente bélico. Mientras muchos marchan por el ya nombrado propósito, otros se ríen porque ni con marchas ni con diálogos se logrará una paz total, porque el dinero es mucho más fuerte que el mayor deseo utópico.

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