martes, 25 de enero de 2011

Reseña "El ícono, índice y símbolo"

El ícono, índice y símbolo
Jhon Monsalve
PEIRCE. “El ícono, índice y símbolo”. En: Ch.S Peirce. Obra Lógico semiótica. Taurus comunicaciones, 1987.

Peirce en su texto “El ícono, índice y símbolo”, del libro “Obra lógico semiótica” presenta la diferencia entre los tres órdenes de signos, y con ejemplos explica cada uno de ellos. Antes de explicar el ícono, dice que existe una relación triádica entre el signo, que puede tomarse como Representamen, llamado también el Primero, entre el objeto, que es un Segundo que determina al interpretante, que es un Tercero. Afirma que un signo es un Representamen, y que su cualidad representativa continúa siendo signo aunque no haya tenido un objeto al que represente ni interpretante que lo idee, no obstante, ningún Representamen funciona como tal hasta que determina a un interpretante. Después de afirmar que la división de signos más fundamental es la que va a explicar, empieza a desarrollar sus ideas. Comienza especificando qué es un ícono y la semejanza con un hipoicono, donde el primero representa al Objeto por la similitud con él, y el segundo corresponde al Representamen icónico.

Con ejemplos de álgebra, el autor dice que las fórmulas en este caso se hacen icónicas debido a la capacidad de revelar una verdad inesperada. Y entre otros ejemplos de íconos e hipoiconos, afirma que los ideogramas, que son hipoiconos, solo pueden ser explicados por otros íconos, y continuando con en el campo matemático da ejemplos que se asemejan, porque con las semejanzas se puede llegar a nuevos aspectos de supuestos estados de cosas, un ejemplo podría ser el que inmediatamente propone, después de una breve aclaración de que los diagramas no siempre deben mantener una semejanza sino que los une las relación de sus partes, propone, decía, en el álgebra una disposición gráfica icónica donde la semejanza sintáctica de lo que se ubica primero es parecida a la que se ubica después, como una clase de paralelismo, y literalmente afirma: “Esto es un ícono, en cuanto que hace que aparezcan semejantes cantidades que se encuentran en relaciones análogas con el problema”. Y termina la parte de explicación de íconos diciendo que un ícono puede representar una cosa, sin necesidad de tener semejanza con lo que representa, pone el ejemplo de un hombre ebrio para mostrar por contraste la excelencia de la temperatura.

Ahora bien, después de la explicación del primer signo en el orden que maneja, empieza a tomar al índice, el segundo en el mismo orden, como un Representamen que consiste en que es un Segundo individual, a diferencia del pluralismo en el símbolo, que más adelante se comenta. Divide al índice en dos: genuino y degenerado, donde el primero se corresponde con una relación existencial, lo real, y donde el segundo se corresponde con una referencia. Peirce hace la aclaración de que existen subíndices que no alcanzan a ser un índice, porque deben estar en relación real con sus objetos para ser llamados por lo menos subíndices o hiposemas, como un pronombre relativo que denota lo que denota por la conexión real con su objeto. A renglón seguido, aclara qué es en sí un índice y la mejor forma para identificarlo: cuando se encuentra cualquier cosa en lo que se concentra la atención se habla de un índice, o sea, cualquier cosa que sobresalte al humano, y da el ejemplo de un hombre             que se balancea en el que la atención se centra en el movimiento, y así puede deducirse, con este índice, que el hombre probablemente es marinero o está ebrio. Un hombre que maneja y que con un ¡Eh! Advierte al peatón del peligro presenta esa exclamación como índice porque sobresalta al humano, la atención está centrada en el ¡Eh!, la atención está presente en el oyente a quien ponen en conexión con el objeto. Otra clave, pues, parece estar en la conexión real que exista entre la mente del oyente con el objeto en el ejemplo de los pronombres demostrativos, que llevan al oyente a observar y a establecer la conexión ya mencionada.

Peirce concluye esta parte retomando los dos signos hasta el momento mencionados, el ícono y el índice, diciendo que ellos por sí solos no aseveran nada: para que un ícono pueda ser interpretado por una oración, en ésta debería haber algo que demuestre lo icónico, por ejemplo: “Suponiendo que una figura tiene tres lados”, y si en lugar del ícono fuera el índice, deberían presentarse puros imperativos que llamen la atención: ¡Vea! O ¡Cuidado! Cuando empieza a hablar de símbolos, afirma que éstos son Representámenes con reglas que determinan su interpretante. Son tomados como leyes y como tales son formados por convención. En este apartado, el autor hace la relación de los tres signos, que explica poniendo el ejemplo del verbo “Amó” que se relaciona con el ícono mental de una persona que estuvo amando a otra, pero la palabra “Amó” no importa, en este caso, sino la relación que existe entre el sujeto y objeto que rodean al símbolo que se trata; en:
Ezequiel amó a Hulda.
Necesitamos por lo menos una descripción básica de ellos para saber que no hacen parte de una balada, por ejemplo, y que así con la descripción ya hecha, llamen la atención; así se corresponden con los índices. En resumidas cuentas y en voz de Peirce: “(…) el efecto de la palabra “Amó” es que el par de objetos denotados por el par de índices Ezequiel y Hulda está representado por el ícono o la imagen que tenemos en nuestras mentes de un amante y su amada”.

Ahora bien, un sustantivo puede hacer parte de un símbolo, si lo tomamos como ley. “hombre” es un símbolo, porque por convención sabemos a qué representa cuando se oyen sus seis sonidos. El autor da algunas muestras históricas en las que plasma que los símbolos son tomados como concepto según sus orígenes: como un signo convencional, como una señal convenida, así cualquier palabra ordinaria como dar o pájaro es un símbolo. Afirma también, como se comentó arriba, que un símbolo no es una cosa singular, sino que denota una clase de cosas.

Finalmente, se resume lo dicho de la división fundamental de signos: el símbolo es un signo convencional; el ícono se asemeja con el objeto al que representa debido a sus cualidades, pero no tiene una conexión dinámica con éste; y el índice está conectado físicamente con su objeto, y en él se centra la atención.

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