lunes, 13 de diciembre de 2010

La imagen en el aula; la mancha para el docente

La imagen en el aula; la mancha para el docente
Jhon Monsalve
Imagen tomada de internet
A los maestros, la imagen se les presenta a cada momento, en cada oración, en cada libro, en cada gesto, y ellos la ignoran, porque el televisor y el cine se volvieron enemigos de las letras, y la fotografía limitó su uso al recuerdo.
Los docentes de Lengua castellana creen, posiblemente, que la imagen se ha convertido en una mancha distractora para el niño o en una usurpadora de lo sublime. Se preocupan por enseñar a decodificar; los estudiantes aprenden mirando dibujos de cartillas que no pasan de la simplicidad que no motiva y que se vuelve aburrida en este siglo que avanza no gracias al tiempo, sino a la tecnología. Al parecer, en el único momento en que los profesores trabajan con imágenes es el mismo en que enseñan a decodificar, mostrando dibujos que no representan realidad alguna en la mayoría de los casos.
La imagen tal vez esté limitándose a unos recortes de revistas o a algunos dibujos que tienen como único fin el de entretener a los estudiantes mientras el maestro piensa en sus problemas que no deja en la casa porque en su memoria están, y si lo hiciera dejaría también la manera como “enseña” a decodificar; de cualquier forma, esos problemas no producen más que gestos en sus rostros que dicen muchos sentimientos, producen imágenes en sus mentes de recuerdos que se pintan en el lienzo de la imaginación elevada, y aún así, creen que la imagen está acabando con la letra, cuando en realidad, la letra no fue más que una consecuencia de las palabras, de los momentos.
Pero el maestro parce ignorarlo todo; la imagen, ya se dijo, queda reducida a los dibujos en clase o a los recortes de revistas. No hay más imagen en la escuela; se ignoran los gestos de las caras, los preparativos de un acto cívico, los juegos escenificados de la clase; se ignoran las imágenes que se forman en nuestra mente al leer, porque la lectura, más allá de la decodificación (para nada, esmeradamente enseñada) es el principio de lo más sublime que continúa en imágenes que la mente inventa.
Juan J. Fernández y María Socorro Duaso afirman que la imagen es presencia sensitiva, que transmite sensaciones, percepciones, estímulos sensitivos, que se dirigen directamente a la afectividad[1]. Y sea la imagen presentada en lienzo o en papel, sea la imagen pintada en la mente al leer, de cualquier forma está ahí presente para hacerle descubrir al humano su capacidad de sentir. La imagen no puede ignorarse; no hay forma. Aunque el maestro la tome como único apoyo para la comprensión de un texto, la imagen es por sí misma un todo que dice en un espacio de pintura lo que pueden llegar a decir mil páginas de un libro.
Ahora bien, el maestro debería enseñar a leer (no a decodificar) textos e imágenes, pues la tecnología lo exige y al mismo tiempo lo facilita: puede hacerse intertextualidad con signos icónicos, poniendo la imagen como preludio a un libro para llamar la atención del educando, que en estos tiempos mira televisión, juega Xbox y a accede a internet con la diversión al lado, que desaparece, de la generación venidera, la aburridas letras.


[1] FERNÁNDEZ IBAÑEZ, Juan J., DUASO, María Socorro. El cine en el aula, Lectura y expresión cinematográfica. Madrid: NARCEA, S.A., 1982, p. 20.

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