domingo, 14 de abril de 2013

"El principito", de Saint-Exupéry, y la esencia negativa del humano



“EL PRINCIPITO”, DE SAINT-EXUPÉRY,
Y LA ESENCIA NEGATIVA DEL HUMANO
Jhon Monsalve
Imagen tomada de internet
Pensar que “El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry, es una obra solo para niños es apoyar la idea de que los adultos son los extraños del planeta. Uno de los ejes principales en el que giran las acciones de los personajes es la incomprensión del mundo adulto, tan vacío, tan inerte, tan abstracto. Y más allá de esto, es la incomprensión del mundo en su totalidad; un mundo manejado, llevado y vivido por los adultos.
La novela, bien sabida por todos, inicia con la pérdida de un aviador (primer narrador) en un desierto africano. Cuando está preocupado por la poca agua que tiene, que le puede durar máximo 8 días, y cuando se predispone a comenzar el arreglo de su aeroplano, aparece un jovencito, de pequeña estatura, a pedirle un dibujo. Recuerda el piloto sus experiencias con la pintura desde niño y las críticas de sus padres hacia su trabajo artístico. Recuerda que solo podía hacer elefantes dentro de boas y se niega en un principio a hacer el dibujo que el niño le pedía, pero al final accede. Dibuja un cordero varias veces porque ninguna versión le gustaba al Principito, hasta que le dibuja una caja en la que, según le dice, estaba metido el cordero y que él vería en qué momento lo sacaba cuando lo necesitare.
Luego, el narrador pasa a ser el Principito, que cuenta el viaje que decidió hacer por los planetas cercanos al que vivía, por motivo de algunos disgustos que había tenido con una flor de la que, aparentemente, se enamoró. Cada uno de estos planetas tenía un personaje que representaba una pasión negativa humana. Estaba el negociante que no tiene tiempo de nada más que de hacer cuentas, y más aún si son las cuentas de las estrellas que él considera propias. Está el rey que no tiene a nadie que mandar, pero que aun así se caracteriza por ser tirano. Está el farolero que realiza su trabajo todo el día y toda la noche y ha perdido por ello la razón de existir. Tanto que la única que encuentra es la de estar pendiente de su farol.
El último planeta que visita el Principito es la Tierra, y en ella encuentra según lo que le cuenta el zorro, un país con todas las características de los planetas anteriores pero aumentadas. El humano, el adulto, se presenta como una figura extraña que conlleva el mal. Un ente poco comprensible.
No podemos hablar, ni enseñar, ni entender la importancia de “El Principito” si no comprendemos que las peripecias del pequeño giran en torno a los valores humanos analizados en el comportamiento y pensamiento, y que debido a ello, el mundo, o mejor, el universo, es un lugar devastado y podrido por causa de los adultos.
“El Principito” es una novela infantil, juvenil y adulta, en donde se da por sentado que los problemas del mundo son por causa del humano adulto. Es esta la pertinencia de que la novela sea leída y estudiada en la niñez o adolescencia, pues se está creando con ello una consciencia social sobre el comportamiento ético del hombre en la sociedad. Toda la responsabilidad recae sobre el humano. Tal vez no hubo mejor lugar al que asistiera El Principito que la Tierra, para darse cuenta de que lo poco que tenía en su planeta valía mucho más.
Lástima, en serio, lástima, que en la mayoría de los colegios se lleve esta obra sin otro objetivo que el de salir del paso. Yo la leí, tú la leíste, nuestros sobrinos, familiares, la están leyendo, y nada, no hay nada de reflexión en relación al comportamiento humano. Lástima, en serio, lástima que no nos podamos ir a vivir al planeta del Principito. Lástima… y también lastima. 

1 comentario:

  1. Muy buen análisis y me quedé pensando en ese Planeta y en la lástima que me dan los adultos
    realmente,
    mi hijo en literatura en el colegio en primer año le hicieron leer "El Principito", luego lo llevaron a una obra teatral de fin de año, después de haberla analizado todo el año como parte de la materia.
    Le han enseñado a pensar....ojalá haya aprendido lo irracional del adulto y pueda aportar algo.
    Un abrazo Carmen

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