domingo, 6 de enero de 2013

Análisis de "El bebé de Rosemary", de Ira Levin


"El bebé de Rosemary", de Ira Levin: el terror del contexto social 
Jhon Monsalve 


Nosotros dentro de la Historia 
Vamos a hacer una cosa: imaginemos que estamos en el Nueva York de  los años sesenta del siglo pasado. Ubiquémonos más exactamente en 1965 y 1966. Jonh F. Kénnedy había muerto dos años atrás. El Papa Pablo VI visitaba este estado estadounidense el 4 de octubre de 1965. Había una crisis social en torno al racismo y había huelgas de transportadores y periódicos. Imaginemos que estamos sumergidos en esa época y que vivimos en una especie de inquilinato antiguo donde llegamos por accidente. Bueno, pues ahora veamos llegar a Guy y Rosemary, los mismos señores Woodhouse, muy contentos y con expectativas de durar todo el tiempo necesario hasta que Guy encontrara trabajo como actor y tuvieran que llevarse todo para cualquier parte del mundo. Imaginemos que están recién casados y que, por el momento, él no espera hijos en el matrimonio, que está dedicado a su trabajo y ya. Sepamos, de paso, que Rosemary está en riña con su familia por el hecho de que se casó con un protestante. Miremos que los vecinos, ancianos vecinos, del séptimo piso donde se mudaron estos nuevos inquilinos, se portan de una manera extremadamente amable con la pareja. Los abuelos se llaman Minnie y Roman, este último hijo de Steven, un brujo que antaño pareciera encarnar al mismísimo demonio.  
Hutch, imaginemos, es un amigo escritor del reciente matrimonio, que conoce algunos mitos y leyendas que se han creado en torno a los habitantes de la mansión Bramford. Sabemos incluso que unas hermanas se comían a los niños como si fueran terneros recién cocidos. Y les advirtió muchas veces que no se fueran a vivir allí. En aquel lugar, Rosemary se amista con una inquilina que habían recogido los Castevet, los mismos ancianos que acogieron de la mejor manera a la nueva pareja. Imaginemos el momento en que le muestra a Rosemary una especie de talismán de la buena suerte, que cuelga de su cuello, portando una denominada Raíz de Tanis. Ahora imaginemos que nosotros sabemos de mitología griega y que  hacemos la asociación pertinente de Tanis con Tánatos, la personificación de la muerte en dicha civilización. Y que cuando vemos por la ventana que aquella muchacha de los Catevet se suicida y que el collar de la raíz de tanis se lo regalan los dueños a Rosemary, nos damos cuenta de que las cosas van mal y que hay algo oscuro y oculto en todo.  
Dejemos de imaginar. Hagámonos la idea de que todo lo que hemos vivido en la vida son solo estas escenas y no más. Conocemos al doctor Hill y al doctor Sapirstein, y sabemos que este último tiene más reconocimiento profesional que el primero. Vemos que  Rosemary, aconsejada por el par de ancianos, cambia de doctor cuando se le descubre el embarazo: elige, al fin y al cabo, a Sapirstein. Y empieza a beber una extraña porción que le da Minnie a diario, y empieza asentirse muy mal. Enflaquece; todos la ven acabada por la vida y ella se excusa con el embarazo. Después del quinto mes, cuando quiere cambiar de doctor, se mejora considerablemente. Al final, en una emboscada de todos, incluso de su marido, le hacen creer a Rosemary que su hijo ha muerto. Esta conspiración trató de impedirla Hutch, pero le fue imposible porque cayó en un extraño coma profundo y murió.  El niño no había muerto; nosotros lo sabemos: todos sabemos todo en la Bramford. El niño está en casa de los Castevet, que nunca se fueron a Europa, que todo hizo parte de la conspiración. Sabemos que al fin Rosemary halló la salida tras un armario que comunicaba con los Castevet y que llevó un cuchillo para salvar a Andrew, como iban a llamar al niño. Entró con las ganas de asesinar por su hijo, pero cuando lo vio con rasgos diabólicos, como los cuernos y la cola, cambió de opinión. No tuvo más remedio que ser llamada "Salve, Rosemary". Todo esto lo sabemos. Somos también fantasmas de aquella época, que parió, como veremos, al bebé de Rosemary. 
Un poco de forma 
"El bebé de Rosemary" es una de las siete novelas del escritor estadounidense Ira Levin, fallecido en el año 2007. Esta novela es la más conocida de las que componen su canon literario. Fue llevada al cine por Roman Polanski. El título original es "Rosemary's baby". En España la versión cinematográfica fue traducida como "La semilla del diablo". El título hace referencia en ambos casos al eje principal de la historia: un extraño bebé que nace en extrañas circunstancias y con unas características muy particulares, demoniacas para ser exactos. La novela consta de 22 capítulos, publicada por la editorial Oveja Negra en 1984, en asociación entre Venezuela y Colombia. Fue traducida por la editorial Bruguera con un lenguaje fácil y coherente. Fu una novela catalogada como Best Seller 
El bebé de Rosemary: producto de la sociedad de los años sesenta del siglo XX 
Una sociedad en constante cambio, que acaba de perder a Jonh F. Kénnedy en una situación aún confusa. Una sociedad que es visitada por el Papa Pablo VI y que anhela una y otra vez que la Guerra de Vietnam cese. Que lanza un deseo de paz enfático y que, sin embargo, es como un impulso a levantarse más y más en armas. Huelgas de transportadores y de periódicos. Una sociedad agotada por la Segunda Guerra Mundial, por la Guerra en Corea, por la reciente Guerra de Vietnam. Una sociedad hambrienta de cambio... 
 Hay una escena clave en la novela: el día en que se siembra la semilla de satán en el vientre de Rosemary. Ella está inconsciente. Jura que su esposo la ha poseído sin su autorización. Había tomado uno que otro trago y culpaba a ello de sus mareos esa noche. Empezó a soñar cosas extrañas: una embarcación donde que maneja un negro, ayudante de John F. Kénnedy. De un momento a otro, desaparece el presidente y Rosemary se dirige a una especie de sótano de la embarcación. Ve una iglesia en llamas, un hombre con barba negra que la observa y los vecinos desnudos y su esposo desnudo, que la penetra con un  falo mucho más grande dl habitual y con furia. Noten la presencia de Kénnedy y de su esposa y también la del Papa, que fue, en el sueño, a mirar la picadura de un ratón, y fue el momento en el que Rosemary se excusó por no haberlo ido a escuchar en su intervención. Esta escena se retoma al final de la obra para esclarecer el engendramiento de Andrew por parte del mismo señor Barba Negra, que era el mismo Adrian Steven, el padre de Roman Castevet, el mismísimo que conjuró al diablo y que fue considerado brujo años atrás. 
 La aceptación de Rosemary fue la misma de la Virgen María. Esa constante contraposición de valores demoniacos y cristianos es vigente en toda la novela. ¿Pensamos en el anticristo? ¿En un hombre que se necesitaba para salvar la situación de este Estado y de todo el país? ¿O pensamos en que este niño fue el comienzo de una liberación mental y satánica que se desarrolló tiempo después con Szandor Lavey contra todo designio de la Iglesia católica y protestante? ¿En qué pensamos? 
Datico curioso:  en 1966 nació el bebé de Rosemary. Volteemos el 9 a ver qué pasa.  
Sigamos observando los tiempos que siguieron y saquemos conclusiones. 

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