martes, 3 de septiembre de 2013

¡Usté mucho ser pingo, mano!: Acercamiento a una explicación gramatical y sintáctica

¡Usté mucho ser pingo, mano!:
Acercamiento a una explicación gramatical y sintáctica
Jhon Monsalve


En este texto expondré las razones por las cuales podría ser considerada incorrecta, gramaticalmente hablando, la proposición “Usté mucho ser pingo, mano”, propia de nuestra variedad de lengua.  Podría empezar fácilmente diciendo que le hace falta la d al pronombre de segunda persona usted (que, para algunos gramáticos, es de tercera persona porque concuerda con la conjugación típica del pronombre él).  Pero no tendría ningún sentido  escribir un texto para algo tan elemental. Tampoco me centraré en el vocativo mano porque funciona simplemente como apelativo y, en su lugar, podría ir cualquier otro nombre o cualquier apodo. En este caso, podría complementar la idea exponiendo el uso de la coma antes, entre y después de vocativos, pero eso ya lo sabemos todos y, por lo tanto, si hubiera puesto el mano en la mitad no sería extraño que lo encontráramos entre comas: ¡Usted, mano, mucho ser pingo! Eso es ortografía básica de bachillerato o de universidad.
Tampoco me centraré en la explicación de variaciones diatópicas porque este texto pretende ser prescriptivo, aunque, en parte, para algunos, no lo logre. Si fuera así, me extendería por los diferentes tipos de variaciones lingüísticas, tendría en cuenta lo diafásico para indicar los momentos en que puede presentarse con más recurrencia el uso de mano, o de usté, o de mucho ser pingo. Nada de eso. Solo voy a explicar la razón por la cual es errónea, gramatical y sintácticamente hablando, la construcción propia de la variedad lingüística en Santander: mucho ser pingo.
 Comprendamos, ante todo, la sintaxis, es decir, el orden, de esta oración: en primer lugar, aparece el adverbio de cantidad mucho, luego el sustantivo ser (no es un verbo; no está conjugado, por lo tanto, no indicaría acción, aunque en este caso, según el uso que le damos, lo hace) y por último el adjetivo pingo. La misma estructura se presenta independientemente del verbo o del adjetivo; lo único que se mantiene es el adverbio. Por esa razón, decimos y escuchamos a diario proposiciones como: “Usté mucho cantar bonito”, “Yo mucho tener hambre”, “Esa mujer mucho estar rica”, “Ese man mucho oler a feo”, etc. La misma estructura: adverbio, sustantivo, adjetivo. El problema radica, precisamente, en que el  verbo, o más bien el nombre del verbo, no está conjugado. Por lo tanto, no hay verbo en la oración, y una oración sin verbo no es oración.
Muchos dirían que el problema radica en el adverbio mucho; yo no lo creo así. El adverbio está junto a la palabra que funciona como verbo en la oración; es decir, está en el lugar justo. En cambio, el hecho de la no conjugación del verboide en infinitivo (ser, estar, cantar) produce un gazapo idiomático, desde un análisis prescriptivo. El orden ideal de esta construcción sintáctica sería: ¡Usted es muy pingo, mano! Si vemos, el verbo ya aparece conjugado (es) y el adverbio mucho cambió por muy, pero continúa al lado del verbo y calificando, al mismo tiempo, al adjetivo (que también es atributo) pingo.
Y ya. No es más. Estarán pensando que yo mucho ser cansón con estos temas. Pero una explicación de vez en cuando no cae mal. Total, ni usted ni yo vamos dejar de utilizar esa estructura; ni que fuéramos tan pingos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario