martes, 4 de septiembre de 2012

La literatura colombiana: Movimientos literarios hasta mediados del siglo XX


LA LITERATURA COLOMBIANA:
MOVIMIENTOS LITERARIOS HASTA MEDIADOS DEL SIGLO XX
Jhon Monsalve

El presente texto tiene como objetivo hacer un barrido histórico por los principales movimientos literarios en Colombia a partir de la época colonial. Desde ahora aclaro que no profundizaré en ninguna de las corrientes; solo expondré las características más notorias y los escritores y obras más sobresalientes de cada periodo literario.
Al igual que la Historia, cada periodo literario debe entenderse por el contexto en que se produce. De esta manera, encontramos en la Colonia obras que hacen referencia a los viajes de Colón y a la descripción del Nuevo continente, a la santidad y al recuerdo de personajes que sobresalieron por su rectitud ante Dios. Al respecto, Juan de Castellanos con “Elegías de varones ilustres de Indias” presenta la primera temática; la santidad se evidencia en obras como “Rhythmica sacra, moral y laudatoria”, de Velasco y Zorrilla, y, por último, el Poema heroico de San Ignacio de Loyola, escrito por Hernando Domínguez Camargo, rescata la importancia religiosa de uno de los más grandes íconos de la iglesia católica. No obstante, se produjo, del mismo modo, poesía amorosa (no romántica; amorosa) por parte de Vélez Ladrón de Guevara con poemas como “A una dama cariñosa y esquiva”.
Luego de la Colonia vino la poesía pre-independentista, que se basó, sobre todo, en escritos políticos y  en proclamas. Tiempo este de Francisco José de Caldas y de José Celestino Mutis. La ciencia avanzó en investigaciones y los documentos políticos fueron los que sobresalieron. La época independentista, por su parte, trae consigo a Antonio Nariño y los derechos del hombre y, junto a esto, El memorial de agravios. Bonaparte invade España, se desestabiliza el gobierno hispano y este hecho desata en Latinoamérica el grito de Independencia de 1810. Las guerras independentistas que devienen desde ese entonces darán paso a uno de los mayores poetas y personajes románticos de todos lo tiempos: Simón Bolívar. En las proclamas de El Libertador se evidencia con gran notoriedad una de las características del Romanticismo en general: la exaltación del yo. Aparte, podemos observar  que un rasgo de nuestro Romanticismo lo marcan los hechos políticos de ese momento particular; es decir, cuando hablamos de Romanticismo en nuestro país no podemos elidir, de ningún modo, la cuestión política. En este periodo literario aparece una de las más importantes novelas de nuestra literatura: María, de Jorge Isaacs, que, aunque no encajada en la parte política, demuestra la presencia de la naturaleza en relación con los sentimientos del personaje: la descripción del entorno natural es la representación de aquello que sienten los actantes. Mientras se desarrolla el Romanticismo, surge junto a él el Costumbrismo, entendido como el cuadro escrito de las costumbres de un pueblo o región, y cuya mayor obra fue escrita por Eugenio Díaz Castro: Manuela.
Justo después, aparece el Modernismo, corriente netamente hispanoamericana, iniciada por Rubén Darío y continuada por Guillermo Valencia, en Colombia, recordado por Ritos, su obra cumbre, y por su poema Los camellos. Las características de dicho movimiento se pueden rescatar, en parte, en uno de los poemas que pertenece a un legado cultural tácito: Nocturno, de José Asunción Silva. Este poema (como dato extra, se recuerda al lector que en el billete de 5.000 pesos aparece escrito sobre un epitafio) habla de la muerte y expresa sentimientos de tristeza y de nostalgia. Estas son algunas de las características del Modernismo, a las que se les suma la necesidad de escape, de evasión del tiempo, como en el poema de Barba Jacob titulado Canción del tiempo y del espacio o como el poema del mismo autor y aun más conocido Canción de la vida profunda.
Luego de esto, y a causa de unos sucesos sociales e históricos en todo el mundo, como el auge del psicoanálisis, como la Guerra de los mil Días o como la ruptura terrenal de España hacia América latina, aparecieron movimientos denominados de Vanguardia, que se desarrollaron de distintas formas y con distintos nombres en diferentes partes del mundo. Por ejemplo, mientras que en Francia tomaba forma el surrealismo o el dadaísmo, una corriente cuya esencia consistía en crear poesía por medio de cadáveres exquisitos, en Colombia, surgen Los nuevos, Los Piedracielistas y Los Insulares, movimientos denominados de vanguardia y que anteceden a algunas corrientes que los siguen como el Nadaísmo, por ejemplo. Los nuevos, cuyos mayores exponentes se resumen en nombres que, por sí solos, ya dicen mucho: León de Greiff, Jorge Zalamea o Rafael Maya, buscan, tal como lo afirma Ayala Poveda “la expresión libre y honrada del pensamiento y afirmar su deseo de crear un nuevo sentimiento de solidaridad humana”. Los piedracielistas, que toman el nombre de los cuadernos escritos por Tomás Vargas Osorio y que llevaron por nombre Piedra y cielo, se basan en propuestas poéticas de la generación del 27 en España y retoman parte de la temática modernista, pero eludiendo el escape. Eduardo Carranza y Tomás Vargas Osorio son dos de los poetas más reconocidos en dicha corriente literaria. Los insulares, por su parte, poseen una gran característica que los sintetiza como grupo: priorizan en la descripción  del paisaje y de lo natural, por medio de la poesía.
De esta manera, doy fin a este breve recuento de nuestra literatura desde la Colonia hasta casi mediados del siglo XX. Ojalá esto sirva para abrir horizontes y comprender un poco más los cambios que ha tenido la literatura y su estrecha relación con los momentos históricos y las formas de pensamiento, que varían de época en época.

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