Tiempos
modernos, de Charlie
Chaplin: un ejemplo de enajenación del hombre trabajador
Jhon Monsalve
Imagen tomada de: https://es.wikipedia.org/wiki/Tiempos_modernos
Para Marx, existen dos tipos de
trabajo: 1) el concreto, que se refiere al trabajo natural del ser humano como
especie, es decir, el trabajo que no implica ningún tipo de mercado, el que no
determina un uso capitalista del hombre
trabajador en función de los fines de acumulación del hombre no trabajador, y 2) el trabajo abstracto, aquel que ha
enajenado, o sea, sacado de sí mismo al hombre para cumplir funciones en
detrimento de su ser y a favor del capital de otros. Un ejemplo claro de este
trabajo abstracto, enajenador del hombre trabajador, se evidencia en la
película Tiempos modernos, de Charlie
Chaplin, producida en los años 30 del siglo XX.
La película cuenta la vida de hombres
enajenados, que son explotados laboralmente y que, al exigir sus derechos laborales,
son encarcelados y maltratados. El contexto dentro del filme es claro: es una
época de desempleo y protestas, pero también de abusos hacia los hombres que
son empleados. Daría la impresión de que los hombres trabajadores fueran
afortunados entre los demás. No obstante, la representación humorística de
Chaplin al respecto no deja de ser una parodia crítica de la deshumanización
del trabajador: sí hay trabajo, pero también hay una exigencia de producción en
las industrias que obliga a los trabajadores a ejecutar funciones de manera tan
mecánica que, luego, no son capaces de controlar sus movimientos corporales, ya
acostumbrados al hacer laboral. Además, las industrias buscan la manera,
incluso, de que los hombres trabajadores no descansen siquiera al momento de
comer; entonces, buscan la creación y la comercialiación de máquinas que alimenten
a los hombres mientras estos siguen realizando sus funciones.
Desde una perspectiva de la Economía
Política tradicional, sustentada por Smith y otros, las escenas fílmicas de
trabajo grupal (en donde las funciones que realiza cada individuo aportan a la
consecución rápida del producto) favorecen la producción y el mercado. Se nota
que la altísima producción en las industrias se debe a una buena demanda social
de consumo y los dueños de los medios de producción, para responder en la
oferta, terminan deshumanizando al hombre trabajador.
Sumado a lo anterior, la represión, la
pobreza y el hambre de la mayoría de la población demuestra que los intereses
de los que acaparan el capital son ajenos al bienestar social. El protagonista
inicia un romance con una joven huérfana a cuyo padre asesinaron por protestar.
La conoce, justamente, cuando ella roba un pan y choca con él. Sin trabajo, ni
ella ni él, sueñan con tener una casa propia y buscan las maneras para
conseguirla. “Una casa de verdad”, como dice el personaje principal en algún
momento del filme, se logra únicamente con el trabajo, que no consigue. La
joven encuentra, al final, un lugar donde laboral como bailarina y lleva al
protagonista a trabajar como mesero. Tampoco le va bien, y se ve humillado por
las reprensiones de su patrón. Por fortuna, consigue agradar al público con el
canto y seguir soñando con la casa que, para los hombres no trabajadores, es tan fácil de conseguir.
La película es una representación
económica del poder del capital en la sociedad. Desde la perspectiva marxista
que comprende este comentario, el trabajo abstracto no es más que un medio de
beneficio para los hombres no trabajadores.
Sin duda alguna, la enajenación se percibe a flor de piel: humillaciones,
maltratos, intenciones de sobreexplotación, sueños difíciles de cumplir y
mecanizaciones corporales son ejemplos claros en la película sobre la
enajenación del hombre trabajador.
Jhon Monsalve, me ha encantado el análisis que haces desde la perspectiva marxista, en torno esa memorable película Tiempos Modernos, que acá en México se logra ver en espacios culturales como la Cineteca Nacional. Saludos amigables desde acá.
ResponderEliminarValoro sobremanera su comentario, Javi Torres. Un saludo cordial desde Colombia.
Eliminar