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miércoles, 7 de noviembre de 2012

En los ojos de Edipo


EN LOS OJOS DE EDIPO
Jhon Monsalve
Últimamente me ha dado por adentrarme en uno de los personajes míticos que ha trascendido las barreras del tiempo y la indiferencia. Esta lectura recurrente me ha servido para acatar algunos puntos que son del saber académico y que quiero poner en consideración. Metámonos en las pupilas del héroe trágico, sintamos que nos saca con rabia, que nos aruña sin culpa y que nos balanceamos en alguna retina. Caigamos al abismo de la crueldad y del destino predispuesto por los dioses.
           1.      Edipo Rey como mito incluso sicológico: a inicios del siglo XX los estudios de Freud retomaron el mito griego de Edipo para proponer una teoría que consistía en explicar una especie de patología referente a la atracción que hay del niño hacia su madre en las primeras etapas de vida y la necesidad inconsciente de matar al padre. Cosa con la que difiero (tal vez como muchos) por el hecho de que no fue por inconsciencia que Edipo se acostó con su madre y asesinó a su padre, porque, de ser así, habría sucedido tal evento con Lábdaco, personaje considerado desde un principio como el padre biológico de Edipo, del cual huyó para que el vaticinio de los dioses no se llevase a cabo. Además, el héroe trágico no mata a su padre para amar más a su madre o estar solo con ella, sino que lo mata para proteger su vida. El deseo inconsciente no se puede equiparar, de ninguna manera, a una relación muy consciente por parte de Edipo y su madre. Así las cosas, el complejo de Edipo, aunque innovador en la teoría sicoanalítica y muy bien argumentado desde otras posturas, no se corresponde en su totalidad con lo descrito en el mito.
            2.      Edipo como representación del sufrimiento humano: Una de las razones por las que la tragedia griega y los mitos nos atraen tan fuertemente es la estrecha relación de sentimiento de personajes de papel de más de 2000 años con los sentimientos del hombre de ahora. Después del hecho patético que tuvo lugar en la tragedia “Edipo Rey” y que consistió en la extracción de los ojos del personaje a causa de la ira y de la desesperación que sintió luego de enterarse que había matado a su padre y que había tenido relaciones maritales con su propia madre, y luego, además, de  ver a su madre ahorcada por su congoja y estupefacción; después de tal hecho, pidió ser expulsado (según “Edipo Rey”) de sus propias tierras pues consideró que su presencia traería desgracia para Tebas. En Edipo en Colono, en cambio, el personaje afirma que fue expulsado de la tierra por sus propios hijos varones. Este hecho aumenta el sufrimiento del héroe trágico, que es compadecido por el coro de ancianos todo el tiempo. El dolor aumenta cuando Creonte, después de ver que Edipo no quiere morir en Tebas sino en Colono (pues Ismene ya le había avisado los planes del rey actual tebano) rapta a sus hijas, que hasta el momento habían remplazado sus ojos. Acto seguido, llega Polinices, uno de sus hijos que lo expulsó de Tebas, a pedirle que lo ayudase para que el trono que Eteocles, su hermano menor, le había robado injustamente, le fuese nuevamente concedido. Edipo lanza una maldición hacia sus dos hijos, que se va a ver corporeizada en Los siete contra Tebas, de Esquilo. El sufrimiento, pues, está presente en toda la obra: el incesto, el parricidio, el rapto de sus hijas, la maldición hacia sus hijos, y la muerte final, muy extraña, por cierto.
           3.      Los hechos veraces y algunas causas: La peste que tuvo lugar en Tebas hacia el año 430 antes de nuestra era fue el pretexto y el contexto que utilizó Sófocles para poner a su personaje Edipo ante el sufrimiento y la desesperación total. La peste es la que parte en dos la historia; sin ella, no habría sido posible la búsqueda del culpable de tal mal que azotaba a la nación. Un error de Layo fue el causante de que incluso la tercera generación masculina (y de otro modo, la femenina) de esta familia sufriera las consecuencias de la desobediencia divina. Layo no debía tener hijos si quería la protección de su tierra, y sin embargo, tuvo, sin pensar en las consecuencias, a Edipo. Por otro lado en Edipo en Colono, de Sófocles, se evidencia, como ya se adelantó arriba, la nostalgia de la vejez del autor con relación a la de Edipo y a la del Coro, que eran ancianos colonos. La editorial Cátedra en la edición de las obras completas de los tres dramaturgos trágicos afirma: “En el estásimo tercero el coro dice que lo mejor para el hombre es  no haber nacido o morir cuanto antes sin soportar las penas de la vejez. No es difícil suponer que hay una cierta identificación del autor con Edipo anciano y el coro de ancianos de Colono”.
Yo, por mi parte, me voy a seguir leyendo textos que pareciesen escritos ayer, pero que demuestran que, aunque pase el tiempo y sin importar la época o el lugar, los sentimientos humanos nos van a identificar para siempre. Porque el mundo puede cambiar, pero la sensibilidad nos vuelve a rencontrar en la literatura. 

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