PROPUESTA DE UN TALLER DE ESCRITURA
BASADO EN UN DIARIO DE CLASE[1]
1. PLANTEAMIENTO DE LA SOLUCIÓN AL PROBLEMA
Cuando discutimos sobre las particularidades de un taller encontramos muchas versiones; sin embargo, podemos aventurarnos a decir que en nuestro medio se suele calificar al taller (pedagógico) como el conjunto de actividades que se desarrollan en un espacio y en un tiempo determinados y, en donde en oposición a lo meramente teórico, predominan las actividades prácticas distintas de la clase magistral. Wilson Gómez
Los talleres de escritura se han vuelto reto para profesores y pedagogos; lo difícil es llegar a plantear un taller que funcione y trascienda, y que sirva como modelo a los demás profesores de lengua o de cualquier otra materia (si se siguen las propuestas de Cassany con respecto a la escritura en las demás áreas). Para especificar: la asignatura de Español en la escuela se ha ido llevando de manera arbitraria. Si el profesor decide trabajar solamente Literatura durante todo el año escolar, lo hace con la excusa de que la materia, más que gramática, es lectura, y que leyendo, los estudiantes aprenden la ortografía necesaria para comprender ambigüedades o para desarrollar el pensamiento. Pero también hay docentes que hacen de la materia una clase de gramática, y se olvidan por completo de la lectura y de la escritura como composición de texto, como una producción que va más allá de lo simplemente normativo. Con el taller que aquí se propone se busca encontrar un punto de convergencia entre la escritura, la literatura y la normatividad.
Ahora bien, retomando la teoría Ausubeleana del aprendizaje significativo, entendido como el aprendizaje en el que los conocimientos previos se unen a conocimientos recién aprendidos, se propondrá el taller como el escenario en que dicho aprendizaje actúe en relación con los registros lingüísticos, por ir asociados al espacio sociocultural de los estudiantes, donde viven y estudian.
El taller consiste en un Diario de clase que tiene como objetivo que el estudiante, por medio de la escritura, exprese sus sentimientos y conclusiones de la clase de Español (o de cualquier materia, según el docente que siga la propuesta aquí planteada) en registros distintos de la lengua. Cuando el estudiante hable de la clase, lo hará en dos registros distintos, es decir, en dos estilos de lengua, uno relacionado con su entorno, y otro en una suposición de receptor: un gomelo, el presidente de la República, un cantante, un actor, un presentador de noticias, etc., partiendo del hecho de que la tradición retórica propone que hay unas palabras apropiadas para algo. Hay una finalidad externa a los propios datos lingüísticos[2]. De esta manera, el estudiante de Español entenderá que la escritura es un medio en el que las mismas ideas pueden expresarse en distintas formas, y que hay que saber cuándo usar la conveniente; por otro lado, comprenderían que la lengua varía diatópica, diacrónica, sinfásica y diastráticamente.
El taller que aquí se presenta podría ser puesto en práctica en el aula de Octavo grado, debido a que en ese nivel de estudio se pueden relacionar conocimientos previos, como la descripción y el resumen, con saberes nuevos, como los registros de escritura.
De esta manera, y retomando la cita con la que se dio inicio al presente documento, el diario de clase en registros distintos se tomaría como el conjunto de actividades desarrolladas en la clase de Español durante un periodo académico (aproximadamente, 6 semanas).
2. MARCO TEÓRICO
Pam Green afirma que la escritura ofrece potencial a los aprendices para comprender cómo funciona el lenguaje, el estilo con que lo utilizan varios individuos y grupos para sus fines, y las razones que se esconden detrás de ese uso[3]. Partiendo de esto, podría decirse que una de las características de la escritura, obviando la más importante: el desarrollo del pensamiento, sería que posibilita la comprensión del lenguaje. Cuando los estudiantes se enfrentan al ejercicio de la escritura están también frente al lenguaje, que se presenta como algo más complicado de lo que parece. Ellos se dan cuenta de que la forma como hablan o como se expresan difiere sobremanera de la escritura; en ese momento, comienzan a comprender el lenguaje, a darse cuenta de que la escritura es más difícil de lo que se supone. El taller que aquí se presenta tiene como objetivo no solo que el estudiante llegue a tan simples conclusiones, sino que comprenda que, si bien la escritura difiere del habla, se puede también hacer uso de ella en distintos contextos según los fines del que escriba. El diario de clase en registros distintos ayuda en la comprensión de lo anterior.
Ahora bien, para entender en qué consiste el diario de clase, objeto del presente taller, es necesario hacer un paralelo entre la escritura y el uso de la lengua oral. Fernando Cuetos Vega afirma que se suele trazar un paralelismo entre el habla y la escritura en el sentido de que escribir no significa más que representar mediante signos gráficos el habla[4]. Es evidente que esta afirmación le resta toda dificultad a la escritura, que es tomada por Carl Bereiter y Marlene Seardamalia, como una tarea reservada a personas con talento y con formaciones especiales[5]. Es claro que para un taller de escritura dirigido a estudiantes de grado octavo, se debe empezar por medios que despierten la motivación y el deseo de escribir, y no por ensayos de 4,000 o 5,000 palabras en los que se exija un nivel que ni siquiera un universitario tiene. En este taller, el enfoque y el objetivo irán relacionados con el concepto de tarea propuesto por Cassany[6]; así pues, la escritura del diario de clase en registros distintos:
· Debe ser representativa de los procesos de comunicación de la vida real.
· Debe ser identificable como unidad de actividad en el aula.
· Debe dirigirse intencionalmente hacia el aprendizaje de la lengua.
A continuación, se explicará cada uno de los puntos anteriores en relación con el taller de escritura propuesto en este documento: Un diario de clase en registros distintos.
2.1 La escritura, como taller en el aula, debe ser representativa de los procesos de comunicación de la vida real
Desde el principio del taller, debe explicarse que la escritura comunica algo, y la manera como se comunique debe ir a la par con el contexto, los fines y los sujetos. Arriba se citaba a Fernando Cuetas Vega como ejemplo de que la escritura no es un ejercicio exclusivo para personas con talento, como sí puede pasar con un cantante o como un pintor, y que la escritura parte del hecho de que representa el habla mediante signos gráficos. Esto pondría en relación más estrecha la escritura con la vida real: “Puedo escribir como hablo, para comunicarme con los que hablo”, podría concluir un estudiante después de desarrollado el taller. Uno de los objetivos del diario de clase es que el estudiante comprenda que la escritura, de igual forma que la lengua, puede variar según el contexto comunicativo, es decir: la escritura no está sujeta ni a la poesía, ni a la ciencia.
Los profesores de Lengua Castellana dicen que los estudiantes escriben como hablan, refiriéndose a que los textos que hacen no se asemejan a textos científicos. El presente taller busca que se utilicen esos textos para la explicación de la variación lingüística, y que sean útiles y aceptados en su contexto habitual y en sus relaciones intersubjetivas. Esto coloca a la escritura en los procesos de comunicación de la vida real, y sirve como base del aprendizaje significativo del estudiante. Así, más que prohibirles a los alumnos que escriban como hablan, debería explicárseles las diferencias entre la escritura y el habla como comunicación. Al respecto, Fernando cuetos Vega afirma: Mientras que en el habla existe una audiencia que está continuamente interactuando con el hablante, haciendo preguntas, pidiendo detalles, etc., que ayudan al hablante a continuar el relato; en la escritura falta esa interacción, el escritor está solo ante el papel (…)[7]. Si el estudiante comprende desde el principio esto, en lugar de que le prohíban escribir como habla, empezará a comprender el lenguaje y los usos que puede hacer de este.
2.2 El taller de escritura, es decir, el diario en dos registros, debe ser identificable como unidad de actividad en el aula
Los diarios de clase en distintos registros se harán en el aula. Los estudiantes presentarán dos diarios: uno, en la mitad del periodo académico; el otro, al final. El docente evaluará procesos, no resultados. Es decir, a partir de la observación y corrección docente en el aula, según los propósitos de la actividad y el logro de los mismos, los estudiantes serán evaluados. Los diarios de clase se harán bajo la supervisión y mediación del docente, y los estudiantes llegarán a autorregular su aprendizaje y a darse cuenta de qué tanto saben y de cuánto les falta por aprender. Esto se busca también con el taller: un proceso metacognitivo y de autorregulación del estudiante, y una supervisión docente en aras a la evaluación del proceso.
La escritura como actividad en el aula se desarrollará siguiendo el triángulo de McDowell: un contexto real, un calentamiento, una presentación del ítem, prácticas controladas y las prácticas abiertas[8]. Esta estructuración de la actividad se explicará con detenimiento durante el desarrollo del taller, en su debido momento. Por ahora, es pertinente conocer en qué consiste el control de la actividad y el triángulo: En las etapas iniciales y receptivas de entrenamiento pautado, el docente dirige la actividad y tiene más protagonismo en el aula; mientras que en las etapas comunicativas finales, el alumnado asume toda la responsabilidad de los usos lingüísticos[9]. Esto se evidencia en el triángulo de McDowell, a continuación presentado; la parte estrecha del triángulo hace referencia a la intervención docente, y la parte ancha, al control de los estudiantes.
Solo en el aula se pueden seguir procesos que engloben la escritura, y en este caso, los demás conocimientos de la materia. El docente, para el taller, debe tener en cuenta el sentido del texto según la situación de enunciación, la coherencia y la cohesión; pero también debe estar pendiente de que lo que se predica en el texto es un recuento verdadero de la clase y de lo que enseñó en ella; de esta manera, debe mediar para corregir errores y resolver dudas.
Es importante dejar claro, desde ahora, que el diario será hecho en parejas, con el objetivo de crear contextos de interacción intersubjetiva: Diversos aprendices trabajan juntos durante toda la composición y elaboran un escrito completo a cuatro o más manos. En esta opción, el aprendiz negocia todos los aspectos del texto y de la composición con coautores[10].
2.3 La escritura, como taller en el aula, debe dirigirse intencionalmente hacia el aprendizaje de la lengua
Ya se ha tratado la relación de la escritura con la comprensión de lenguaje. En este apartado se profundizará sobre esta comprensión, explicando los objetivos más importantes del diario de clase en registros distintos con respecto a la variación lingüística, la situación y los contextos de comunicación de los estudiantes.
Arriba se insistió en que los docentes deberían tomar la manera como escriben los estudiantes (“Ellos escriben como hablan”) para explicar que con la escritura es posible la comunicación en distintos contextos, y que en lugar de prohibirles que escriban como hablan, deberían enseñarles cuáles son las diferencias, en cuanto a comunicación, entre habla y escritura. Si los estudiantes comprenden estas diferencias, tomarán la escritura como un medio para transmitir emociones y sentimientos. En el diario de clase en distintos registros, los estudiantes se expresarán libremente, en algunos casos, y con elocuencia, en otros. Entenderán que la lengua varía y que la norma se cumple únicamente en textos científicos. La escritura la tomarán como la oralidad: sin miedo.
Un diario de clase va directamente ligado al contexto y a las experiencias de los alumnos; ellos podrán relatar lo ocurrido en la clase, en cuanto a temas vistos y en cuanto a las cosas o sucesos que pasaron entre alumnos. Un diario de clase anima, y sirve como introducción a la escritura compleja (como la argumentativa) que se enseñaría en otro periodo académico o en otro curso escolar. Los aprendices, según Casanny, se apoderan de las actividades y de los conocimientos que les interesan, según sus necesidades sociales. Por tanto, los proyectos de aula tienen que conectar con lo que el aprendiz quiere poder hacer fuera del aula, con sus intenciones comunicativas, con los temas con los que quiere leer y escribir, y con los contextos en los que quiere participar. En la medida en que esto se cumpla, el alumnado estará motivado para el aprendizaje[11]. Por otro lado, el diario de clase es descriptivo, para esto, desde el comienzo del taller, se hará una explicación sobre las características de estos textos.
Así, poco a poco, se logra el objetivo de este apartado: la escritura debe dirigirse al aprendizaje de la lengua. El registro o el estilo es uno de los principales temas para la composición del diario de clase en distintos registros. Para esto, hay que tener claros varios puntos: un primer paso, como afirma Joaquín Garrido Medina, para entender el estilo es encontrarle un lugar en la diversidad de la lengua[12]. Los estudiantes tienen un registro de lengua adaptado por el contexto donde habitan; hay que hacerles entender que el registro de lengua lo hallan en su estrato social o en la situación de enunciación en la que se encuentren, y que de igual forma, en la escritura, pueden hallar registros distintos, según el contexto.
Hay que explicarles que la lengua varía a través del tiempo, es decir, diacrónicamente; según el espacio, diatópicamente; según la situación, sinfásicamente, y según el estrato, diastráticamente[13]. Explicando lo anterior de tal modo que los estudiantes comprendan, se tendría la base teórica principal para que empezaran a escribir, en parejas, los diarios de clase. Esto confirma que el ejercicio de escritura ayuda a la comprensión de la lengua. En el caso del taller que se propone, ayudaría aún más, por el hecho de que con la escritura se están afirmando conocimientos que se aprendieron en clase, y estos nuevos saberes, como complemento, también están en relación con la lengua.
3. INDICADORES DE LOGROS
4.
· Reconoce que la escritura es un medio de expresión que puede variar según la situación de enunciación.
· Sintetiza y describe de forma correcta los hechos de la clase en cuanto a situaciones que se presenten o en relación a la materia.
· Diferencia e identifica el registro de la lengua utilizado en un texto escrito.
· Utiliza el registro correcto en la escritura de los diarios de clase, siguiendo las características de enunciación de cada diario.
· Comprende que la escritura es un medio en el que las mismas ideas pueden expresarse en distintas formas.
· Presenta los diarios de forma ordenada.
· Hace uso correcto de las normas ortográficas elementales.
5. PROPUESTA
El diario de clase tiene como principal objetivo la realización de dos escritos en distintos registros con el fin de que los estudiantes comprendan que la escritura, al igual que la lengua, puede variar según la situación de enunciación en que la comunicación se presente. Además, centrará su atención en la reseña correcta de los temas que se dictaron durante la clase descrita en el diario. Esto ayudará a poner una base sólida en sus conocimientos. Al respecto, Cassany afirma: la escritura expresiva es la más próxima al habla corriente, es la práctica escrita más básica, a partir de la cual pueden surgir otros tipos de escritura, y es un instrumento fundamental para que se produzca el desarrollo cognitivo[14].
Durante el periodo académico, se entregarán dos diarios de clase en distintos registros. Suponiendo que dicho periodo dure seis semanas, se apartará una hora de las cinco de Español para hacer seguimiento de los textos de clase. La extensión será entre dos y cinco páginas, ya que los escritos extensos (extensos para octavo grado) ofrecen al alumnado situaciones de un nivel más alto: el escrito extenso provoca que los autores necesiten varias sesiones de trabajo para desarrollar la composición[15]. A continuación, se explicará con detalle la estructura y la secuencia del trabajo.
5.1 Contexto real
En este punto, lo importante es poner en contacto al estudiante con lo que aprenderá durante el taller. Es decir, se le hará saber el objetivo del taller y los indicadores de logros, para que desde el primer momento, sepa lo que se va evaluar. Así, el estudiante fijará su atención en algunos temas más que en otros. El profesor deberá llegar con un ejemplo, hecho por él mismo, del taller que los estudiantes tienen que realizar; en el caso que aquí se presenta, llevaría dos diarios de clase, en dos registros distintos, con base en lo ocurrido unos días atrás, para que el estudiante sepa, desde el principio, por dónde debe dirigir su proceso de escritura.
El profesor deberá explicar, una por una, las características de un diario de clase, que en general serían: contar, en dos registros distintos, lo que ocurrió durante la clase con respecto a la materia, relacionándola con los hechos y sucesos ocurridos en el salón de clase, entre compañeros, por ejemplo, los chistes, los bostezos y las habladurías. Esto daría un panorama general a los estudiantes para que sepan en qué consiste la actividad que debe realizar.
El docente lee el texto en voz alta. Después dice que el taller consiste en hacer algo similar a lo que acaban de escuchar. Deja claro que el diario se hará en grupos y que uno de esos textos irá, por ejemplo, escrito en un registro alto de lengua y que el otro deberá ser la oposición a dicho registro. Es decir, los estudiantes, en grupos de a dos, deberán escribir dos diarios que difieran en el nivel de lengua que se utilice, de la misma forma como el profesor lo hizo. Además, se les dará la fecha de entrega de los borradores hechos en clase: en distintas fechas se recogerán los borradores, siguiendo el orden de la lista. Esto facilita la calificación del material y permite un mejor seguimiento del proceso.
Posiblemente, los estudiantes se reirán mucho cuando el docente lea el texto escrito con un registro similar al que ellos (los alumnos) utilizan. En este punto, se le recuerda al lector que los niños cursan octavo grado y que, independientemente del estrato en que habiten, usarán un registro de lengua acorde a su edad. Pues bien, los estudiantes se sentirán identificados con lo que el profesor les lee, y se interesarán por el taller de escritura. Ya empezarán a darse cuenta de que la escritura no solo sirve para escribir libros aburridos de ciencia.
El docente puede repartir fotocopias de su texto con el fin de que los estudiantes lo lean con detalle y comenten entre sí los sucesos y la forma como se narran. Es evidente que tal vez se fijen, con más detalle, en el texto que se acerque más a su habla y al que más los divierta. Con esto, trata de ponerse en práctica el concepto ausubeleano de Aprendizaje significativo: los estudiantes se enfrentarán a textos que tienen que ver con su entorno y modo de vida.
5.2 Calentamiento
Aunque es una etapa optativa, el calentamiento puede permitir un mejor desempeño, durante el taller, por parte de los estudiantes. El calentamiento consistiría, por ejemplo, en que el profesor hiciera una actividad afín con lo que se desarrollará durante el taller (Casanny no ve necesaria la relación del calentamiento con la actividad, pero tampoco lo prohíbe; es optativo). El docente puede hacer varios grupos para que hagan un diario como si unos fueran mendigos, y otros, presidentes de distintos países, que estudian en el mismo salón de clase. Ese diario puede tomar como base la clase del momento. Puede delimitarse, máximo veinte renglones, para que sea posible la socialización en esa sesión o en la próxima.
El calentamiento despierta el interés del estudiante por la materia y por el taller. Sería conveniente que el profesor no corrigiera nada aún, para no interrumpir el espacio de integración y de diálogos con respecto al tema. El calentamiento es la preparación sicológica para la escritura, por lo tanto, tiene que ir enfocado de especial manera para despertar el interés de los estudiantes por la composición escrita.
Los alumnos socializarían sus textos al final de esa clase y al principio de la siguiente. Los que tengan diarios de presidente serán tal vez mejor elaborados que los diarios de mendigos. El profesor debe tener presente que lo que se reseñe de la clase guarda relación meramente con el taller: para el contexto real y el calentamiento se requieren dos sesiones como mínimo; el tema, los objetivos y los logros deben quedar claros, desde el principio.
5.3 Presentación del ítem
En esta parte, el docente debe enseñarles a los alumnos todo lo necesario para que realicen el diario de clase de forma correcta. Debe dejar claro, desde un principio, que el taller no es solo describir las cosas que pasan en el aula, como se hizo en el calentamiento, sino también hacer un resumen de la clase, a manera de relatoría, en el que destaquen los puntos más importantes según el tema visto: de forma similar a lo que el docente hizo en el contexto real (mirar 4.1). Para esto, se apartarán, como mínimo, dos sesiones, para que el estudiante comprenda los objetivos del taller y sepa, sin duda alguna, en qué debe centrar su atención.
Primeramente, se retomará la explicación del diario de clase y se relacionará con el texto descriptivo, con los registros de lengua y con el resumen. El docente debe tener claro qué es lo que va a evaluar en el taller de escritura; ejemplo de lo que puede evaluarse se presenta arriba, en el punto 3, en Indicadores de logros. Por otro lado, la ortografía del texto pasaría a un segundo plano; lo importante es mirar la capacidad del alumno para rescatar los puntos principales de la clase en relación con los hechos y sucesos que pasan en el aula, relatado todo en dos registros distintos de lengua.
Los docentes, después de retomar el tema del diario de clase, pueden centrarse en explicar las características básicas de un texto descriptivo; por ejemplo, la precisión y la objetividad en la observación, la claridad en la exposición, mediante la exactitud de las palabras que se emplean, y la lógica presentación de los elementos, a través de una estricta y rigurosa ordenación de los mismos[16]. Para profundizar en esto, podría hacerse una actividad de calentamiento con respecto al texto descriptivo, enfocado en un suceso de la clase de ese día y en el tema que se está explicando. Trabajar el texto descriptivo en el taller es solo un medio para lograr el aprendizaje significativo del estudiante, ya que este está familiarizado con los textos descriptivos, estudiados desde el primer año escolar. Entonces, llevar el texto descriptivo al aula de clase en relación con el taller de escritura que, en este caso, tiene otros fines, es solo una excusa para que el estudiante asocie conocimientos previos a los que está aprendiendo: los temas del aula de clase, protagonistas del taller.
Después se retomará otro tema familiar: el resumen. Hay que explicarles en qué consiste: en hacer una síntesis de los temas vistos en clase, que sea clara y suficiente, en un espacio delimitado. Hay que dejar claro que el resumen es solo de los temas de la clase que pueden ir sintetizados a la par con la descripción de la misma; lo que no quiere decir que el estudiante no pueda extenderse en descripciones de situaciones tales como el chiste de un compañero o los regaños del profesor al grupo. El resumen permite ver qué tanto el estudiante entendió el tema.
Por último se explicará lo que puede tomarse como uno de los fines del taller: los registros de la lengua (para esto, revisar el marco teórico). Con la explicación del profesor, el estudiante entenderá por qué el diario debe ir escrito de dos formas distintas; a partir de esto, empieza a desarrollarse en el alumno un proceso de metacognición.
5.4 Prácticas controladas y prácticas abiertas y comunicativas
Hasta aquí, ya está casi todo explicado. Solo falta decir, sin mucho detalle, en qué consisten las prácticas controladas y las abiertas y comunicativas. En cuanto a las primeras, puede decirse que el docente haría el inicio de dos diarios de clase en registros distintos, para que los estudiantes los completaran siguiendo ya un modelo. De esta forma, el estudiante se sentiría seguro con lo que hace, porque el profesor inició su trabajo. Desde ese momento, se empieza a evaluar con más rigor. La evaluación puede empezar a partir del contexto real (Ver 4.1). En la rejilla de evaluación, a continuación presentada, se ve lo que se evalúa y a partir de dónde se evalúa.
Las prácticas abiertas y comunicativas se refieren a aquella en las que no media ninguna ayuda docente, excepto la del seguimiento del taller y del proceso. Los estudiantes, en parejas, desarrollarán, con base en lo aprendido, dos diarios de clase en registros distintos. Ellos elegirán qué registros trabajar, con la única condición de que, por los que opten, difieran entre sí: un diario puede personificar al presidente, y otro, aun ñero.
BIOGRAFÍA
CASSANY, Daniel. Construir la escritura. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 1999.
CUETOS VEGA, Fernando. Psicología de la escritura. Madrid: Editorial Escuela Española, S.A., 1999.
GARRIDO MEDINA, Joaquín. Estilo y texto en la lengua. Madrid: Editorial Gredos, S.A., Sánchez Pacheco, 1981.
GREEN, Pam. Critical literacy: A Collection of articles from the Australian Literacy Educators’ Association, International Reading Association, 2001, cap. 1.
IBERLETRAS. El texto descriptivo: Estructuras y características. [En línea] Disponible en: http://www.iberletras.com/27.htm. (Consultado el 14 de abril de 2011).
[1] Jhon Alexánder Monsalve Flórez, estudiante de Licenciatura en Español y Literatura de la Universidad Industrial de Santander. Trabajo presentado a Wilson Gómez, profesor de Taller de didáctica de la lengua materna II.
[2] GARRIDO MEDINA, Joaquín. Estilo y texto en la lengua. Madrid: Editorial Gredos, S.A., Sánchez Pacheco, 1981, pág. 31.
[3]GREEN, Pam. Critical literacy: A Collection of articles from the Australian Literacy Educators’ Association, International Reading Association, 2001, cap. 1.
[4]CUETOS VEGA, Fernando. Psicología de la escritura. Madrid: Editorial Escuela Española, S.A., 1999, pág. 13.
[5]CASSANY, Daniel. Construir la escritura. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 1999, pág. 11.
[6] Ídem., p. 171.
[7] CUETOS VEGA, Fernando. Psicología de la escritura. Madrid: Editorial Escuela Española, S.A., 1999, p. 13.
[8] CASSANY, Daniel. Construir la escritura. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 1999, pág. 164.
[9] Ídem., 167.
[10]Ídem., 158.
[11] Ídem., 172.
[12] GARRIDO MEDINA, Joaquín. Estilo y texto en la lengua. Madrid: Editorial Gredos, S.A., Sánchez Pacheco, 1981, pág. 64.
[13] Ídem., p. 65.
[14] CASSANY, Daniel. Construir la escritura. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica, S.A., 1999, pág. 110.
[15] Ídem., p. 138.
[16] IBERLETRAS. El texto descriptivo: Estructuras y características. [En línea] Disponible en: http://www.iberletras.com/27.htm. (Consultado el 14 de abril de 2011).
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