El
misterio del tren azul,
de Agatha Christie
Jhon Monsalve
Imagen tomada de internet.
El misterio del tren azul
es una de las 66 novelas policíacas de Agatha Christie, la escritora británica
que ha vendido, en la historia de la literatura, más libros después de la Biblia.
Y no es para menos: con una narración aparentemente sencilla, de muchos
vericuetos y complejas relaciones, forja la historia del Tren azul en la Europa
de los años veinte del siglo pasado. Novela de casualidades y de un asesinato
tan bien planeado que, como ya es habitual en la escritura de la creadora de
Hércules Poirot, termina siendo efectuado por los personajes menos sospechosos.
Como
paratexto, se puede citar otra narración de la autora británica, incluso más
sonada: El asesinato en el Orient Express,
novela publicada algunos años después y más leída que la que aquí se comenta.
Lo importante es que las dos historias se desarrollan en torno a un asesinato
en un tren y Hércules Poirot es el encargado de resolver el caso. En el Tren
azul el detective coincide con Katherine Gray, una mujer que acaba de heredar
una inmensa fortuna por parte de una señora a quien dedicó sus cuidados en los
últimos años. Se conocen y se vuelven cómplices en la solución al problema;
ella tenía el peso nada confortable de haber cruzado unas palabras en el tren
con Ruth de Kattering, mujer casada que, antes del divorcio inminente con su
actual marido, decide visitar al exnovio con el cual, por cuidados de su padre,
no pudo formalizar una relación estable. Lo cierto es que en el tren muere
degollada, cuando, aparentemente, le roban el “Corazón de fuego”, una de las joyas
más importantes de la historia occidental según el contexto de la novela.
Para
descubrir al asesino, el padre de Ruth contrata personalmente a Poirot. Tras
entrevistas a testigos y recreaciones de la escena del crimen, termina por
descubrir que los implicados están más cerca de lo que imaginan. Ni el conde de
la Roche, ni Papapolous, ni la señorita Gray, ni el mismísimo marido de la
difunta tienen algo que ver, aunque sí se configuran como sospechosos.
Esta
novela fue adaptada para la televisión en el año 2005, en la décima temporada
de Agatha Christie's Poirot. Por
supuesto que aunque, de cierta manera, la trama sea la misma, la representación
televisiva difiere sobremanera de la narración escrita. La magia de la pluma de
Agatha Christie se descubre, tal cual los asesinatos, tras una lectura
responsable del discurso. No rescato el ingenio del director de la serie
televisiva, sino la destreza de la escritora para llevar al lector a diversos mundos
posibles en tan solo 250 páginas. La novela policíaca ―y esta en particular― es
un laberinto no solo de los personajes, sino también del lector, que queda
atrapado en la incógnita y se hace responsable, del mismo modo, de la solución.
Intenten ustedes, queridos lectores, descubrir al asesino antes de que lo haga el
detective… y si lo logran me escriben.
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