AL OTRO LADO DE LOS TORNIQUETES
Anónimo, por si acaso
Imagen tomada de Vanguardia Liberal
Ante
todo, si ha de criticarse algo de lo que aparezca aquí escrito, que sea únicamente
el texto. No juguemos a hacer juicios Ad
hominem, ni a insultos, ni a improperios, ni mucho menos a alegrarnos
cuando algo de lo escrito esté a nuestro favor ni a molestarnos cuando se
escriba algo con lo que no estemos de acuerdo. Este texto (no el autor)
pretende mostrar algunas (tal vez no todas) las perspectivas sobre el hecho de
los supuestos (hay que decirlo así)
torniquetes en la entrada de la UIS. La intención es analizar someramente
algunas conclusiones que se sacan a partir de un hecho que, para algunos, no
deja de ser una banalidad o una excusa para paro, y que , para otros, es, sin
duda, una provocación hacia el estudiantado, un abuso de poder, de falta de
democracia, de subestimación estudiantil. Tal vez por lado y lado haya razón,
pero no se puede insultar, deducir, conjeturar sin pensar antes en algunas
cuestiones importantes.
Es
difícil saber por dónde empezar para que el lector (los que lleguen a este
texto, quizá insulso, tonto, inservible, como casi todos) no se apresure a
sacar conclusiones sobre el punto de vista del autor. Si se empieza por el lado
de los estudiantes, seguramente lo tildarán de guerrillero, revolucionario y de
papabombero; si es, por el contrario, por el lado de la administración, entrará
el autor al catálogo del paramilitarismo colombiano. Al parecer no se puede ser
neutral en este país; hasta bíblico es: “Así, puesto que eres tibio, y no frío
ni caliente, te vomitaré de mi boca”. Pero se debe empezar por algo, y evitemos
meter al autor en estos problemas, porque ya le sobran muchos y cada día, por
imprudencias, se gana más.
Comencemos,
entonces, por la administración, porque empieza por “a”. Habría de suponer que
estas cosas las decide, en gran parte, el Consejo Superior de la Universidad
Industrial de Santander. De ser así, habría sido necesario que estas cuestiones
se comentaran, se consultaran con los estudiantes, para tomar decisiones
democráticas. No lo hicieron, y tal vez se deba a que, si lo hacían, como al
parecer ya lo habían hecho, no habría habido consenso. Es lógico: estas medidas
pueden ser tomadas negativamente por los estudiantes (no todos, por supuesto)
y, sobre todo, por los grupos socialistas, anarquistas y en pro de nuestra
sociedad que luchan por la libertad y el antiimperialismo. Es una constante
lucha de ideologías, que terminan, en ocasiones, actuando de la manera más
individualista y antidemocrática posible. El caso es que no avisaron a los
estudiantes; por tanto, sería importante conocer y estudiar las razones que
llevaron a la administración a tomar esta decisión. ¿Fue acaso porque querían
ahorrarse unos pesos en celadores? ¿Fue porque estos se cansaban mucho
registrando la entrada (ya acostumbrada) de los estudiantes? ¿Fue quizá porque
de esta manera demuestran lo poco que les interesa el estudiantado? ¿O quizá
porque quieren, sin darse cuenta, dar motivos para un paro? Porque, en
realidad, a cualquiera le parecería extraña esta decisión en un momento en que
las cosas simulaban estar en calma. ¿Acaso no pensaron en que haciendo esto lo
más seguro (y es muy posible) que pase es que los estudiantes arremetan contra
esto y se acabe en un día lo que invirtieron en varias semanas? ¿No pensaron
quizá en que los estudiantes habían terminado por acostumbrarse a presentar el
carné en la entrada y que los torniquetes serían el motivo perfecto para abolir,
en definitiva, todo aquello que represente, de cierta forma, represión? ¿El tiro
no les puede salir por la culata? ¿Cuánto dinero gastaron en este proyecto? A
veces los estudiantes, sobre todo los más curiosos, necesitan datos extras para
explicar las cosas… y no solo cámaras en los postas para ser “vigilados”, según
unos, o para ser “cuidados”, según otros.
Hasta
aquí, el texto habrá sido criticado e insultado por doquier. No se metan con el
pobre autor que él no tiene nada que ver en esto: hoy tuvo un problema con un
vecino, con el cual intercambió un par de insultos (eso sí: los del autor
contaron con el rasgo bellísimo de la aliteración), y está un poco acongojado,
triste, cabizbajo por eso. Azoten el texto y guarden tacitas de café, vestidos
negros y algunos libros, por si el problema con el vecino pasa a mayores.
Bien.
En la UIS hay estudiantes de todo tipo. Existen aquellos que van solo a
estudiar y se olvidan del compromiso social que tienen con el país.
Detallándolo bien, ellos no son responsables de sus actos porque los docentes
les dan simples dosis teóricas para resolver los problemas en papel, sin
extrapolarlos al ámbito social. Estos estudiantes, pensarían algunos, son hijos
de la pésima educación colombiana: una educación llena de religión, mas no de
ética; llena de ortografía, y no de propuestas; llena de números, pero no de
pensamientos críticos. Otros, sin pensar más allá que en sus doctrinas e
ideologías, arremeten con grosería y rabia contra los pobres estudiantes que no
son más que víctimas. ¿Cuántos “primíparos” entran con el ideal revolucionario?
¿Cuántos estudiantes actuales tienen el símbolo de la rebelión justificada? Hace
falta escuchar a los de siempre cantando la misma arenga con todas las fuerzas
para disfrazar de multitud lo que unos pocos gritan: “La rebelión se justifica”.
Los nuevos estudiantes (y también los actuales) se acomodan a la vida normal
universitaria y convierten en enemigos a los que no piensan igual, y estos que
no piensan igual se acomodan a sus ideologías y convierten en enemigos a los
que quieren estudiar. ¿Acaso los que hacen el paro, los que ponen la cara, no
quieren ir a clases? ¿No será más bien que quieren ser partícipes, los únicos
partícipes, del cambio social? ¿No será que ellos están luchando por aquellos
que solo quieren estudiar, y estos ni se fijan en ello? ¿Pero la manera de
luchar es conveniente? ¿Se está luchando como académicos o como vándalos?
Y
a algunos les nacerá la siguiente duda: ¿Si los estudiantes que pertenecen a
distintos grupos de cambio social en la UIS son tan sociales como dicen,
entonces, a qué se debe que no se unan en pro de una misma causa? Y la
respuesta, para algunos, puede ser simple: porque cada quien persigue sus
propios intereses, y sin darse cuenta, terminan siendo los más individualistas
y antisociales. Siempre quedará en la mente de aquellos que esperaban un
almuerzo, en las épocas en que se luchaba en contra de la Reforma a la Ley 30,
la escena de aquellos estudiantes socialistas que preparaban de comer y
apartaban el único pedazo de carne para los más allegados, sin contar con que
todos querían carne… y algunos pueden añadir que aquellos que hacían la fila
habían puesto más dinero que los otros. ¿No se descubre aquí una suerte de la
corrupción que tanto critican? A veces los educandos se ciegan ante unos
torniquetes, pero no ven los que ellos mismos ubican en su entorno.
Otros
se preguntan: ¿Cómo actuarán los capuchos ante los adornos momentáneos de la
entrada de la UIS? Y otros más: ¿De dónde salen los capuchos? ¿Serán
guerrilleros? ¿Serán un simulacro? Estas cuestiones son fáciles de resolver,
según el bando al que se pertenezca. Por ejemplo, un estudiante que no estudia,
pero que tampoco apoya las manifestaciones, sino que se la pasa en la casa
chateando, o durmiendo, o desestresándose con videojuegos, es alguien que
criticará a los que dañan la universidad porque la siente suya, pero que a la
vez hace fuerza por que continúe el paro a causa de los torniquetes, para poder
seguir, como dirían algunos, en su “vagancia”. Por el contrario, un estudiante
comprometido con la educación, pero que no ve más allá de sus propios
intereses, diría que los capuchos y estudiantes que protestan son, por lo
general, mugrientos, marihuaneros y desgraciados, que nunca leen un libro y que
van a la universidad a armar problemas. Y por otra parte, un estudiante
comprometido en la causa verá, en ocasiones, a los capuchos como un apoyo, y
otros que también son críticos pensarán que la salida a la represión está muy
lejos del vandalismo y del actuar como humanos no razonables, cegados por
pasiones ideológicas.
Así
las cosas, según algunos, se vuelve a lo de siempre: provocaciones
involuntarias, impulsos, argumentos, bombas, ¡Arriba la revolución!, paro. Y
unos se quejan porque no pueden estudiar, otros se van de vacaciones, otros
celebran con cerveza o marihuana, otros cierran la universidad, otros pierden
la plata que no es de ellos sino del pueblo, otros se cansan del paro, otros
también, otros siguen, como siempre, bajo los efectos de sus ideologías, otros
quieren liberar a Colombia entera, otros hacen el amor, otros siguen chateando,
otros más se cansan, otros quieren acabar el semestre porque de lo contrario no
se pueden graduar a tiempo, otros persisten, otros marchan, otros tienen hambre
porque no hay servicio de comedores, otros solucionan el problema con una “vaca”,
otros se vuelven corruptos en la repartición del almuerzo, otros se
emborrachan, otros festejan las nuevas vacaciones, otros van a misa o a culto a
orar por los capuchos, otros se besan a picos, otros con lengua, otros vuelven
a gritar arengas, otros ven los restos de los torniquetes, otros cumplen años,
otros viven su vida, otros comen libros y adelantan cosas, otros rumbean, otros
sueñan con entrar a la UIS, otros se arrepienten, otros se aburren de tanta
vaina y de tanto voyerismo y cierran la UIS y cancelan el semestre, sin diálogo
alguno, sin acuerdo alguno, como casi siempre. Y nadie piensa más allá de sus
propios intereses.
Me gustó mucho su texto, Jhon. Deja al descubierto cómo es que las distintas posturas de nuestra sociedad universitaria chocan porque siempre tendemos a polarizar el discurso. Sin embargo, aunque quiero terminar el semestre para graduarme a tiempo, no dejo de pensar que detrás de los torniquetes se encuentra un símbolo de represión, de privatización, de universidades "públicas" no al servicio del pueblo, sino de...
ResponderEliminaralgo tarde para leerlo pero no deja de ser cierto, al autor "anónimo" mis respetos pues ponerse en la posición de ver todos los puntos de vista relacionados no es fácil... y con el tiempo esos torniquetes siguen ahí, las generaciones que no los tuvieron en sus inicios pero si en sus finales esta por desaparecer y cada vez se hacen mas monótonos y normales para todos.
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