LA
METAMORFOSIS, DE KAFKA:
LAS CAUSAS Y COSAS QUE PASAN POR ALTO
Jhon
Monsale
Imagen tomada de internet
Me
he dispuesto a retomar aquellos clásicos de la literatura universal para
corregir lo que se haya venido haciendo y diciendo hipotéticamente de las obras
emblemáticas de este mundo de letras. No podía faltar Kafka y su tan mentada
Metamorfosis, estudiada en casi todas las instituciones y olvidada en y con
actividades de cuestionarios sobre los personajes, el estado físico o
diferencias entre ellos mismos. Nunca miramos más allá y perdemos la belleza y
el jugo del arte.
Sabemos
que Gregorio Samsa se despertó un día convertido en insecto. En la primera
página ya comprendemos el porqué del título. Y nos admiramos de lo poco creíble
del asunto, y he oído decir a uno que otro colega que Kafka se pasó en
fantasía. Yo siempre he insistido en que debemos ir más allá de la simple (a
veces no tan simple) narración, que debemos indagar dentro de ella alguna
complejidad humana que se evidencia sin que nos demos cuenta porque nos cegamos
con la venda de lo literal y no permitimos que lo inferencial se cuele entre lo
oscuro.
Sabemos
que Gregorio no se rinde en un principio porque su vida gira en torno a su
familia, a las promesas que se ha hecho de ayudar a su hermana para que
estudie, a las que le ha hecho a su padre, comprometiéndose, por ejemplo, a
pagar la deuda que dejaron negocios malos en el pasado con el jefe actual del
nuevo insecto. Su vida es un acoso constante, y eso no lo podemos dejar pasar;
si lo olvidamos terminamos, como algunos, diciendo que chévere la historia de
La Metamorfosis, pero que lástima que no tenga nada que ver con la vida real.
Esas cosas las oye uno en pasillos, en salones, en tareas dejadas por los
maestros de escuela, y no vamos más allá.
Si
lo hiciéramos, sabríamos en las primeras cinco páginas por qué razón se
convirtió en insecto el personaje y no especularíamos tanto. En primer lugar,
debemos comprender que la causa principal de su conversión es el acoso social y
laboral. Es una manera de aniquilar el lado negativo de la vida, huyendo sin
ser cobarde. Tal vez el deber, el afán, el estrés laboral fueron rechazados por
su cuerpo para siempre.
Sabemos
que la hermana fue la única que estuvo pendiente, pero que al final decidió lo
trascendental: no continuar más con algo que para toda la familia se había convertido
en martirio, en un peso más para sus labores diarias, en una preocupación más
entre tantas deudas, enfermedades, trabajos y sueños. Si Greta reaccionó como
lo hizo, casi sorprendentemente para el lector pues nunca se imagina que ella
va a tomar tal decisión, fue porque la pieza que tocaba en su violín y que le
era tan grata a los inquilinos, que llegaron a vivir a casa por falta de
dinero, fue interrumpida sin culpa por Gregorio.
Todos
se habían sentido afectados directamente por la conversión, excepto la hermana.
La madre, por ejemplo, se desmayó al saber que su hijo estaba convertido en
insecto y dejó de verlo por días y solo entraba de vez en cuando para
observarlo solo en una parte, pues se escondía bajo el canapé. El padre empezó a sentir que lo odiaba, que
le estorbaba, que ya no le era útil, y buscó trabajo por aparte (y nos dimos
cuenta de que sí podía trabajar) y temió que el insecto de su hijo le hiciera
daño a su mujer o a su hija. En cambio Greta, su hermana, fue la única que no
sintió aversión por Gregorio, tal vez por la edad, tal vez por la compasión que
caracteriza a la mujer desde joven. Pero luego, cuando sintió que su hermano le
quitaba el placer de ser oída por los inquilinos y que estos se sintieran
complacidos con la melodía, al sentir que el sueño, que el momento se le iba a
pedazos por culpa de su hermano, lo odió y decidió deshacerse de él.
Ya
vimos que no fue necesidad. Él solito, aparentemente, murió. Pero las cargas,
que no dejaron de caer sobre él, fueron cada vez más pesadas y en esta ocasión
lo aplastaron hasta más no poder. ¿No vemos acaso el peso de la responsabilidad
y el acoso laboral, social y familiar en la obra como causa de la conversión de
Gregorio en insecto? ¿Acaso no murió precisamente cuando ya no hubo más por
quién luchar, ni por quién sentirse protegido? El padre lo hirió de muerte con
una manzana, pero Greta le dio en el blanco del corazón con su indiferencia.
Las
cargas laborales le dieron la forma de insecto, de un ser casi inerte, mudo,
torpe, sin esperanzas. Y las cargas sentimentales le dieron la tumba. ¿Todavía
pensamos que en las grandes obras literarias no se representa la vida del
hombre en su complejidad? ¿Acaso no se relaciona todo esto con el capitalismo
extremo que vivía Alemania en la segunda década del siglo XX? ¿Qué tendrá que
ver la preocupación y desespero del personaje con la Primera Guerra Mundial?
Ah, nos damos cuenta de que el insecto no es más que el hombre sumergido en la
problemática social y política, en la que imperaba un capitalismo propio o muy
parecido al de nuestros países. Bien: ¿No seremos también insectos?
Excelente comparacion le diste a esta historia Jhon, creo que en estos tiempos lleno de estress estamos en una Metamorfosis, sin darnos cuenta ya estamos perdiendo nuestras valores, familia y amistades.
ResponderEliminarUna muy cruel metamorfosis, Adriana. Qué tristeza.
EliminarHagan la wea de lenguaje flojos ql la pou se va enojar
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