UNA VISITA DE SAN NICOLÁS
Autor: Clement Clarke Moore
Traducido por Jhon Monsalve
Imagen tomada de: http://www.facebook.com/photo.php?fbid=453774467991772&set=a.257731730929381.55221.112130535489502&type=1&theater
Nota aclaratoria: En vista de que no se había hecho una traducción
clara y comprensible de este poema a nuestro idioma, me puse en la tarea de
traducirlo con buena cohesión y coherencia. Las demás traducciones están hechas
sin sentido y sin la pasión que merece tan importante poema de Clement Moore,
que da inicio a una de las tradiciones más importantes en la cultura
occidental: Papá Noel. El autor tomó la figura del santo obispo del siglo IV
San Nicolás, que perdió a sus padres debido a la peste de aquel entonces y donó
todos sus bienes a los necesitados. Este solo hecho de bondad serviría para
explicar el referente del poeta norteamericano Clement Moore. Pero hay más: aparte
de relacionarse con los niños, se cuenta que, en cierta ocasión, unas mujeres,
por carecer de la dote necesaria, no podían casarse con sus amados y corrían el
peligro de quedar solteronas. San Nicolás, al ver esto, actuó de incógnito,
metiéndose por la ventana para poner bolsas de oro dentro de las medias que las
muchachas ponían a secar junto a la chimenea.
Teniendo en cuenta esto, entenderemos mejor el poema del profesor de Literatura
griega Clement Moore.
Y una
última cosa: Hace unos días vi una imagen en la que tenían a Papá Noel
aprisionado porque había cometido el grandísimo error de quitarle protagonismo
al Niño Dios. La imagen decía que no dejemos contaminar de comercio una
celebración religiosa. Pues bien, muy bonito y heroico el hecho, pero lo
hicieron sin tener en cuenta los hechos sociales e históricos que dieron paso a
la figura de Papá Noel. En primer lugar, Papá Noel no nace porque sí, sino por
una necesidad. Los protestantes (miren bien, queridos lectores, que el autor es
de los Estados Unidos y comprendan, por favor, que yo ni siquiera creo en Dios)
se daban cuenta de que en las épocas navideñas se pecaba más contra dios, que
lo que se peca durante todo un año, y que, por otra parte, y la más importante,
que la familia se desunía. La figura de Papá Noel aparece, entonces, para hacer
la Navidad más familiar, y eso está mucho mejor que actuar mal a costillas del
Niño Jesús. Más bien amarremos a este niño que, tal como lo insinuó Saramago en
las últimas páginas de “El evangelio según Jesucristo”, trajo guerras y dolor
al mundo... metámoslo en una bolsa y botémoslo al río de Oro, y pasemos con los
nuestros, como diría San Nicolás: una Feliz Navidad y una feliz Noche Buena.
Jhon
Monsalve
UNA VISITA DE SAN NICOLÁS
Autor: Clement Clarke Moore
Traducido por Jhon Monsalve
Era la noche de Navidad, un poco antes de las doce,
A la hora en que todo está en calma, hasta los
ratones.
Habíamos colgado nuestras medias en la chimenea,
Para que San Nicolás las encontrara cuando llegara.
Acurrucados y abrigados bajo las sábanas,
Los niños, juiciosos, estaban durmiéndose.
Mi mamá y yo, con nuestra ropa de dormir,
Acabábamos de apagar la vela,
Cuando afuera, un ruido de campana,
Me hizo salir rápidamente de la cama.
Fugaz como una flecha hacia la ventana,
Escruté la inmensidad del cielo estrellado.
Sobre la nieve, la luna brillante,
Iluminaba la noche como si fuese el día.
Abrí mis ojos, y aparecieron a lo lejos
Un trineo y ocho renos no más grandes que una mano,
Dirigidos por un pequeño y alegre personaje:
Era San Nicolás, yo lo sabía.
Sus corceles volaban como si tuvieran alas.
Y les cantaba, con el fin de animarlos:
« ¡Vamos, Tornado! ¡Vamos, Bailarín! ¡Vamos,
Furia y Vestido!
¡En Cometa y Cupido! ¡Vamos relámpago y Trueno!
¡Directo a ese porche, hacia ese muro!
¡Vamos, vamos, mis amigos! ¡Al triple galope!”.
Similares a las hojas muertas, llevadas por el
viento,
Que suben hacia el cielo para superar los
obstáculos,
Los renos volaron hasta mi cabeza,
Con el trineo, los juguetes y San Nicolás.
Poco después oí sobre el techo resonar algo,
El pisoteo fogoso de sus pequeños zuecos,
La ventana estaba cerrada, y me volteé
En el preciso momento en que San Nicolás salía de
la chimenea.
Su abrigo de piel, sus botas y su gorro
Estaban un poco sucios por la ceniza y el hollín.
Sobre su hombro, un saco lleno de juguetes
Le daba la apariencia de un extraño vendedor.
Tenía los cachetes rosados, unos hoyuelos encantadores,
Una nariz como una cereza y unos ojos brillantes.
Una boca pequeña que sonreía todo el tiempo,
Y una barba larga de un blanco muy puro.
De su pipa iluminada y atrancada entre sus dientes,
Subían en torbellino volutas de humo.
Tenía el rostro alegre, y su vientre redondo
Saltaba cuando reía, como un pequeño balón.
Era tan regordete, tan cachetón, este travieso
duende,
Que no pude aguantar la risa, ni tapándome con la
mano.
Pero con un guiño de ojo y una señal de la cabeza,
Me hizo comprender que yo no corría ningún peligro.
Luego sin decir una palabra, pues él tenía afán,
Se apresuró a llenar las medias, hasta el fondo,
Y se despidió poniéndose el dedo en la punta de la
nariz,
Antes de desaparecer en la chimenea.
Oí el silbido de su tripulación,
Juntos se fueron como una pluma en el viento.
Antes de desaparecer, San Nicolás gritó:
“Feliz Navidad y feliz Noche Buena para todos”
Me alegra saber que hay autores decididos a publicar obras como ésta. He aquí mi versión del mismo poema:
ResponderEliminarESPAÑOL (Copyrighted Translation)
UNA VISITA DE SAN NICOLÁS©
Traducción de Juan A. Galán
Era tarde en Nochebuena, nada en la casa se oía,
Hasta el ratón de alacena con su familia dormía.
De la repisa colgaban, medias en la chimenea,
San Nicolás, al llenarlas, tendría una gran tarea.
Los niños dormían ya y soñaban sutilezas,
Imaginando visiones en sus pequeñas cabezas,
Y mamá con su pañuelo, y yo con mi mejor gorra,
Antes de una buena siesta, sentíamos la modorra.
Cuando afuera en el jardín, se formó un gran alboroto,
Salí de mi cama a saltos, parecía un terremoto,
Corrí y abrí la ventana, levantándola hasta el tope,
Las cortinas separé, pues creí oír un galope.
La luz de la luna llena se reflejaba en la escena
E iluminaba la nieve, como hace el sol con la arena.
Cuando yo vi ante mis ojos, de grata sorpresa llenos,
Un trineo en miniatura tirado por ocho renos.
Los controlaba un viejito, ágil y con gran viveza.
"Debe ser San Nicolás", pensé yo con gran presteza.
Él, aunque eran como águilas, de sus cursos era el guía, ¡Silbando y con muchos gritos, sus nombres les repetía!
"iOh, Bailarín! ¡Oh, Brioso, Relámpago y Juguetón!
¡Hala Cupido! ¡Hala Trueno! ¡Halen Cometa y Pompón!
¡Suban prontos al tejado y a lo alto por la pared!
¡Suban con brío ahora mismo! ¡Todos, con brío, ascended!".
Como las hojas ya secas que encuentran algún obstáculo
Se entrelazan con el viento en asombroso espectáculo,
Así subieron al techo, como en sus cursos volando,
En el trineo con juguetes a San Nicolás llevando.
Después de algunos segundos, yo pude oír satisfecho
Ruido de pequeños cascos que golpeaban en el techo.
En la mente estas imágenes y en mis talones girando,
Por la chimenea vi a San Nicolás bajando.
Todo envuelto estaba en pieles, de los pies a la cabeza,
Su ropa estaba manchada del hollín y la ceniza.
Una bolsa con juguetes de su ancha espalda colgaba,
Parecía un vendedor que su mercancía cargaba.
¡Qué alegría en su sonrisa! ¡Qué brillo había en sus ojos!
¡Qué color en sus mejillas! ¡Qué nariz con tonos rojos!
Su boca, en un amplio arco, se abría en sonrisa leve
Y la barba en su barbilla más blanca era que la nieve.
Una pipa ya gastada en sus dientes sujetaba
Y alrededor de sus sienes el humo lo coronaba.
Su cara era ancha y redonda, y un vientre grande tenía
Que como la gelatina temblaba cuando él reía.
Era un duende muy alegre, un viejo gordo y bajito,
Y me tuve que reír, ¡aunque lo hice muy quedito!
Un giro de su cabeza y un guiño casi secreto
Hicieron que mis temores se esfumaran por completo.
Sin decir ni una palabra, a su tarea se dio,
Giró sobre sus talones y las medias rellenó.
Tocándose la nariz, con un dedo y por el lado,
¡Subió por la chimenea por alguna magia izado!
Saltó presto en el trineo, silbó casi sin aliento,
Y los renos se alejaron como plumas en el viento.
Pero oí cuando exclamaba, ya inmerso en la oscuridad,
"¡Que tengan muy buenas noches y una Feliz Navidad!".
Muy buena traducción, amigo Juan. Se ve que trabajó mucho en ella. Lo felicito. Me alegra que haya superado mi traducción. Sin duda alguna, recomendaré esta en lugar de la mía. Muchas gracias por compartirla. Saludos.
EliminarEnorme poema amigo. Lo felicito
EliminarJhon Monsalve: El Niño Jesús si une las familias, todas las tradiciones se han mezclado, si San Nicolas de Bari no hubiese sentido amor por Jesus, tampoco existiría Santa Clauss.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo. Es el mismo Dios que en su humildad se abajó hasta nosotros para que conociéramos al verdadero Amor. Muy lindo el poema, especialmente en la segunda traducción. San Nicolas, generoso como el que más, fue movido por el amor a Jesús.
EliminarExcelente. TRADUCCIÓN Y RIMA
ResponderEliminarMe encantó este artículo y la traducción de ambos. No sé si me pueden colaborar con la traducción de otro poema equivalente pero que daría origen a la figura de la Sra. Claus. Se trata de "Goody Santa Claus on a Sleigh Ride" de la poetisa Katharine Lee Bates
ResponderEliminarhttps://en.wikisource.org/wiki/Goody_Santa_Claus_on_a_Sleigh_Ride
Me encanto, vi la magia de la navidad
ResponderEliminarEstimado señor. Realmente que ese retocamiento que han hecho de la navidad con el Santa Claus (o Papá Noel) e incluso con toda la deformación que los protestantes han hecho de la figura de San Nicolás es francamente odiosa.
ResponderEliminarRealmente que preferimos al niño Jesús.
No veo de donde los protestantes pudieran inferir que en esta época del año se pecara mas en nombre del niño Jesús y que por el contrario la figura de Santa Claus unifique mas a las familias.
Su tesis por tanto nos resulta repulsiva.