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viernes, 28 de septiembre de 2012

El muelle de San Blas: El abismo de los huesos calcinados de Rebeca Méndez Jiménez


EL MUELLE DE SAN BLAS: EL ABISMO DE LOS HUESOS CALCINADOS DE REBECA MÉNDEZ JIMÉNEZ POR EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL RECUERDO
Jhon Monsalve
Imagen tomada de internet
Hay amores que trascienden hasta el umbral mágico de la locura. Hay amores que sobreviven incluso después del olvido y de la muerte. Hay pasto que crece alrededor de las tumbas, pero pasto con sabor a rosas. El amor en los tiempos del cólera presenta un ejemplo de esto. Florentino Ariza ama y espera a Fermina Daza durante 51 años, 9 meses y 4 días. Esos son los amores que perduran y que se parecen tanto a la locura. En la novela de García Márquez el personaje principal sigue amando a Fermina Daza a pesar de que ella, desde aquel día que le pareció una sombra, no le correspondía ni en lo más mínimo. El amor de Florentino fue hasta el punto de hacer lo posible por comprar un espejo en el que, en cierta ocasión, su amada se vio reflejada. Ese es el amor que confunden con la locura. Más de 50 años esperando a la persona que se ama es, sin lugar a dudas, la hazaña de un esquizofrénico de sentimientos perfectos y sublimes.
Esto no es extraño. Total: es una novela, y en la literatura los hechos son ficticios. Lo que nos pondría algo incrédulos sería un caso similar a este, incluso mucho más profundo, de la vida real, de personas de carne y hueso que sienten el dolor inmenso consecuente del amor. No vayamos tan lejos y naveguemos en el mar de la música que a diario oímos para encontrar una historia de mucha memoria y compasión. El grupo mexicano Maná, que, nos guste o no, todos lo hemos oído alguna vez, eternizó la historia de amor de Rebeca Méndez Jiménez, sin que la gente se inmutara, en algún momento, de que dicha historia fuese o no verdadera. “En el muelle de San Blas” es la octava pieza musical del disco Sueños líquidos, y no hay mejor representación del título que esta canción. La letra expone la historia de una mujer que, muy enamorada, despide a su futuro esposo desde El muelle de San Blas, en México… pero su amado nunca vuelve. Ella, sin embargo, lo espera con paciencia y con amor, año, tras año, en el mismo lugar, donde incluso se enraíza en los suelos del muelle… y el coro describe la soledad inmensa de una mujer que ama demasiado en el olvido, en el tiempo, en la memoria que solo a ella pertenece; el mar y su sentimiento son su única compañía: “Sola, sola en el olvido; sola, sola con su espíritu; sola, sola con su amor y el mar; sola… en el muelle de San Blas”.


Un día, tal como lo dice la canción, los del manicomio fueron hasta allí a llevársela, pero ella no se dejó, o más bien: no pudo irse porque las raíces que crecieron a la espera de su amado estaban tan profundas que si la arrancaban incluso el mar se iría con ella. Este amor no es solo la imaginación de un artista musical; es el recuerdo de lo utópico e imposible… pero real. Rebeca Méndez Jiménez es el nombre de pila de la apodada Loca del muelle de San Blas, que murió hace algunos días (el 16 de septiembre de 2012) en Monterrey, lejos del muelle que la acogió desde el 13 de octubre de 1971, cuando su prometido se fue de pesca según lo afirman los medios de comunicación:
“Su historia comenzó en 1971, cuando días antes de casarse con su novio Manuel, éste se fuera a pescar y nunca regresara. Rebeca, el mismo día en el que estaba prevista su boda, acudió al muelle de San Blas, en Nayarit (México), y esperó a su prometido vestida incluso de blanco. Allí lo esperó durante años hasta que murió este miércoles a la edad de 63 años”. (ABC.es).

“Llevaba el mismo vestido, por si él volvía no se fuera a equivocar”… El video de la canción pinta de blanco el atuendo que los años fueron carcomiendo poco a poco. Dicen (porque esta historia ya se volvió leyenda) que todos los domingos se ponía el vestido de novia y salía a decirle a todo el mundo que su amado pronto volvería. La esperanza y la ilusión fueron tal vez más fuertes que su frío.
Murió y se rencontró con él… Igual que Fermina y Florentino… Se encontró con su amado después de la muerte en el lugar que se llevó los sueños de los dos: el mar. El último deseo de Rebeca Méndez Jiménez fue que sus cenizas se botaran al mar que besa El muelle de San Blas. 

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