LOS CRISTIANOS EN COLOMBIA:
LA ENFERMEDAD DE LAS OVEJAS TONTAS
Jhon Monsalve
Jhon Monsalve
Todos
somos cristianos por tradición, mas no por razón. Esa es una verdad que
defiendo a capa y espada desde hace un par de años. Vamos a misa o a culto,
oramos o rezamos, cantamos o alabamos, damos limosna u ofrenda, pero nunca nos
damos cuenta de que seguimos un rito religioso sin fundamento. Bueno, pues sí,
fundamento hay: “Si no lo hacemos nos quemamos en el infierno”. ¿Pero quién lo
comprueba? ¿No podría ser una simple amenaza de la Iglesia para retener
adeptos? Bien: si recordamos, en la Edad Media las indulgencias servían a
los feligreses para comprar su salvación. Si usted tenía muchos pecados, podía
absolverlos por medio de un pago que hacía a la Iglesia para que no le tocara "tan pesado" en la otra vida. El miedo a quemarnos ha hecho que nos congreguemos
cada domingo, que vayamos bien vestidos, oliendo a rico, luciendo el último
pantalón, el nuevo look, mostrando la reciente conquista. Los cristianos han
tergiversado todo: ahora la iglesia es lugar de charlas virtuales, de picadas
de ojo, de bostezos frecuentes. Ya no sentimos la religión como antaño, y no sé
si sea grave o positivo. Lo cierto es que los cristianos congregados cada vez
lo son menos, pero aún muy creyentes: “No tengo tiempo de ir, pero siempre oro
en mi casa”.
Van
a la iglesia sin haber leído nada: muestra esta de la irresponsabilidad del
colombiano. El pastor o el sacerdote le explica la Biblia como si él solito no
fuera capaz de entenderla, ¿no dicen que Dios de la misma forma que inspiró a los tantísimos
escritores de la Biblia, los inspira a ustedes para que la comprendan? Entonces, díganme
la necesidad de un pastor. Ah, bueno, claro: un pastor guía a las ovejas
tontas, y como nos creemos tan estúpidos optamos por lo más fácil: que nos
guíen, que lean por nosotros, que nos roben. Los colombianos somos ovejas tanto
para el gobierno como para la Iglesia, y no nos damos cuenta de ello.
Alguien
que me explique, por favor, por qué los cristianos somos los más intolerantes.
Si llega un testigo de Jehová a nuestra casa, lo llamamos loco; si un católico
va a misa, los evangélicos lo tildan de hipócrita, si una hermana de la iglesia
de la esquina grita en sus noches de pasión (cosa muy normal y humana) la
tratan de ramera y mala seguidora de Cristo. Los cristianos de Colombia no
aceptamos que otro piense diferente a nosotros. Los evangélicos no se echan la
cruz ni se bautizan, y los católicos afirman que los que no se persignan son hijos del demonio; por otro lado, los evangélicos hablan de la ignorancia de los católicos al echarse la
muerte dibujando con la mano la cruz en el pecho. Ninguna religión está loca; todas son intolerantes e irrespetuosas, que es otra cosa.
A
todas estas: ¿se han puesto a pensar por qué somos cristianos? Pues si no lo
han hecho, se lo enseño: porque los españoles nos impusieron esa religión tal
como lo hicieron con la lengua. Y como sabemos, la imposición no fue la más bondadosa o humana. La Biblia, el libro que tanto adoramos (pero que no leemos), cobró vidas en todo
el mundo, desde las Cruzadas hasta la Inquisición y la Conquista. Era obvio: hay que comprender a nuestros queridos españoles de la Edad Media y
renacentistas: Jesús mandó a que se predicara la palabra en todo el mundo, y
ellos lo único que hicieron fue obedecer. Por lo menos Saramago alcanzó a hacer
la mejor crítica de estas muertes inservibles por medio de su pluma:
(…) su voz resuena por toda la tierra diciendo,
Tú eres mi hijo muy amado, en ti pongo toda mi complacencia. Entonces
comprendió Jesús que vino traído al engaño, como se lleva al cordero al
sacrificio, que su vida fue trazada desde el principio de los principios para
morir así, y trayéndole la memoria el río de sangre y de sufrimiento que de su
lado nacerá e inundará toda la tierra, clamó al cielo abierto donde Dios
sonreía: ‘Hombres, perdonadle,
porque él no sabe lo que hizo’.
Ahora
les pregunto: ¿Qué habría pasado si los que nos hubiesen invadido no hubieran
sido los españoles, sino los musulmanes? Pues nada: solamente que en estos
momentos defenderíamos, ante cualquier religión y ante Satán mismo, que nuestro Corán es el único
libro verdadero y que los cristianos de las otras tierras están muy equivocados.
Eso pasaría porque somos tan herméticos, tan cerrados, que solo tenemos por
cierto lo que nos han enseñando de niños. Pensemos un momento en esto, y
démonos cuenta de que lo que causamos al seguir una doctrina es la mala imagen
de la hipocresía, de la intolerancia, del irrespeto, y la amenaza de una futura guerra de
religiones.
El
primero de julio de este año, miles de colombianos quedaron esperando la
conversión a Cristo del Pastor Miranda, de la congregación Creciendo en Gracia.
Y nos amarramos a esto: que él era el anticristo, que era el falso profeta, que
ahora sí se va a acabar el mundo, que los Mayas no estaban tan equivocados, que
no son normales los terremotos en Japón ni en Santander (Je, je, je). Así somos
los cristianos colombianos: como ovejitas tontas ante cualquier suceso. ¿Qué
habríamos dicho de la Peste Negra que azotó a Europa en la Edad Media? ¿Qué
habríamos inventado ante las olas de calor o de glaciares que bañaron el mundo
entero? Sencillo: que pronto se acabaría el mundo y que Jesús estaría por venir
(aunque sea un poco anacrónico). El mundo se acerca al acabose, pero por culpa
del humano y su ética ecológica paupérrima. Tanto árbol talado, tanta agua
sucia, tanto carro, tanta polución, tanta lluvia ácida, tanta vorágine.
Ahora
seguimos el camino de nuestro pastor. No nos podemos perder porque el Diablo (lo pongo con d mayúscula por la misma razón que escribo "Dios" de esta manera) nos espera con la boca abierta para devorarnos de un mordisco. ¡Pilas, allá va
el pastor o el cura! Si no vamos a misa con él, no podremos cantarle alabanzas a
Dios. Esperen… ¿debemos hacer esto mismo en el cielo? ¡Qué aburrimiento! Yo
mejor me pierdo.
¿Y
quién me comprueba que existe el cielo?, ¿y quién me comprueba que los
equivocados no somos nosotros sino los musulmanes o los mormones? ¿Y quién me
comprueba que el Mesías fue ese que vino y no el que aún esperan los judíos? ¿Y
quién me comprueba que existe Dios? Los colombianos somos tan ovejas que no
pensamos por nosotros mismos porque nos da pereza, y si pensamos algo por el
estilo: somos pecadores, hemos blasfemado.
Ahora
sí seguiré leyendo la Biblia: voy en Zacarías, y he aprendido que Dios era muy
malo en el Antiguo Testamento, que el Pueblo Israelita era muy desobediente, que las profecías eran para los tiempos del Imperio Babilónico y no para los de Herodes, y
que la cultura y la historia que se presentan en esos libros no se parecen en
nada a nuestra realidad. Si entendiéramos esto, si leyéramos la Biblia, si dejáramos la pereza a un lado, seríamos, en lugar de ovejas, delfines.
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