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sábado, 11 de marzo de 2017

“La mujer del animal”, de Víctor Gaviria: realidad en fechas de rosas

“La mujer del animal”, de Víctor Gaviria: realidad en fechas de rosas
Jhon Monsalve
Imagen tomada de http://amigosysocios.com/wp-content/uploads/2016/08/Mujer.jpg

Dejando a un lado la comedia “¿Usted no sabe quién soy yo? Parte 2”, el cine colombiano —según la valoración de un ingenuo cinéfilo de las películas de su país (que siente lo mismo por la literatura colombiana contemporánea)— ha representado y criticado dos formas de vida muy arraigadas: La película “Los oriyinales”, de Harold Trompetero, exhibe las apariencias… es decir, el sentirse más de allá que de acá, el hecho de mostrar máscaras en una sociedad criticona y escondida en sus propias miserias. “La mujer del animal”, de Víctor Gaviria, por su parte, da cuenta de la violencia y perspectiva negativa y machista hacia la mujer, siempre abnegada, que calla y que aguanta. Los siguientes párrafos muestran algunas apreciaciones sobre la película y sobre su posible impacto en la sociedad colombiana.
No es coincidencia que la película de Gaviria se haya estrenado el 9 de marzo. Se celebra en gran parte del mundo el mes de la mujer y era menester mostrar la problemática de la manera más real. No es raro que la gente se salga a mitad de película, no es raro que critiquen las escenas, no es raro que los novios se arrepientan de haber pagado cierta cantidad de dinero por ver la realidad a flor de piel. No es raro porque en Colombia pareciera que se practicara la doctrina extraña de saber que existen los golpes, pero de no querer verlos para evitar sentirse responsable. Sobre el carácter real de la película, Tatiana Escárraga afirma: “Lo más brutal es que no existe ni una sola escena, ni una, en la que siquiera dude por un momento que ese drama que le están contando es real, que está ahí, a la vuelta de la esquina; que puede ser su marido, pero también su padre, su primo, su tío, incluso su hermano. O el vecino. El horror son esos hombres que odian a las mujeres, esos tipos que las convierten en el objeto de su inmundicia, de su desprecio por el mundo, de su frustración. Ellos, los que las matan porque eran suyas, porque eso les inculcaron siempre”.
La trama de la película es muy fuerte, pero real. Hace mucho no se veía tanta maldad en un solo hombre. Hace mucho la mujer no se representaba en su estado de deshumanización. Una escena de rebeldía se convierte en una escena que “desmujeriza”. Del mismo modo que, en alguna novela, un hombre asediado por el sistema laboral se deshumaniza y, del mismo modo que en algún cuento de Díaz Valcárcel, un hombre se convierte en sapo después de la deshumanización causada por la guerra, así, tal cual, sucede con Amparo, el personaje maltratado, quien cierto día decide cortarse el pelo para que “El animal” no la arrastre y humille más. Se corta el pelo; a la vez se rebela y a la vez se desmujeriza.
La película podría convertirse en un hito del cine colombiano para estas fechas. El día de la mujer se ha comercializado hasta el punto de que se espera más la rosa que la voz de lucha. No se comprende la trascendencia social de la lucha femenina y se sigue apoyando el machismo. Se da prioridad a las acciones masculinas e incluso se toleran. La madre de “El animal” es un ejemplo de mujer defensora de los vejámenes contra el sexo femenino. Se cansa también, regaña también, pero su actitud frente a Amparo siempre es de desdén.
“El animal” viola a las niñas del barrio. Incluso intenta violar a su propia hija para evitar que otro se le adelante. Piensa en las mujeres como objetos sexuales que pueden ser fuente de sus recursos económicos. Afirma incluso que la niña que nació podrá ser prostituta para que lo mantenga. Amparo no tiene salida, la aprisiona, no le da de comer y la humilla constantemente. El cinéfilo ante tales hechos siente, incluso, asfixia, tal como lo comenta Chucky García: “No hay una mala traba y todo sucede de una forma tan escueta y trepidante que es imposible no llegar a sentirse nauseabundo o asfixiado en algún momento”.

“El animal” muere y la pólvora se escucha. Ese tipo de celebraciones deberían ser más comunes. Se reconoce la realidad a flor de piel, pero la pólvora permanece guardada. Muchos confían, sin duda, en que esta película sensibilice. Ojalá se propague como las películas de comedia en Colombia. Ojalá este filme sea el primero que abra los ojos sobre el hecho de que la violencia contra la mujer es más que real y que a la vuelta de la esquina hay, de seguro, una o varias Amparo sufriendo si no los golpes físicos sí los de las palabras.