viernes, 24 de mayo de 2013

La quimera de la gratuidad educativa: sobre el decreto 4807 y otras falsas propuestas


LA QUIMERA DE LA GRATUIDAD EDUCATIVA
Jhon Monsalve
Imagen tomada de internet
La gratuidad educativa no soluciona la calidad. Para nadie es un secreto que Colombia es uno de los países con más bajos índices de eficacia educativa en el mundo. La baja calidad de la educación colombiana se evidencia en las pruebas de Estado, que arrojan resultados poco alentadores para el país en general, el gobierno y el Ministerio de Educación Nacional, que creen solucionar el problema con la gratuidad.
A finales del año 2011, se firmó el decreto 4807 “Por el cual se establecen las condiciones de aplicación de la gratuidad educativa para los estudiantes de educación prescolar, primaria, secundaria y media de las instituciones educativas estatales y se dictan otras disposiciones para su implementación” (Decreto 4807 de 2011). Con este decreto se busca que la deserción escolar sea nula en los colegios estatales del país y que todo colombiano pueda acceder a la educación sin excusas de lo económico.
El Ministerio tiene la certeza de que la deserción escolar será mínima en comparación a años anteriores, cuando por falta de dinero los estudiantes debían retirarse del colegio, debido a que los impuestos escolares eran excesivos. Y es cierto: los índices de deserción seguramente disminuirán, pero eso no significa, de ningún modo, que la educación vaya a mejorar.
En una encuesta hecha recientemente, puede notarse el nivel crítico de la sociedad en asuntos de educación: “La sociedad civil es más dura que el Gobierno en el juicio sobre la calidad educativa. En promedio, 3% la califica como "excelente o muy buena". 58% de los representantes de los sindicatos la consideran regular en los colegios oficiales y solamente una de cada tres personas de los gremios, la Iglesia, los comunicadores, los académicos dedicados a la investigación educativa y los sindicatos de maestros, siente que la educación está compensando el esfuerzo que hacen los padres y los alumnos por ella”. (Al tablero, S.F.).
No es un secreto que la educación del país no es la mejor, y aunque sea una esperanza, la gratuidad no aportará lo suficiente para su mejoría, ya que el fin de esta, aparte de que todo estudiante de prescolar a 11 pueda acceder sin complicaciones económicas a una institución estatal, es la disminución de la deserción escolar[1] y el ingreso de nuevos estudiantes. Pero, entonces, ¿dónde está el problema? En que habrá más gente, muchos más estudiantes, ¡y la misma cantidad de instituciones educativas! Esto, sin lugar a dudas, resulta poco proporcional.
Pero vamos por partes. Para evitar la deserción en los colegios, el Ministerio de Educación con el Decreto 230 de 2002 propuso que cada institución debía, junto con toda la comunidad educativa (docentes, padres y directivos), velar por el rendimiento académico de cada estudiante, para que solo perdiera el año el 5% en cada aula de clase: “El decreto indica que los establecimientos educativos deben garantizar un mínimo de promoción de 95% de los estudiantes que finalicen el año escolar en cada uno de los grados, por esto cada institución deberá conformar por cada grado, una comisión de evaluación y promoción, integrada por docentes, un padre de familia y el rector o su delegado, que será la responsable de determinar, al finalizar el año lectivo, los estudiantes que no pueden ser promovidos, entendiendo que debe ser la excepción”. (Al tablero, S.F.).
Este decreto ha permitido que los estudiantes no destacados pasen, como si nada, su año escolar sin lograr las competencias requeridas en cada materia, por el hecho de que la ley misma los está “protegiendo” de sus deberes académicos. Tener la gratuidad en la educación y pensar que esta evitará la deserción escolar es una quimera, porque para lograr la deserción no es solo necesaria la gratuidad, sino también la participación de toda la comunidad educativa (ocupada en sus propios quehaceres) comprometida en que solo puede perder el año el 5% del salón de clase. Y aunque se hable de la derogación o modificación de este artículo, parece ser que, teniéndolo o no en cuenta, el resultado es el mismo.
Por otra parte, ¿dónde cabrá tanta gente? La cantidad de instituciones educativas no varía. Lo que quiere decir que, si bien los estudiantes podrán ir a la escuela sin pagar un solo peso, la cantidad de salones y de pupitres no serán suficientes para tanta gente. No obstante, los colegios dan solución a tal problema poniendo en un mismo salón de clase a 40 o más estudiantes, que estarán tan hacinados que no podrán concentrarse lo suficiente ni permitirán que el docente haga su trabajo de la mejor forma; de esta manera, la educación será gratuita, pero su calidad será la misma o aun peor.
Al respecto, el Centro Virtual de Noticias de la Educación afirma: “Con el establecimiento de la gratuidad educativa, el Ministerio de Educación busca generar condiciones para que más niños accedan y permanezcan en el sistema educativo, avanzando en el propósito nacional de cerrar las brechas de acceso a la educación que existen en Colombia y por esta vía avanzar en una mayor equidad, reducción de la pobreza y la prosperidad para todos” (Cvne, 2012).
La equidad se logrará (pues todos estarán igualmente hacinados), pero la reducción de la pobreza y  la prosperidad para todos quedará en veremos. Tal vez, en la próxima ocasión, en un próximo decreto, se tenga más en cuenta que gratuidad no significa calidad, sino derecho, y que la calidad se logra de otras formas. ¿Cuáles? Eso es precisamente lo que debemos pensar para lograr la educación que queremos.
BIBLIOGRAFÍA
AL TABLERO, Ministerio de Educación Nacional (S.F.). Así opinaron los colombianos. [En línea]: http://www.mineducacion.gov.co/1621/article-87821.html. (Citado el 25 de marzo de 2012).
CVNE (2012). La gratuidad educativa se reglamenta. [En línea]: http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/w3-article-293306.html. (Citado el 25 de marzo de 2012).
MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL (2011). Decreto 4807. [En línea]: http://www.mineducacion.gov.co/cvn/1665/articles-293306_recurso_1.pdf. (Citado el 25 de marzo de 2012).

[1] Una de las consideraciones del Decreto 4807 es: “Que los cobros de derechos académicos y servicios complementarios han sido una barrera para el acceso y la permanencia escolar en la educación preescolar, básica y media, y ante ello el Estado debe generar políticas públicas orientadas a mejorar la accesibilidad de la población en edad escolar a todos los niveles educativos, a fin de que se logre garantizar la realización del derecho a la educación”.


lunes, 13 de mayo de 2013

La mediocridad de las casas de Juan Manuel Santos: Una limosnita que se olvida


La mediocridad de las cAsAs de Juan Manuel Santos:
Una limosnita que se olvida
Jhon Monsalve
Imagen tomada de internet
No podemos aplaudir con los ojos vendados las cAsitAs que el Ministerio de Vivienda bajo el gobierno de Juan Manuel Santos (y no digo solo “Santos”, porque, posiblemente, en un par de años, habrá otro Santos, pero de nombre Francisco) ha donado, como regalo o limosna, más que como derecho, a algunos ciudadanos pobres del país. La vivienda, al igual que la Educación y la Salud, debería estar entre las prioridades administrativas y políticas. En Colombia el artículo 51 de la Constitución Nacional afirma que: “Todos los colombianos tienen derecho a vivienda digna”, pero, al igual que miles de deberes que el Estado no tiene en cuenta porque recaen sobre sus secuaces, este articulito, casi insignificante, pasa por alto porque ni el pueblo lee, ni el gobierno se esmera para que la gente conozca lo que merece por derecho constitucional.
Sería bueno pensar en la definición que, para la Rama Legislativa de nuestro país, tiene el concepto de “digno” en ese artículo. Puede ser que crean que “digno” es tener, al menos, un techo que proteja al colombiano de las estrellas. Y no encajo aquí la lluvia porque la dignidad quedaría bajo el agua cuando llegase el invierno (como sabe llegar) y arrasara hasta con las sillas oxidadas que decoran la sala. Puede ser que ahora, en este gobierno tan caritativo (tal cual, en los últimos días, lo hemos visto en unos cuantos comerciales que evidencian la gran ayuda que Santos, junto a su Prosperidad para todos, ha dado al país en sus casi tres años de gobierno) la dignidad sea entendida como la limosna de una casa 3X4, en un nuevo barrio sin pecados, y dejada a la deriva del tiempo y del peligro social que asoma la cabeza cuando el Estado desaparece de la misma manera que lo hace un peatón cuando da 50 pesitos a un indigente en la calle.
Si aplaudimos la caridad de Santos, loamos, sin fijarnos, la mediocridad. Un país en el que se regalen cAsAs y que junto a ellas no se adhieran programas educativos y, con el tiempo, culturales para que los jóvenes distraigan su vida, socialicen y reflexionen éticamente, es un país con un as bajo la manga o con un hueco en el cerebro ya repleto de basura. No podemos quejarnos ni de la delincuencia, ni de la droga, ni del sicariato, y mucho menos llegar a culpar y desear la famosa Limpieza Social (a la que nos acostumbró Uribe) como única solución al problema que nace del hueco cerebral del Estado colombiano.
Hacia el año 2008, a causa de lluvias que dejaron cientos de damnificados en Girón y el Norte de Bucaramanga, se hizo entrega oficial del barrio Villas de San Ignacio ubicado en los alrededores de El Café Madrid. Tiempo después, bajo la misma campaña, se inauguraron barrios aledaños con cAsitAs del mismo tamaño, con las mismas oportunidades y con el mismo futuro. Uno de ellos posiblemente es, en la actualidad, uno de los más peligrosos: Bavaria II. Balas a diario, robos a diario, amenazas a diario, y panfletos llenos de sangre y esperanza que asoman las narices para oler dónde meter el tiro. Los habitantes, gente pobre, llegada en gran parte de El Pablón, guardan la esperanza de que un presidente, con mano fuerte, acabe de una vez por todas con lo que estorba en la sociedad. ¡Ay!, gente analfabeta, educada en la violencia, ansiosa de sangre, de guerra y de paz.
¿Será  que un gobierno que dé cAsAs por montones, que haga comerciales con fines políticos, que crea que una vivienda digna son cuatro paredes y un techo de teja, es un gobierno que aprovecha el olor a mugre para reprimir con el tiempo, para amenazar con el tiempo, para Limpiar con el tiempo? No sé. Pero dar limosnitAs no basta. “Una casa no da riqueza, pero ahorra mucha pobreza”, dice una señora beneficiada en uno de los comerciales de Juan Manuel Santos. Puede ser que ahorre pobreza, pero también estanca. Por esa razón los mendigos nunca progresan. 

miércoles, 8 de mayo de 2013

Análisis sincrónico del Español del Siglo de Oro con base en el texto "El perro del Hortelano", de Lope de Vega


Análisis sincrónico del ESPAÑOL DEL siglo de oro con base en el  texto “El perro del Hortelano”.
Jhon Alexánder Monsalve Flórez
Miguel Ángel Pérez Carvajal
Imagen tomada de internet

Este texto tiene como objetivo presentar un análisis sincrónico del Siglo de Oro, tomando como base El perro del Hortelano, de Lope de Vega, en el que la fonética, la morfosintaxis y el léxico del tiempo son un ejemplo de la variación presentada en un mismo siglo y el cambio habido hasta nuestros días.  Al parecer, el siglo de Oro (o los siglos de oro) comienza a finales del siglo XV y principios del siglo XVI, con la publicación en 1492 de La gramática de Nebrija, y unos años después, de La Celestina de Fernando de Rojas; el periodo va hasta 1681, fecha de la muerte de Calderón. No obstante,  Alatorre afirma que  el siglo de Oro aunque  comience con Nebrija, culmina, en 1692, con Sor Juana Inés de la Cruz.[i] 
El objetivo de la explicación anterior se debe a que en un periodo aproximadamente de 200 años, llamado Siglo de Oro, se presentan variaciones en la lengua española y cambios a partir de ese momento hasta nuestros días, y que, sin embargo, los textos de ese siglo son entendidos casi en su totalidad por cualquier persona de hoy: La literatura de los siglos de oro, desde la Celestina hasta Sor Juana, está al alcance de cualquier lector[ii].  En La Celestina (1499) se encuentran palabras como deleyte, alargasse; en La Loçana andaluza, de Francisco Delicado (1528), palabras con ç cedilla (quiçá), zetas en lugar de eses (Quinze), doble ese (ésse) en palabras que hoy se escriben con una sola, verbos como  haber que se escribían sin h (ay, an), etc. Estas características hacen parte del español de la primera mitad del siglo XVI que difieren con algunas características del español del siglo XVII, según el texto de Lope de Vega. Por ejemplo: la ce cedilla desaparece; la doble ese (ss), que posiblemente se utilizaba en posición intervocálica, cambia en la escritura de la forma como hoy se presenta. Hubo cambios durante esos dos siglos; la mutabilidad de la lengua se  evidencia durante ese tiempo y, desde entonces, hasta el día de hoy, como se verá gráficamente más adelante.
El Renacimiento y el Barroco retoman de la cultura clásica muchas cosas; entre otras, la mitología greco-romana, que de una u otra forma va a incidir en el español de nuestros días: la omnipotencia de la mitología en los siglos de oro ha dejado huellas en nuestra lengua:  “todo el mundo conoce expresiones como los placeres de Baco, las flechas de Cupido, las delicias de Venus, el carro de Apolo, el soplo de las musas, la lira de Orfeo, unas fuerzas hercúleas, ser un sátiro, ser un adonis, etc. Ovidio sigue viviendo, y no solo en los libros, sino en la lengua hablada”[iii].
Ahora bien, es importante aclarar que abajo se presenta una tabla en la que se sintetizan y explican los fenómenos de los siglos de oro (en realidad fueron dos); pero antes es importante y necesario entender lo siguiente: hay que tener en cuenta que el texto de Lope de Vega es una obra literaria; por lo tanto, los hiperbatones y las diéresis que aparecen son simplemente características del verso poético  que difieren sobremanera en el uso de la lengua en la comunidad lingüística de aquel tiempo, es decir, el texto que se tuvo como base para el análisis sincrónico de la lengua de los siglos de oro es un texto literario que tal vez no sea fiel a los usos lingüísticos de los hablantes del siglo XVI y XVII.  Otra cosa por tener en cuenta es que la realeza es el domino en el que se presenta la situación de enunciación del texto, por lo tanto, podría decirse que el texto se acopla, posiblemente, al vocabulario de ese dominio lingüístico. 
Por aclarar quedarían muchas cosas que se tratarán de exponer en la gráfica siguiente; sin embargo, este texto explicará dos aspectos importantes, que aparecerán en la información del cuadro: el leísmo y el recurrente uso del adverbio luego por parte de Lope de Vega. El leísmo es uno de los errores más criticados por algunos estudiosos de la lengua. En España su uso es mayúsculo, pero también histórico; Lope de Vega es leísta como todos los escritores  de los siglos de oro: “en la primera mitad del siglo XVI este acusativo le domina en los escritores de Castilla la vieja y León, a los que se suman después alcalaínos y madrileños, como Cervantes, Lope…”[iv]. El leísmo en Colombia no está extendido. El adverbio luego es muy utilizado por Lope de Vega en El perro de Hortelano: El significado de algunos adverbios y modos adverbiales difería del actual: luego conservaba el sentido de al momento, enseguida, pronto”[v]. Así podría decirse que es notable el cambio de la lengua española con respecto a nuestros tiempos, y que la variación lingüística se evidencia de forma clara en la literatura de aquel entonces.








[i][i]  P. 156.
[ii] P. 156
[iii] 168
[iv] 405 Lapesa.
[v] 406 Lapesa

domingo, 5 de mayo de 2013

Análisis del cuento “Los gallinazos sin plumas”, de Julio Ramón Ribeyro


Análisis del cuento “Los gallinazos sin plumas”, 
de Julio Ramón Ribeyro
Jhon Monsalve
(Retrato de Julio Ramón Ribeyro)
Imagen tomada de internet
Imaginemos una sociedad cualquiera en el mundo en la que los pobres, como siempre, les hacen la vida menos difícil a los ricos. Es muy fácil familiarizarnos con una sociedad hipotética y al mismo tiempo tan próxima como la que aquí caracterizo. Ya he explicado en el artículo que titulé “Rafael Pombo: a 100 años de su muerte” que la obra de este poeta colombiano no es más que una crítica directa a los poderes sociales y, lastimosamente, mal tomada [hablo de la obra de Pombo] por cientos de maestros y uno que otro crítico. En el presente texto, me dispongo a analizar o, más bien, a comentar analíticamente la lectura de uno de los cuentos más importantes de la literatura latinoamericana: “Los gallinazos sin plumas”, del escritor peruano Julio Ramón Ribeyro. Ya veremos que hay estrecha relación con Pombo (en cuanto al fin social) y con la eternamente sociedad latinoamericana y mundial desigual e injusta.
La narración
Enrique y Efraín son dos hermanos que, a su corta edad, trabajan fuertemente para llevarle al abuelo el alimento necesario para el marrano que cría con el objetivo de venderlo a un buen precio. El trabajo de este par consiste en salir antes del alba a buscar en la basura uno que otro alimento para el cochino y deben llegar con los cubos repletos de comida pues de lo contrario el abuelo, como casi siempre ocurre, se enoja con ellos y los insulta. Con el tiempo se dan cuenta de que en  un muladar, algo alejado, se puede hallar gran cantidad de basura, manjar de los gallinazos que, al principio, cuando los hermanos son enviados, los ven con recelo, pero que con el tiempo se habitúan a dos chulos más que devoran también los desperdicios, es decir, las sobras, de los que tienen comida a diario.
Van solo dos días al muladar y el resto de semana la pasan en las calles revolviendo basura para el alimento de un animal que ansioso y hambriento espera la porción del día. Efraín se hiere un pie y a causa de esto se enferma y el abuelo no lo comprende y se enoja por eso; entonces, le exige a Enrique que trabaje el doble para reponer la pereza del hermano, y así lo hace, y consigue un nuevo compañero de trabajo: un perro flaco acostumbrado a revolver basura en busca de comida. El abuelo termina aceptando el perro en la casa, aunque al principio no lo hizo porque no toleraba una boca más.  
Y bien: Enrique también cae enfermo, en su caso de tos y gripa, y una mañana no puede levantarse y el abuelo se enoja y pasan unos días sin comer casi nada, hasta que el anciano rompe en cólera y se desquita con sus nietos, hasta el punto de que, enfermo y todo, a Enrique le toca volver al trabajo de buscarle el alimento a un marrano. El perro, que ha presenciado el maltrato del abuelo, se queda al cuidado de Efraín. Cuando Enrique vuelve del arduo trabajo, se da cuenta de que algo anda mal y se lo confirma su hermano: el perro ha mordido al abuelo y el abuelo ha decidido, tal como lo presenció el propio Enrique, echarle el canino vivo al puerco hambriento. Toma Enrique, después de ser golpeado por su abuelo, una vara e intenta golpear al anciano, que pierde el equilibrio y cae al lodo. En ese momento va en busca de Efraín para huir del lugar, mientras se oyen chasquidos en el corral del cochino. La ciudad también abre su mandíbula para devorar al par de gallinazos enfermos.
El trasfondo
Las sociedades tienden a la injusticia y a la desigualdad. En cualquier grupo, y más en nuestros países capitalistas, el poder se monta a la cima y los “oprimidos”, para utilizar un término de Paulo Freire, queda en el valle de la montaña. En este cuento se evidencia una simbología del poder en el abuelo que alimenta al marrano para obtener ganancias. Se ve, en una escala de poderes, que los nietos son los más humillados y decaídos en la sociedad del cuento. El cerdo termina convirtiéndose, más que en un elemento que representa la burguesía (pues de ser así no terminaría vendido y asesinado), en un medio con el cual el poder realiza sus artimañas. El marrano es un proyecto más para aumentar el poder del abuelo, símbolo este de tiranía y burguesía.
Vemos, pues, que la obligación de conseguir el sustento para el cerdo es equivalente a aquella de millones de trabajadores en nuestro continente que lavan la ropa, cocinan la comida, cultivan el alimento, hacen los vestidos… de los más pudientes. Grupos vulnerables y mayoritarios que les hacen la vida fácil a los grupos minoritarios y felices.
Por otra parte, el hecho de que al final la ciudad abra sus fauces para devorar a los gallinazos acentúa la desintegración social de los hermanos que, tratados mal por su abuelo, salen ahora al mundo, como lo hacían todas las mañanas por unas horas, a ser carcomidos por la discriminación de no ser más ante la gente que un par de gallinazos sin plumas: inertes, basureros, inertes, hambrientos, inertes, sin protección, al fin y al cabo: inertes.
El abuelo, por su parte, y no es una moraleja, muere a causa de sus propios proyectos, de sus ideales capitalistas, de su ambición. Y reitero que no es una enseñanza moral, sino más bien una reflexión en torno al ámbito social, donde, como ocurre aquí, el capital es la base primordial de una sociedad. Ya sabemos qué pasa cuando se siguen estos parámetros, ya nos damos cuenta de que esto es muy recurrente en nuestro continente (en nuestro mundo) y seguimos en lo mismo: esperando a que aparezcan los gallinazos para abrir las mandíbulas. Pensemos si en América hacemos parte de la caracterización del abuelo, de los nietos o de la sociedad. Y caeremos en la cuenta de que abundan más gallinazos inertes de los que imaginamos y que son muy pocos los abuelos y que la sociedad no es más que un intermedio que pulula mucho más y del que penosamente hacemos parte.

miércoles, 1 de mayo de 2013

Análisis de "Bola de sebo", de Guy de Maupassant


Bola de Sebo: el peso de las ideologías humilladas
Jhon Monsalve
Imagen tomada de internet
Una bola de sebo es literalmente un tumulto redondo de grasa. Algo que a simple vista o tacto podría producir la mayor náusea de todas. Una bola que cuyo olor no es agradable. Una grasa inmunda, nada querida, nada estimada, nada deseada. Así era la señorita (por no faltarle al respeto a tan digno personaje) Isabel Rousset: una prostituta francesa que huye, junto a unos cuantos señores burgueses, de la inminente devastación producida por una guerra que empezaba a tomar forma.
A propósito de la guerra
De 1870 hasta 1871 se llevó a cabo entre Prusia y Francia una de las guerras más devastadoras del siglo XIX: La Guerra franco-prusiana. Al mando del pueblo galo iba Napoleón III y al frente de Prusia, Otto Von Bismarck. Prusia quería ganar, como lo logró, dos espacios geográficos importantes para la expansión de Alemania: Lorena y Alsacia. Este conflicto, iniciado bajo la excusa de la posesión del trono español por parte hijo de Bismarck, llevó a que Francia cayera derrotada debido a los avances tecnológicos en armas de fuego del batallón contrario.
Bola de Sebo y sus ideologías
Isabel era una mujer revolucionaria. Era francesa y puta. Era gorda. Salió junto con algunos burgueses rumbo a la salvación. En el camino, que se hizo más largo de lo que pensaron, se hallaron con un hambre inesperada. Ninguno había sido precavido de llevar más que lo necesario y unos cuantos francos en el bolsillo. Muy amablemente la mujer que iba callada, sacó de su comida y les repartió a todos sin disgustos: “(…) pidiole permiso a "su encantadora compañera de viaje" para servir a la dama una tajadita. Bola de Sebo se apresuró a decir: Cuanto usted guste”. Y opiniones como estas se oyeron entre los viajeros, aun después de que criticaran el trabajo de la mujer de sebo: “En momentos difíciles como el presente, consuela encontrar almas generosas”.
Isabel era una mujer bondadosa, humilde, de esas que aprenden a dar ejemplo a las clases sociales elitistas. Cuando estacionaron en cierto lugar, donde incluso creyeron que los iban a matar, pudieron comer libremente (ya se habían comido todo el sustento de tres días de Bola de sebo), atendidos por el ejército opositor, cuyo dirigente tuvo por capricho y petición pedir el cuerpo de Isabel para disfrutarlo en su cama. Y aquí comenzó todo: este es el punto que parte en dos la narración. La mujer, que siempre había sido puta, no quiso acostarse con el dirigente del ejército opositor y recibió ella y todo el grupo un castigo de tiempo y de prisión: no podrían zarpar, como lo habían predestinado, a la mañana siguiente, debido a que el superior de la tropa contraria lo había decidido así hasta nueva orden. La razón: que Isabel no se acostaba con él; hasta que no lograse lo que quería, no los dejaría salir como lo habían planeado: “El posadero se retiró. Todos rodearon a Bola de Sebo, solicitada, interrogada por todos para revelar el misterio de aquel recado. Negose al principio, hasta que reventó exasperada: ¿Qué quiere?... ¿Qué quiere?... ¿Qué quiere?... ¡Nada! ¡Estar conmigo!”.
A partir de ese momento, los acompañantes, que en su mayoría eran burgueses, trataron de convencerla de que accediera a tal propuesta, pues de lo contrario todos sufrirían las consecuencias. Al principio no lo expresaron tajantemente, pero con el tiempo el deseo fue creciendo a medida que el ahogo del sitio y el ansia de llegar a su destino los acorralaba. Iban dos monjas con ellos, y fueron estas las que desempeñaron el papel más importante para que Bola de sebo pensara en todos y no solo en ella y accediera a acostarse con el dirigente del ejército opositor: que por culpa de ella, morirían muchos soldados a los que las monjitas no aportarían su invaluable ayuda.
La razón por la cual, siendo prostituta, no accedía a tal petición se entiende en el sentido en que se comprenda que era amante (en el sentido de admiradora) de Napoleón I y que sus ideologías eran de corte patriotista y que jamás se humillaría de semejante manera ante un hombre cuyo pensamiento era contrario al suyo y perjudicial para su patria. Si no hubiera sido por esto, Bola de Sebo habría accedido más fácilmente a los caprichos del dirigente.
Las lágrimas de las ideologías rotas
Y creyendo en rezos, y pensando en otros, y dándose cuenta de la importancia de su decisión para sus compañeros de viaje, aceptó acostarse con el superior, y manchó de sangre sus ideas. Los dejaron libres, pero la libertad de patria no la sintió Isabel, que ignorada por todos y vista como las más vil puta que haya existido en Francia, se sentó en el camión y lloró mientras tarareaba su acompañante más cercano La Marsellesa.
Una simbología que queda abierta
Así pues, según lo que se ha explicado en este texto, Bola de Sebo podría fácilmente representar a la Francia de aquel entonces, humillada como lo fue por el pueblo opositor al usurparle las dos grandes porciones de tierra que ampliarían el territorio alemán. Una Bola de Sebo prostituida y humillada, cuyo consuelo destructor es el compás de las lágrimas al ritmo del himno nacional.