miércoles, 30 de mayo de 2012

La entrega de un megacolegio sin paredes


LA ENTREGA DE UN MEGACOLEGIO SIN PAREDES
Jhon Alexánder Monsalve Flórez
El sábado 19 de mayo, en horas de la mañana, la Constructora Martínez Caballero S.A. entregó el Megacolegio Los Colorados a la comunidad. Este proyecto que se inició el 21 de febrero de 2011 fue pensado en pro del beneficio de 1440 estudiantes del sector del Norte de Bucaramanga, que, en el momento, se educan en la escuela El Pablón, en el colegio Vijagual, en una de las sedes del colegio Club Unión y en los colegios privados de la zona: El Liceo Rey David y El colegio Las Américas. Por el lugar en que fue construida la institución educativa,  el plan tenía como nombre: Construcción, mejoramiento y dotación de infraestructura educativa en Zonas de alto riesgo por desplazamiento.
El día anterior a la entrega del Megacolegio, el presidente de la Comuna 1, Nelson Mantilla, invitó a la comunidad en general, por medio del megáfono barrial, a lo que por mucho tiempo se había esperado en esta zona: la entrega de un proyecto que al principio no prometía lo suficiente. El 3 de abril del presente año, el ingeniero a cargo Roberto Tarón Arrieta aseguró que la entrega de la institución se haría a finales de ese mes, pero por cuestiones que aún se desconocen el proyecto se retrasó casi 30 días. Lo bueno es que al fin se entregó, y la gente de los barrios aledaños se acercó en manada para ver con sus propios ojos el lugar en que sus hijos terminarán la primaria, harán el bachillerato y podrán acceder a estudios superiores; la comunidad espera con fe que el Megacolegio funcione también como sede de La Universidad del Pueblo.
 El plástico que se divisa es lo único que protege las instalaciones del Megacolegio
Las amas de casa dejaron sus quehaceres para ser las primeras en ver la obra acabada. Los niños caminaban contentos hacia el extremo oriental del barrio Los Colorados, entre el polvo y bajo el sol radiante. Parecía una progresión que se dirigía a la muerte de promesas sin cumplir. Todos iban con ropa informal, con zapatos improvisados, seguidos de perros y de sueños. A la entrada los recibió un hombre flaco, vestido de celador y con un radio en la mano: “Sigan, es en el coliseo”. La gente entraba mirando hacia los lados, hacia abajo, y levantaban la cabeza para agradecer al cielo por la oportunidad que le daba al barrio; alguien afirmaba: “Al fin el gobierno se acordó de nosotros”. Todos estaban tan sorprendidos con la estructura, que ignoraron por completo que aún no tenía paredes, ni portería, ni entradas, y que si entregaban  en ese estado la institución era como si dejaran el Megacolegio al cuidado de la gente del barrio.
Siguieron al coliseo (el lugar donde se iba a llevar a cabo la entrega) cuya capacidad, según la constructora Martínez Caballero S.A., es de 300 estudiantes: “¿Pero no son 1440 los que van a entrar?”. El trabajador social de la obra hizo un recuento general de las características del proyecto: habló de sus instalaciones, del beneficio de todos los habitantes de los barrios aledaños y del contrato que la constructora había firmado con la alcaldía de Bucaramanga, la cual, según ellos, se había negado a firmar uno mayor a $ 8000.000.000 y que por esa razón entregaban el colegio sin las paredes que normalmente encierran las instituciones educativas. Añadió que la comunidad estaba en la obligación de cuidar las instalaciones y que si se perdía algún elemento era responsabilidad única de la gente del barrio. El concejal, Carlos Moreno, apoyó la mención de la constructora, y aseguró que todos se iban a comprometer en la protección del Megacolegio. Uno de los asistentes, un joven que apenas pasaba los 20 años, se puso en pie y protestó: “No entiendo la razón por la cual tenemos que cuidar este colegio si el error no fue nuestro; si la alcandía fue la responsable, ella debe responder por la seguridad de la institución”. Y agregó en un tono más severo dirigiéndose a los integrantes de la constructora: “La firma Martínez Caballero optó irresponsablemente al firmar un contrato en el que dejaba a medias un proyecto de tal importancia”. La gente ante tales aseveraciones murmuraba: “Por gente como ese muchacho es que el gobierno nunca nos ayuda”, y se levantó un anciano: “De nuestra parte, estamos muy agradecidos por tan gran proyecto. La obra está ya casi terminada; no podemos ser malagradecidos”. Y todos apoyaron su opinión, excepto dos personas que pensaban lo mismo que el joven aquel. Una de ellas, una mujer de poco más de 30 años, en un tono maternal afirmó que la comunidad lo que tenía era miedo de que el colegio quedara estancado, como había pasado hace unos años con el colegio Los Comuneros. “Definitivamente, por eso es que nunca ayudan al pobre”, afirmaban algunos desde sus puestos.
El domingo 20 de mayo de 2012 se hizo entrega oficial del Megacolegio al  Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo, FONADE, que queda a cargo de la institución educativa. Aún no se sabe si el colegio quedará a la intemperie o se seguirá forrando con el plástico de construcción que hasta el momento ha tenido. En una entrevista que se hizo al ingeniero de la obra, Roberto Tarón Arrieta,  se pudieron identificar algunos problemas que darán de que hablar en el futuro. Cuando se le preguntó sobre la idea gubernamental de dar la institución como concesión a Fe y Alegría, una supuesta ONG, el ingeniero respondió: “Esto significa que este colegio pasa a manos privadas, a la arquidiócesis; pertenecería ya a la curia”. La comunidad parece satisfecha con la propuesta porque, liderado el colegio por curas y mojas, sus hijos tendrán una educación religiosa más estricta para que no cojan malos caminos. Hasta el momento nadie ha elevado su voz ante semejante discriminación social, pues una gran parte de los habitantes del barrio y de los sectores aledaños no practican la religión católica. Tampoco se han puesto a pensar en las desventajas de la concesión a Fe y Alegría, pues sin ser una institución gubernamental, el Ministerio de Educación puede lavarse las manos y hacer omisión al decreto 4807 del 20 de diciembre de 2011, por el cual se establecen las condiciones de aplicación de la gratuidad educativa para los estudiantes de educación prescolar, primaria, secundaria y media de las instituciones educativas estatales.
Por el momento, hay que esperar la reacción de la comunidad ante lo que se presente y ante las decisiones que se tomen al respecto, mientras que siguen viendo a lo lejos una estructura de dos hectáreas, dispuesta para un día incierto, con áreas múltiples, comedores, canchas, laboratorios, centros de integración, ludotecas y salas tecnológicas.
Esta fotografía muestra el estado aún precario del Megacolegio

viernes, 25 de mayo de 2012

Una mirada cronológica a la física cuántica (Jhon Monsalve)


UNA MIRADA CRONOLÓGICA A LA FÍSICA CUÁNTICA: LAS BASES PUESTAS POR HEINSENBERG Y SCHRÖNDINGER
Jhon Monsalve

A través de los años, la física cuántica se ha posicionado en un lugar merecido de la ciencia. El siglo XX, luego de haber pasado por aquello que se conoce como Física Clásica,  establecida y desarrollada desde Newton, dejó las primeras bases en el campo de la que sería una nueva propuesta científica: la física cuántica, fundamentada, sobre todo, por Werner Heinsenberg y Erwin Schröndinger.
No se puede prescindir de ninguno de los anteriores autores porque fueron ellos los que cimentaron, con sus propuestas innovadoras, lo que es hoy objeto de nuestro estudio. La mecánica clásica ha pasado a la historia; ahora nos enfrentamos a una nueva corriente en la que está basada la teoría de Heinsenberg: la mecánica ondulatoria, propuesta, primeramente, por Schröndinger. La función de onda, según el físico austriaco, tenía que ver con el cambio de una partícula en un tiempo transcurrido.  Más adelante, se explicará el centro de su teoría: la paradoja del gato de Schrödinger.
Por el momento, y teniendo claro que las propuestas de Heinsenberg en la física cuántica partieron de la mecánica ondulatoria, se exponen a continuación las propuestas del físico alemán.  Para entender este apartado, es importante explicar el origen de su teoría. En primera medida, las preguntas que el autor se hizo llevaron a lo que denominó en 1927 Principio de incertidumbre, que, grosso modo, hace referencia al margen de error o a la exactitud con que hacemos mediciones (esta propuesta fue la que le dio el galardón del Nobel de Física en 1932). Las preguntas de las que partió Heinsenberg giraron en torno a la descripción de la posición de una partícula y al procedimiento para determinar el lugar de la misma. Sin embargo, terminó por concluirse que, tras observar la partícula por medio de fotones de luz, el momento y la posición de esta (que puede ser un electrón) no pueden calcularse con precisión. Este resultado se entiende en la medida en que, a la vez, se comprenda que, para observar las partículas, son necesarios fotones de luz, que, por su naturaleza, ocasionan el cambio de estado de las partículas por causa de la grande energía proporcionada por los fotones. Tampoco es posible hacer uso de la luz ordinaria porque la longitud de sus ondas no permitiría la observación del electrón. Esta propuesta llevó a la conclusión de que no se puede determinar, al mismo tiempo, la posición y la velocidad de un electrón de forma precisa.
Ahora bien, algunos años después, en 1935, Schröndinger propuso la paradoja del gato, que consistía en poner dentro de una caja a un animal de estos junto a una botella con gas venenoso y un dispositivo con un átomo radiactivo, cuya probabilidad de desintegración en una hora era de un 50 por ciento. Si la partícula radiactiva se desintegrara, accionaría un martillo que rompería el recipiente de gas venenoso y daría muerte al gato. A partir de esto, solo había dos hipótesis posibles: el gato estaba vivo o estaba muerto (la superposición de los estados posibles), que se solucionaban en el momento en que el observador abría la caja.
A partir de esta propuesta, algunas escuelas interpretaron la paradoja. El punto de vista de Copenhague se inclinaba hacia el observador, que al momento de abrir la caja modificaba el estado del sistema. La interpretación de los muchos mundos, propuesta por Hugh Everett a mediados del siglo pasado, proponía el estado de las cosas en distintas ramas del universo; debido a la decoherencia cuántica, las dos opciones no pueden interactuar. Por otra parte, la interpretación del colapso colectivo, no vio necesario el papel del observador pues la superposición se destruye por sí misma. En la interpretación racional, los actores (el gato y el observador) experimentan una función de onda distinta: puede ser que para el gato ya haya colapsado y para el observador aún esté en superposición.
Así las cosas, no cabe duda que tanto Heinsenberg como Schröndinger pusieron las bases de la física cuántica y aportaron a lo que, años después, en la segunda mitad del siglo XX, propondrían físicos como Stephen Hawking o Richard Feynman. Desde entonces, la mecánica cuántica se ha tomado como una herramienta que sirve para hacer predicciones.

domingo, 20 de mayo de 2012

Semana y ciudad enfermas



Semana y ciudad enfermas
Jhon Monsalve
Semana enferma y ciudad enferma. Gripe de autos piratas y pulmonía de ruedas amarillas. Tos de semáforos y flemas citadinas en voces culpables e ignorantes. Días con catarro y con pulgas, algo de estiércol y vómitos. Calles atestadas de virus y de toses. Motos con dolor pectoral y ciclas moribundas, en calles agónicas por la polución, y por la gente, y por los niños, y por la música. Mujeres enfermas de deseos y de sueños, madres con muchos hijos, hijos con muchos nietos, nietos que enferman lo que topan, lo que tocan, y lo matan. Gente que muere por fin, y más gente que nace por el infortunio de personas que deciden un futuro ajeno. Gentes enfermas en esta ciudad enferma de ira, de envidia, de intereses individuales. Semana enferma de días, de horas y de momentos fugaces que se pierden para dar paso al caos. Siete días en cama, una semana en un hospital colombiano que se venga contra el tiempo. Médicos inservibles como las señales, como las glándulas mamarias de la testosterona, que inunda de mugre esta ciudad de bellas mujeres, caderonas, de tacones y apenadas por su historia. Ciudad enferma de vanidad y mentira, de tecnología, egoísmo y conformismo. Ciudad de semanas tristes, de tiempos malos, de hambre constante. Semana enferma de melancolía, de riñas, y de tos, y de gripe, y de fiebre. Vendedores ambulantes enfermos de deudas, minuteros improvisados que roban transeúntes. Policías disfrazados de sicarios, de paracos, de matones, de diputados. Anarquistas infantiles sin soporte, que luchan contra toda autoridad y no contra el que la maneja en el momento; deberían aspirar a una autoridad que no enfermara esta ciudad que se muere por la ley 100, por nuestra inutilidad y por caprichos de gobierno. Mujeres y hombres que no piensan; que la enfermedad de la inconciencia los tiene sumidos en el coma más profundo de la historia. Minutos que se deterioran rápidamente como queriéndose llevar al Seol el sufrimiento y los quejidos de esta semana que ya casi se acaba, como todo el tiempo, como la ciudad o los autobuses: el pésimo alargamiento amarillo, que ha traído tanto mal de desempleo a la morgue en que habitamos, y que muchos llaman paraíso. Gripes, toses, dolores de pecho y de estómago, y mucho vómito, mucho vómito. Esta ciudad lo que tiene es dengue.

martes, 8 de mayo de 2012

La noche y la alteridad en Alejandra Pizarnik


LA NOCHE: ALTERIDAD Y POESÍA.
UN ENCUENTRO CON ALEJANDRA PIZARNIK.
Jhon Alexánder Monsalve Flórez




En la noche
un espejo para la pequeña muerta
Alejandra Pizarnik

Esta noche de febrero siento una sensación extraña que me impulsa a escribir hasta el alba. Dicha sensación me da palabras y mueve mis dedos sobre este papel blanco manchado ahora de tinta negra. Supongo que esto es normal y que son las Musas las que terminan hablando por mí. No: posiblemente estoy impregnado de Alejandra Pizarnik, a la que he leído por más de un mes, todos los días, todas las horas y que ha quedado en mi inquietud todo este tiempo y que quedará en mis reminiscencias por siempre.
Jamás pensé que una poeta pudiera calar tan hondo en mi ser. Al principio no la entendí porque sus palabras, debo confesarlo, no son del todo fáciles, y mucho menos en “La tierra más ajena”, su primer poemario, escrito con cientos de alegorías. Sin embargo, a medida que iba leyendo su obra, la entendía más. Descubrí que Alejandra Pizarnik tiene momentos de lucidez en los que su alteridad habla por ella. Estos momentos lúcidos aparecen en la noche después de su  encuentro consigo misma; es recurrente la alusión a la infancia, verbigracia, y a su modo de ver la vida. Su niñez, para seguir el ejemplo, aparece a lo largo de toda su obra, pero es en la noche cuando, por medio del lenguaje, la retoma:

En la medianoche
Vienen los vigías infantiles
Y vienen las sombras que ya tienen nombre
Y vienen los perdonadores
De lo que cometieron mil rostros míos
En la ínfima desgarradura de cada jornada.
(Pizarnik, 2002: 195)
Podemos hablar, entonces, de un primer encuentro: el de su niñez, el de sí misma. Sin embargo, no es la niñez el punto que quiero resaltar  (aunque sí se relaciona), sino el momento de lucidez producto de su alteridad que, entre alusiones a la muerte, aparece en la noche. Este momento trae consigo la infancia, los recuerdos, el malestar del ser, tal como se evidencia en el poema arriba citado, y algo en lo que aún no he ahondado, pero de lo que ya hice alusión: la alteridad.
La noche es el momento en que Alejandra Pizarnik se encuentra consigo misma o, más bien, con su alter ego, que es recurrente en toda su obra, y que, al parecer, es quien escribe por ella. El lenguaje viene después del encuentro consigo misma: es el producto de su momento de lucidez. Alejandra lleva adentro su propia musa y siente que no se llama de otra manera, aunque tenga cinco nombres: Flora, Sacha, Blímele, Buma y Alejandra. Flora es su nombre de pila y alcanza a firmar así su primer poemario; después le agrega Alejandra, y finalmente se llama de esa única manera por siempre:
Solo un nombre
Alejandra Alejandra
Debajo estoy yo
Alejandra
(Pizarnik, 2002, p. 65).
La noche es, pues, un momento de lucidez que da luz al alter ego de la poeta, y de donde parte su expresión, es decir, su poesía. Es el momento en que la otredad de Alejandra hace presencia para decir y expresarse. Según Concepción Pérez Rojas (2002), la alteridad en Alejandra Pizarnik es equivalente a un desdoblamiento:
Es evidente que la primera persona de singular es la voz dominante en la práctica totalidad de su obra, y que hasta la elección de los personajes parece obedecer a una necesidad de desdoblamiento, hasta el punto de que casi todos ellos pasan por ser alter ego de la autora. (p. 409).

Afirmación con la que estoy en desacuerdo, pues siempre he sabido que el desdoblamiento es una proyección en la que un cuerpo sutil se separa del cuerpo físico. En Pizarnik no hay separación de tal índole, sino un encuentro con su otredad, que empieza a hablar por ella:
Alguien entra en el silencio y me abandona.
Ahora la soledad no está sola.
Tú hablas como la noche.
Te anuncias como la sed.
(Pizarnik, 2002, p. 163)
Uno de los poemarios en el que se evidencia con más énfasis la noche como momento de lucidez, es decir, el momento en que aparece el lenguaje expresado poéticamente por su pluma, es Los trabajos y las noches, donde se presenta la palabra como producto de la alteridad del momento nocturno. La noche es el tiempo en que se producen las palabras, y estas son los trabajos que resultan de las noches. Alejandra afirma: “este libro me dio la felicidad de encontrar la libertad en la escritura. Fui libre, fui dueña de hacerme una forma como yo quería” (Susana Haydú, 2000: en línea), y se demuestra, así, la importancia del poemario en la obra de Alejandra, pues se halla en este la libertad de escritura que siempre buscó: la voz más marcada de su otredad.
Posiblemente del mismo modo como me siento hoy a escribir sin saber cómo o por qué, se sienta Alejandra Pizarnik todas las noches antes de su muerte, para encontrarse consigo misma, para que Alejandra, su alteridad, escriba por ella. Abro otro poemario para verificar que, aunque en Los trabajos y las noches se presente claramente el momento lúcido, en otros de sus trabajos también alude a ello:
Poco sé de la noche,
pero la noche parece saber de mí
y más aún, me asiste como si me quisiera,
me cubre la conciencia con sus estrellas.
(Pizarnik, 2002, 85)
Esta es la primera estrofa de un poema que se titula La noche y que hace parte del poemario Las aventuras perdidas. Veo en él, desde ahora, la noche que, llena de estrellas, cubre la conciencia de la poeta para que se encuentre con Alejandra. Ahora abro el libro en La última inocencia para corroborar mi hipótesis y me encuentro con el siguiente poema:
Tal vez esta noche no es noche
Debe ser un sol horrendo,
o lo otro o cualquier cosa…
¡Qué sé yo! ¡Faltan palabras,
Falta candor, falta poesía,
Cuando la sangre llora y llora!
(Pizarnik, 2002, p. 57)
Y me doy cuenta de que la noche para Alejandra es un momento en que no falta la poesía, ni el candor, ni las palabras. La noche para Alejandra es lenguaje. Según Depetris (2008), Alejandra Pizarnik tiene confianza en su hacer poético, es decir:
Confianza en acertar con una palabra poética pura que permita expresar la trascendencia de lo evidente hacia lo esencial; confianza en encontrar esta palabra a través de la exactitud y concentración léxica, confianza en el buen hacer poético a través de la escritura del poema de calidad (p. 64).
Esta palabra pura, de la que habla Carolina Depetris, resulta de Los trabajos y las noches, poemario en el que se expresa lo trascendente de su realidad con una precisión léxica, rica en musicalidad y metáforas. Empiezo a leer los poemas de este poemario y me atrapa una secuencia mágica que me lleva página a página al descubrimiento del papel de la noche en su poesía. Leo Revelaciones y me convenzo más:
En la noche a tu lado,
Las palabras son claves, son llaves.
El deseo de morir es rey.
(Pizarnik, 2002, p. 156)
La noche se presenta en relación con el lenguaje, las palabras son producto de la noche, son el momento en el que nacen, son las llaves de la mansión poética y las claves de su ser, de su otredad, y son la perspectiva que se abre hacia la muerte.
Más adelante encuentro un poema que me remite al silencio antes del encuentro de la poeta con su alteridad. Y entiendo, a partir de este poema y de otros que aparecen intermitentemente, la razón por la cual el poemario, en un principio, iba a llamarse Los silencios y las visiones. César Arias (2001) afirma que:
Su trabajo poético de los años de París cristalizó en el libro que publicaría poco después de volver, Los trabajos y las noches, que hasta el momento de ir a la imprenta se llamaba Visiones y silencios. (p.56).

El título Visiones y silencios tiene mucha lógica. Los silencios se explican por la mudez de la poeta antes de su encuentro con Alejandra. Las visiones son esos encuentros que reproducen el lenguaje, es decir, la poesía. Los trabajos, en el título que hoy conocemos, son el lenguaje, la poesía; y las noches, el momento de lucidez, en que ocurre esto. El siguiente poema, par mí, representa los cuatro vocablos que nombran o nombraron el poemario:
Una flor
No lejos de la noche
Mi cuerpo mudo
Se abre
A la delicada urgencia del rocío.
(Pizarnik, 2002: p. 159)
Se perciben a simple vista la noche y el cuerpo mudo. La flor representa la poesía que se abre a la necesidad del encuentro con su alter ego. A propósito del nombre del poemario, César Arias (2001) afirma que:
 Los trabajos y las noches es un nombre especialmente bueno, pero lo prefirió a Visiones y silencios, que describe mejor su trabajo: La visualidad de la imagen (…) y el silencio (…), en el que desemboca la combinatoria de las palabras. (p. 64)

Para mí es claro y pertinente el título Los trabajos y las noches, pues no solo sintetiza un poemario sino toda la obra de Alejandra Pizarnik, escrita en momentos de lucidez, en la alteridad y en el lenguaje puro que resultan de la noche. En otros poemas continúa evidenciándose lo que ya argumenté, por ejemplo en El corazón de lo que existe o en Los pasos perdidos, en los que se demuestra nuevamente que de la noche nacen las palabras después de un encuentro de la poeta con Alejandra, es decir, con su alteridad.
Ahora bien, ¿qué se encuentra en el momento lúcido? ¿Cuál es el producto de la alteridad? La poesía se presenta en su máxima expresión para dar a saber su descontento con lo social, con la Argentina de los años 50. Lida Aronne-Amestoy (1983) afirma al respecto:
El discurso de Alejandra se inscribe dialécticamente en su época, como cuestionamiento y como respuesta. En una cultura disecada por el racionalismo, la locura recupera la alteridad esencial. Desgarrarse, desunirse, desposeerse, desnacer, se vuelven el único medio devolver a ser total: «Tanto que hacer y yo me deshago» (Extracción). Deshacerse es también hacer. Deshacerse por la palabra, la que a su vez rehace rehaciendo el mundo. En la página se recobra la entidad perdida en la realidad. El precio, altísimo precio, es hacerse de papel. (p.3).

La alteridad se ve desde aquí como una cuestión esencial del ser en aquella época. A partir de esto se entienden algunos temas que pululan en la obra de Pizarnik y que ya han sido y podrán ser tratados en trabajos de investigación. Por ejemplo, la desintegración del ser, la incomunicación o el caos. Esto lo comento no con el fin de ahondar en ellos, sino de abrir perspectivas y descubrir posibilidades en la vastísima obra de la autora argentina. Lo que sí rescato, y repito, es la alteridad como necesidad en aquellos años. Alejandra Pizarnik, tal como lo afirma la autora arriba citada, se deshace y da lugar a su alter ego para que rehaga el mundo.
Yo por mi parte dejo mi pluma a un lado y me tapo los ojos ante la claridad del día. Esta noche de febrero ya se acaba, pasa rápidamente por mi tiempo y mi lenguaje; es como si me hubiese encontrado conmigo mismo, como si me hubiese sentido mi propia musa por unas horas. Escribo en la noche, en esta noche en que me uno, tal como Alejandra Pizarnik, con mi alteridad.
BIBLIOGRAFÍA
Carolina Depetris (2008). Alejandra Pizarnik después de 1968: la palabra instantánea y la “crueldad” poética. Recuperado el 21 de febrero de 2012. En línea:http://www.iai.spkberlin.de/fileadmin/dokumentenbibliothek/Iberoamericana/2008/Nr_31/31_Depetris.pdf

César Arias (2001). Alejandra Pizarnik. Barcelona: ediciones Omega.

Concepción Pérez Rojas (2003). A propósito de Alejandra Pizarnik. Creación, locura y retorno. Madrid: Centro Virtual Cervantes. Recuperado el 21 de febrero de 2012 de la base de datos de la Biblioteca virtual cervantes.

Lida Aronne-Amestoy (1983). La palabra en Pizarnik o el miedo de narciso. Revista de Literatura Hispánica: Recuperado el 23 de febrero de 2012. En línea:http://digitalcommons.providence.edu/cgi/viewcontent.cgi?article=1231&context=inti

Susana H. Haydu (2000). Análisis de Los trabajos y las noches. Recuperado el 21 de febrero de 2012. En línea: http://sololiteratura.com/piz/pizestlostrabajos.htm.

Análisis de La Resistencia de Ernesto Sábato


La resistencia, de Ernesto Sábato: Nostalgia del presente, recuerdos del pasado y reflexiones éticas
Jazmín Andrea Cely  y  Jhon Alexánder Monsalve Flórez
La Resistencia es la esperanza. Es aquello que se hace aun cuando todo está perdido. La Resistencia es pensar y hacer cosas buenas en una sociedad en decadencia. Ernesto Sábato propone La Resistencia para este mundo cambiado, diferente en valores, en emociones, en pensamientos. Propone la Resistencia contra el tiempo, contra lo que no es como ayer.
En el desarrollo de sus ideas, Ernesto Sábato hace un esbozo de una sociedad en decadencia, en donde la televisión es la causa de la aislación humana. Argumenta en contra de la televisión porque es el principio de lo antisocial. El hombre llega del trabajo cansado, después de una jornada larga, y no se sienta en familia, como antaño, sino busca la compañía de lo virtual, de los dioses de la pantalla. Esto demuestra la decadencia de lo humano: el olvido de los antiguos valores, la indiferencia de ser más en sociedad. La Resistencia es contra los cambios; la esperanza de hacer algo para no seguir decayendo.
Se olvidaron los antiguos valores como la vergüenza y la capacidad de creer en lo que no se ve. Sábato pone como ejemplo culturas que no se hallan, después de desmitificar sus ritos, sus certezas. Hay que resistir, según el autor, incluso a esto: al olvido de los dioses, de la fe, de la consistencia de la sociedad.
Hay una forma para dejar de decaer: buscar al Hombre Nuevo en la reintegración. Se puede resistir al tiempo, al espacio y a la decadencia en sociedad. Se debe tener en cuenta que la resistencia se logra gracias a la ayuda del otro, al olvido de la individualidad, a la aceptación de que somos más junto a los otros.
La Resistencia es la esperanza del Nuevo Cambio: de dejar a un lado la televisión, de retomar las conversaciones en familia, de darse cuenta de que sin los demás no es posible un cambio para bien, en medio del mal en que se habita, en que se convive. La Resistencia es la esperanza de no decaer más.
En “La Resistencia”  encontramos constantemente  la afirmación de que el ser humano no es únicamente  un objeto físico, sino que está compuesto de alma y mucha inteligencia, que le permite tomar decisiones para construir un mundo de bienestar de acuerdo a sus necesidades. Sin embargo, hallamos  un pensamiento en nuestra actualidad que, a causa de la modernidad, se  ha implantado y lidera una forma de  vida  totalmente en contra de las tradiciones culturales y los buenos valores, es un ideal que se nos ha impuesto de manera mundial y que gira en torno al ansia del dinero, mantiene a los seres humanos encadenados al poder y a las comodidades materiales dejando de lado intereses realmente importantes como las reflexiones profundas y  la vida en comunidad.
 Ernesto Sábato, autor de “La Resistencia”, presenta una descripción detallada de lo que somos actualmente como personas y en lo que hemos convertido a nuestro mundo, haciendo ver que estamos viviendo en un entorno totalmente descompuesto producto de una serie de objetivos banales que nos hemos dedicado a perseguir sin obtener ningún beneficio óptimo para nuestro espíritu y que nos obliga a estar en constante lucha y competencia por crear y alcanzar nuevos instrumentos en los que nos podamos desahogar constantemente.
 En medio del análisis que hace el autor, encontramos un punto de partida para lograr un cambio en nuestra sociedad actual, que nos permita transformar nuestra triste realidad. Dicho cambio está en nuestra inteligencia, razonamiento por medio del cual podremos elegir una mejor manera de construir nuestra cultura. Para lograrlo, es indispensable empezar a reeducarnos en la realidad y la consciencia pensando en construir una vida más humana lejos del individualismo y la competencia, para alcanzar una construcción ética de la personalidad que nos ayude a tener más seguridad al momento de oponer resistencia  a  hechos nos lleven  a la destrucción y más bien dedicarnos a construir nuevas formas de vida que nos acerquen cada vez más a nuestras raíces culturales, a los afectos  y a la solidaridad con los demás.
Así se construirá una nueva personalidad axiológica que dé lugar a  incluir de manera razonable y pertinente la idea de la resistencia como un arma para la defensa de nuestra vida, ya que dadas las condiciones de superficialidad en las que nos encontramos y que mantienen este mundo actualmente desubicado, confundido y lleno de profundos vacíos, es necesario oponernos ante grandes males que han  producido tales desastres.
 Para empezar, es necesario oponernos a la globalización, que es el punto de partida de todos los infortunios morales en que vivimos, de ahí encontramos elementos tóxicos y vigentes cada vez más con admirable fuerza e importancia en la cotidianidad como la tecnología y los medios de comunicación que nos llevan a tener pensamientos vacíos y  malos sentimientos como  la indiferencia, la desconfianza, la falta de fe, la resignación y el conformismo. Despojándonos de las raíces de nuestra desgracia  lograremos alcanzar una nueva forma de pensamiento que vaya de acuerdo a la actualidad y al razonamiento de lo que realmente nos garantizará un mejor porvenir. Obtendremos, así, la fuerza para decidir con entera confianza resistir a estos actos dañinos y volver a las buenas costumbres de otros tiempos que giraban en torno a los valores del espíritu y que  nos acercaban a nuestras tradiciones populares, a nuestras gustos y vocaciones, a la  vida en sociedad, a nuestras creencias  y a la originalidad que nos hacen ser seres únicos e importantes.
Partiendo de lo ya dicho, intentamos relacionar la ética, la base fundamental de la cultura, con el cuarteto de José Martí: La cultura es la verdad/que el pueblo debe saber/ para más nunca perder/ su amor por la libertad. José Martí tiene como lema “Ser culto para ser libre”, haciendo referencia a una alfabetización que permita un pensamiento crítico en busca de la libertad. Si se conoce, si se es culto, se puede ser libre. El ethos se forma a partir de los actos de cada individuo, de sus experiencias en sociedad, de lo que aprenda con los demás; de esta manera, este concepto se vuelve la base fundamental de la ética, de la moral, del carácter de cada individuo, de las costumbres de la sociedad.
Ahora bien, aunque la cultura, una primera cultura, sea entendida como las características y costumbres de una sociedad y aunque partiendo de esto puede concluirse que la ética es su base fundamental, el concepto de cultura (un segundo concepto, aunque no subordinado) por parte de José Martí correspondería más al conocimiento, a la alfabetización, que se logra también en sociedad y termina, al final, haciendo parte de la primera cultura. La cultura de José Martí es el principio del crecimiento del ethos y de la cultura social, la primera cultura: la personalidad, las experiencias y los actos de cada individuo hacen parte de la cultura de José Martí: la cultura de la educación, del ser como persona, de la formación de donde parte el pensamiento y el sentimiento social de cada individuo.