martes, 14 de febrero de 2012

FEBRERO 14


FEBRERO 14
Imagen tomada de:http://radareconomicointernacional.blogspot.com/2011/11/uribe-el-tiempo-y-los-periodistas.html

Jhon Monsalve

Se acabó este día y no me fui con él... No nos fuimos. Habría deseado que fuera más lento para seguir aguardando la esperanza de caer junto a él en el bello vacío de la noche, donde habita la muerte, donde habita Dios, donde habita ese Maldito que existe por nuestro propio invento. Se acabó este día de pocicles de limón, de historias con voz ronca, de risas falsas y de amigos mudos; se acabó para siempre este día y se llevó  al santo de hoy en una caneca roja para septiembre, la mentira del amor consumista.

Se acabó este día, y vi a mis amigos comprando rosas, a mujeres andando cabizbajas, como apenadas de la vida, de la soledad, de la fealdad; vi abortos en las calles de Bucaramanga y robos con guantes blancos, y policías ineptos, mustios, mendigos, pobres, con lágrimas en los ojos. Vi piratas vestidos de fiesta y autos demacrados por el tiempo, por el uso y la prohibición… vi mordidas, vi perros y perras, hombres y mujeres, cigarros, cervezas… vi el panorama de esta inmunda ciudad que se muere todos los días, que come mierda, que ruega mierda al gobierno. Vi a la gente inútil de esta ciudad inútil, que no hace más que pensar en su comodidad y beneficio, en su ropa, en su risa, en su acné. Gente hipócrita que circula, que protesta, que grita, que lleva sobre sí pupitres… que piensa en cambiar el mundo para tener vacaciones, para fumar marihuana, para engañarse a sí, así, así, así…

Vi Seis peleas, cinco insultos, cuatro risas, tres besos, dos abrazos, un saludo. Vi la decadencia de esta ciudad sucia, de este día, de estas horas, de estos minutos. Vi putas y mendigos por todos lados, y con ellos hablé, con ellos reí, risa forzada, risa rosada, rosa rosada, rosa roja y risa falsa.

Compré dos dulces y un helado. “Toma, amor, un bocado”, y celebramos este día, día falso, día triste curtido de Bucaramanga, con un cielo ¿azul?, ¿gris?, ¿rosado? ¡Mierda: no conozco los colores!, con un suelo de clima raro y unos ojos allá montados, en la cima de esos postes, de esos gigantes, Sancho, de esos testigos, Poirot, de esos represores, inútiles, inútiles, inútiles y cobardes.

“¿Te gustó el helado, amor?”, si quieres compramos otro… o No, NO… mejor vamos allá donde ves el tiempo. Vamos a adelantarlo para morirnos juntos, ya, ya, uno junto al otro… y dejemos atrás esta mierda, esta Bucaramanga de mierda, esta gente hipócrita, cobarde, perezosa, inútil… Muramos, muramos, que ya llegó la noche. Ah, tus dientes eran bonitos… todos parejitos, coloreados de pocicle de limón. Cierra los ojos y recuerda…

miércoles, 8 de febrero de 2012

La Revolución Mexicana y La Guerra Cristera en Pedro Páramo


Las Guerras en Pedro Páramo

Por Jhon Monsalve

Pedro Páramo es la novela de la Historia Mexicana de principios del siglo XX.  Si se hace un análisis cuidadoso de las fechas, se puede entrever una historia que parte desde los años 80. Este cálculo es fácil: Pedro Páramo espera a Susana 30 años, y esta llega cuando comenzaba la Revolución Mexicana, causa por la cual Bartolomé San Juan decidió alojarse bajo techo del cacique, el mismo Pedro Páramo. La Revolución comenzó en 1910; hagan las cuentas, entonces.

Se aclara de antemano que hay muchas guerras en los personajes: por ejemplo, Juan Preciado lucha contra los murmullos, contra los fantasmas, contra la vida. Los habitantes del pueblo de Comala luchan por vivir, aunque sea en pena por los pecados cometidos. Las guerras entretejen cada hilo de la estructura de la novela. Pedro Páramo y Aldrete crean una guerra por motivo de las tierras. Susana se convierte en una combatiente tanto para Pedro Páramo como para el padre Rentería. El padre Rentería es el rival de todo el pueblo humilde, y se une a Pedro Páramo en su tiranía: una tiranía social, y ahora, religiosa.

La guerra es constante. Más que la guerra la violencia. Por una parte una violencia corporal, liderada por Pedro Páramo, y por otro, una violencia espiritual, a cuya cabeza va el padre Rentería. Es muy interesante este punto porque se vuelve el símbolo del Estado y de la Iglesia: Pedro Páramo en representación del primero y el padre Rentería, del segundo.

La Revolución Mexicana inició el 20 de noviembre de 1910, cuando Madero reunió al pueblo en contra del porfiriato, gobierno que los dominaba. Porfirio Díaz había hecho de México, en los años precedentes, un país de buena economía y con una política respetada y admirada en el mundo. Pero olvidó la parte social, la parte que Madero quiso recuperar. El 20 de noviembre de 1910 inició lo que se había planeado por mucho tiempo: la Revolución Mexicana.

En la novela de Juan Rulfo se hace alusión a esta época con la llegada de Susana a Comala. Pedro Páramo recordaba los días de infancia y juego, cundo volaban papalotes y sentía la mano de Susana rozando la suya. La Revolución tenía distintos ejércitos que iban por el mismo objetivo. Ahí encontramos al famoso Pacho Villa mexicano, que lideraba las guerrillas del norte de México, y  Zapata al sur, con los campesinos. Luego de que madero subió al poder estas guerrillas pidieron la restitución inmediata de tierras campesinas usurpadas por los hacendados, pero Madero no podía solucionar el problema de un día para otro porque, según él, estaría cayendo en el mismo poder autoritario de su antecesor. Todo debía esperar y debía ajustarse al cambio de leyes y nuevas propuestas de gobierno. En su mandato, Madero no cambió el personal del ejército, y por manos de Huertas, uno de los más altos mandos de aquel gobierno, cayó muerto. La lucha siguió por parte de las guerrillas de Zapata y de Pancho Villa, entre otras. Todos querían el poder.

Ese poder logrado por Pedro Páramo en la novela. Pedro Páramo es la representación del autoritarismo de ese entonces.

Años después, en el periodo de Post-Revolución, por la modificación del artículo 130 de la Constitución política mexicana se afirmó que la Iglesia no tendría más autonomía, que su autonomía haría parte del Estado. Ambos mandos masivos buscaban el poder clerical, y Calles, el presidente en 1926, lo lograría a como diera lugar. Los prelados se levantaron en armas contra el gobierno y miles de feligreses los apoyaron. Esa guerra dejó como saldo centenares de muertos. A esa Guerra fue el padre Rentería, y se desligó al fin de Pedro Páramo, de la misma manera como la Iglesia se había desligado del Estado.