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viernes, 29 de junio de 2012

Rafael Pombo A CIEN AÑOS DE SU MUERTE


RAFAEL POMBO A 100 AÑOS DE SU MUERTE
Jhon Alexánder Monsalve Flórez

Publicado en Vanguardia Liberal el 26 de mayo de 2012

Qué triste es haber pasado el 5 de mayo sin conmemoración alguna. Pensé que google iba a formar sus letras con dibujos alusivos a los cuentos de Rafael Pombo. Pero no: no hubo nada, el mundo se olvidó para siempre del poeta romántico por excelencia, el que  le duela al que le duela hizo  buena poesía y buen cuento para pequeños lectores. Creo que si no encuentro ningún tipo de conmemoración es porque, en el mundo, nuestro poeta no trascendió. El sábado, 5 de mayo de 2012, cumplía 100 años de muerto, y lo hemos ignorado, sin duda alguna, porque la parte de su obra más representativa fue dirigida a los niños.
Si vamos a Wikipedia encontraremos solo unos párrafos. Si comparamos con otro escritor de su “trascendencia”, como José Asunción Silva o como García Márquez, nos daremos cuenta de que no lo valoran lo suficiente. La razón: haber escrito literatura infantil. La Academia se ha olvidado de Pombo y le ha tocado retomarlo a la música popular de nuestro país. Ahí tenemos a Santiago Cruz interpretando Simón el bobito; a Andrea Echeverri cantando El renacuajo Paseador, junto con un séquito de artistas desconocidos; a Juanes interpretando El gato bandido; la sensual Verónica Orozco entonando Pastorcita; Cabas, por su parte, canta Juan Chunguero; y omitiendo a otros, Carlos Vives interpreta La pobre viejecita. Por lo menos, creo que este año tendremos un poco más en cuenta esta música, que está abandonada desde el 2008.
Sabemos que se conmemora algo sobre Pombo no porque la Academia nos lo diga, sino porque un concurso de cuento nos lo repite todos los días. Y sí: se conmemoran 100 años de la muerte de Rafael Pombo, el poeta romántico por excelencia, el poeta olvidado por excelencia. Si digo olvidado, me refiero al olvido de la crítica y de la universidad. Porque en los colegios se sigue llevando esta literatura, aunque no de la forma correcta. Lo importante en los colegios parece ser que el niño se entretenga memorizando una parte de algún poema o de algún cuento, aunque no entienda ni la primera línea.
La gloria de las letras colombianas, como fue reconocido por la Ley 87 del 16 de noviembre de 1912, no es mucha gloria para la crítica. Al respecto Fernando Ayala Poveda afirma: “Muchos críticos nacionales, graves, severos, trascendentales, preocupados por la literatura de hombres mayores parecen desdeñar la literatura infantil. No sabemos en realidad qué es lo que menosprecian: la popularidad de las fábulas de Pombo o ese mundo aparentemente simple”. Yo creo que es un poco de las dos cosas: una obra que aparezca y que tenga éxito en nuestros días es susceptible a la mala crítica, por ejemplo, Mario Mendoza, que ha tenido un éxito inigualable en los últimos años con obras como Satanás,  o Jorge Franco con novelas como Rosario Tijeras y Paraíso Travel; escritores odiados, para nadie es un secreto, por los eruditos. Si esas obras no hubieran trascendido como lo hicieron, posiblemente serían objeto de estudio en las universidades como alternativa para el análisis social y político de nuestras ciudades colombianas. Pero no es así, porque son obras exitosas y, como académicos, debemos tener un criterio inventado para leer lo que no lee la gente del común.
Pues bien: retomo a Pombo para que sea estudiado desde otra perspectiva, basándome en el análisis crítico que Eduardo Camacho Guizado hace de su obra: “Los cuentos de Pombo también les confirmaban la ideología, las virtudes, las convenciones de lo que podría llamarse la burguesía nacional.  Ranas desobedientes que se ven castigadas; viejas ranas, hipócritas y ridículas, jóvenes y audaces gatos temerarios que retornan a la verdad (al calor del hogar) después de su locas aventuras por el mundo, etc., todos ellos expresan la moral señorial”. Después agrega: “Encontramos en esta obra vastísima temas como la diatriba del mundo sajón del dinero, representado por los Estados Unidos, la afirmación nacionalista, el conflicto entre la civilización, la técnica y  la naturaleza y, más importante aún, entre el hombre y la naturaleza, y muchos otros que hacen del poeta una figura representativa de una época y e una circunstancia determinada”.
Tomemos, pues, los cuentos pintados y propongamos: La pobre viejecita es la crítica a la burguesía (este aspecto también lo metaforiza el poeta cuando hace alusión a los gatos), que nunca se conforma con lo que tiene; siempre quiere más. Esto puede, incluso, representar un carácter algo más que burgués: humano. Entre más tenemos en este país capitalista que nos tocó habitar, más queremos para aparentar, para humillar, para sentirnos dentro de la sociedad de consumo en la que nos tocó comprar, vender y ser vendidos.
Cuando Pombo escribió los Cuentos Pintados vivía en Nueva York y representó de la mejor forma al colombiano tal como se percibe desde el “vecino” país: pintó al colombiano como a un bobito. Simón el bobito es usted o soy yo, visto desde aquel país que hoy nos está comprando poco a poco. Si nos damos cuenta, hace referencia a la nieve de forma particular:
Hizo Simoncito un pastel de nieve
Y a asar en las brasas hambriento lo echó,
Pero el pastelito se deshizo en breve,
Y apagó las brasas y nada comió.

Nieve hay en Estados Unidos. En Colombia es poco probable que caiga nieve en un ambiente como el descrito en el cuento por el autor, como también es poco probable encontrar pistas de hielo:
Empezando apenas a cuajarse el hielo
Simón el bobito se fue a patinar,
Cuando de repente se le rompe el suelo
Y grita: ¡me ahogo! ¡vénganme a sacar!

Simón el bobito es el colombiano de ayer y de siempre visto desde ayer y para siempre (ya vemos a aquellos que aún persiguen el sueño americano para lavar platos a cambio de aumentar un poco su nivel de lengua). ¿Pero dañaremos lo infantil de la literatura si nuestros niños la ven de esta manera? ¿No estaremos más bien llevando a Pombo al aula de la manera correcta? Tal vez a los críticos les ha faltado mirar a Pombo desde otra perspectiva, para que sea útil en la Academia.
En fin: dejo la inquietud. Pombo es un poeta que no merece morir dos veces. Su obra va desde el existencialismo y la crítica religiosa hasta las fábulas y los cuentos pintados. Hay mucho por estudiar aún, por analizar y por escribir. ¡Manos a la obra!

domingo, 24 de junio de 2012

Análisis literario de María, de Jorge Isaacs (Las cosas olvidadas)


ACERCAMIENTO AL ANÁLISIS INTERPRETATIVO
DE MARÍA, DE JORGE ISAACS
Jhon Alexánder Monsalve Flórez

María es una novela que, tomando palabras de Pedro Gómez Valderrama, ha roto fronteras, modas y movimientos literarios. Se ha leído durante 145 años, desde su primera publicación en 1867, y no pierde vigencia: se presenta como una obra universal y eterna. La trama está ubicada, por el contexto en que se describe, antes del año 1851, debido a que en  ese momento se dio fin a la esclavitud en Colombia. ¿Y esto qué tiene que ver? Pues en la novela se hace alusión constante a los esclavos, que son tratados bondadosamente por sus amos. María, la novela, cuenta la historia de un par de enamorados, María y Efraín, que son separados por el padre de él, que acelera el viaje de su hijo a pesar de los fracasos económicos, cuando se entera de que Efraín está enamorado de su prima, que es casi la hermana. Efraín había estudiado por varios años en Bogotá y había regresado a El Paraíso para estar con su familia antes de su viaje a Londres. Su padre planeó casar a María con Carlos, hijo de uno de los mayores señores de la región, solo con el fin de alejar a los dos muchachos enamorados.
El nombre verdadero, el de pila, de María era Esther, como la judía bíblica que ayudó, al estilo de una heroína, a su pueblo Israel cuando estaba bajo el yugo persa. María, precisamente, nació judía, pero su padre al ver que podría tener un mejor futuro en la familia católica del padre de Efraín, decidió, después de la muerte de su mujer, es decir, de la mamá de María (que murió de epilepsia), decidió, repito, dársela al padre de Efraín porque había visto que las mujeres de esa religión distinta a la suya se educaban en el bien. Ahí le cambiaron el nombre de Esther por María.
Así fue como llegó María a Colombia. Hay escenas que, en todos los resúmenes, se pasan por alto: por ejemplo, la casería de muchas páginas que aparece en dos ocasiones, que representan el papel del héroe (del yo) en la novela. Efraín un amante a la casería se lleva a sus criados y a su amigo Carlos (el pretendiente de María) a casar venados y tigres. Las mujeres hacen alusión a lo duro e inconsciente que es matar a un animal para obtener su piel. Otra de las cosas que se pasan por alto, y de la que ya hice mención, es la esclavitud, que aunque aún predominaba hacia los negros africanos, era muy distinta a la conocida en nuestros días o a la que los primeros españoles ejercieron sobre nuestros aborígenes; la esclavitud que aparece en la novela demuestran la bondad con la que es caracterizado, en parte, nuestro romanticismo.
Al fin Efraín se va y deja sola a su amada con la promesa de que cuando regresara se casarían. Al fin de cuentas el padre de Efraín desistió de la idea de casar a María con Carlos y le prometió a su hijo que podía cumplir su deseo cuando regresara de estudiar medicina en Europa.
Una de las cosas que también se pasan por alto es la presencia de Atala, la novela de Chateaubriand que leían Efraín, María y Emma, en aquella piedra, que según los guías turísticos, cuando va uno a El Paraíso en el Valle del Cauca, se mantiene tal y como era y se pueden pedir deseos de amor sobre ella. Para ver la pertinencia de Atala hay que retomar, el otro factor olvidado, que es la historia de Nay y Sinar, que resumen lo que Atala predica. La importancia de Nay y Sinar en la novela es clave, ya que antecede el final de la misma. Vamos por partes: En una reseña sobre Atala, encontrada en internet, en su lengua original, se lee lo siguiente: Chactas, fils adoptif d'un chrétien nommé Lopez, a été fait prisonnier à l’âge de 20 ans par une tribu ennemie, mais Atala, une jeune Indienne d’éducation chrétienne, l'a sauvé. Es decir, un hombre fue prisionero desde los 20 años por una de las tribus enemigas, pero una jovencita indiana de educación cristiana lo salvó. Lo mismo pasa con Sinar, que fue salvado por Nay cuando el padre de esta decidió matar a varios de sus esclavos (ustedes que ya leyeron la novela, sabrán las razones de esta decisión). Lo importante aquí, pues esto es un análisis y no un resumen, es fijarnos que el mismo papel tendría Efraín con respecto a Nay y la indiana. Él tenía la posibilidad de salvar de la muerte a María, de llegar a tiempo y no dejarla morir: la epilepsia la mató en la ausencia de su amado. La soledad es otra de las características fundamentales del romanticismo latinoamericano y se ve bien reflejada en la novela. Invito al lector a confrontar la historia de María y Efraín con la novela de Saint-Pierre: Paul et Virgine.
La diferencia del romanticismo colombiano con respecto al argentino radicó en que la literatura en estos lados era de corte más intimista que político. Si recordamos, “El matadero”, de Esteban Echeverría, es una representación de los hechos sociales y políticos de la época romántica en territorio gaucho. Mientras aquí con María, nos caracterizamos como intimistas y sentimentales. El sentimentalismo era otro factor que caracterizaba este periodo literario y socio-político. Pedro Gómez Valderrama afirma lo siguiente:

En este panorama y después de Amalia, cuyo valor hoy en día es principalmente histórico, aparece María. En tanto que en el sur los escritores argentinos representaban principalmente el romanticismo político y social, en Colombia se produjo la obra más importante de la vertiente intimista, María.

Otra de las características del romanticismo que se ven en la novela son las siguientes:
El yo enfrentado al mundo amargo: Una de las principales características del romanticismo no solo latinoamericano sino mundial es la exaltación del yo. Ya vimos cómo Efraín caza a unos animales feroces y se configura como héroe. Pero, a la vez, se enfrenta al mundo amargo que representa el alejarse del lado de María para irse a estudiar. A eso se une la soledad (ya comentada en párrafos precedentes) el fatalismo y la tristeza.
La naturaleza: Es consecuente la relación que existe entre la naturaleza y los sentimientos de los personajes. Cuando algún personaje está triste pareciera que la naturaleza cambia para estar a la par con sus sentimientos. La presencia y descripción de la naturaleza es otra de las características más marcadas en nuestro romanticismo.
Según Fernando Ayala Poveda:

Dentro del contexto romántico, María centra dos temas fundamentales: la muerte y la naturaleza. A partir de una adolescente que va despertando al amor (de la castidad a la pasión) entramos en la trágica historia de quien muere irrealizada (el espíritu romántico).

Lo subrayado de la cita anterior es lo rescatable, pero en lo que quiero enfatizar, para darle fin a este pequeño acercamiento interpretativo, es la ambigüedad de María:

María es un ser ambiguo. Huérfana, exótica, de ascendencia judía, se instala en una familia del Valle del Cauca. Para algunos esta condición volatiza a María. En nuestra visión (una de las mil probables), esta ambigüedad adquiere un verdadero carácter en su arraigamiento americano. Precisamente por eso es un libro mágico. (Ayala Poveda).

Y diría Pedro Gómez Valderrama que, a parte de Mágico, será vuelto leyenda. No hay un sol colombiano que no haya oído hablar de María. La encuentran a diario en el billete de 50000 pesos junto a su autor. Ahí vemos a María leyendo Atala y mirando hacia las esperanzas. Murió María en la novela, pero quedó dentro nuestro (y de muchos en el mundo) por siempre, como leyenda:

Decía al principio que hay no una María, no ciento, sino tantas como lectores ha tenido. Porque cada lector tiene su propia María que se escapa de las páginas del libro, y entra en el país luminoso de la leyenda. (P. Gómez Valderrama).

lunes, 18 de junio de 2012

Caperucita Roja


CAPERUCITA ROJA
Versión Jhon Monsalve


Nunca entendí por qué la abuela vivía tan lejos de nosotros. Es más, le supliqué a mamá que la trajera a vivir a esta casa pero se negó porque dizque no hay espacio. Eso es mentira. Si ustedes vieran esta casa se darían cuenta de que cabrían cinco abuelas como la mía y sobraría espacio. Tampoco entiendo por qué nunca nombran a mi papá si fue él quien bajó las frutas del árbol para que yo las llevara a casa de la abuela aquella mañana, como lo hacía, a escondidas, todos lo días. Hablé con mi papá del asunto: “Traigamos a la abuela a vivir a esta casa, papi, como antes”, pero él me dijo que eso era imposible porque la abuela necesitaba su propio espacio, donde nadie la molestara. “Pero nosotros no la molestamos, papi; aquí estaría mucho más cómoda. Ten en cuenta que esa casa en que vive está que se cae; por ahí oí de unos animales que soplan casas y las tumban. Nosotros tenemos aquí varias habitaciones…”, y no me dejó terminar, me dijo que no, que la abuela no podía venirse a vivir aquí porque dizque se aburría inmensamente. Bueno, en fin, aquí lo raro es que antes de que la abuela se fuera a vivir a esa casa, vivía con nosotros aquí, y créanme, jamás la vi aburrida; al contrario, se sentaba en el jardín  y veía cómo los pájaros hacían sus nidos sobre los árboles, y decía: “Qué bonita es esta casa… quiero morir aquí”.
Cuando se la llevaron al otro lado del bosque, lloré mucho y le prometí que todos los días iría a visitarla, que le llevaría frutas y algunas tortas de las que apenas aprendía a hacer por ese entonces. Mi mamá me dijo que yo no podía andar por el bosque así como así, que yo estaba muy pequeña para ir todos los días a casa de la abuela. “Mamá, tengo 8 años y camino mucho más lejos cuando voy a la escuela”. Definitivamente, ya no querían ni que me acercara a la abuela, y decidieron llevar acabo el mal macabro que ustedes conocen.
 Jamás me encontré en el bosque a ningún lobo, ni mucho menos me hizo preguntas; eso se lo inventó un tal Perrault. Lo cierto es que cuando llegué  a casa de mi abuela, vi mucha sangre en el suelo, las gafas partidas, la ropa regada por toda parte y un lobo acostado en la cama de mi abuela, sin disfraz alguno. Yo no sé de dónde sacaron que se había puesto el traje de dormir de mi abuela, si se lo comió con todo y ella. “Hola, Caperuza, te estaba esperando”, me dijo con voz maliciosa, y sentí miedo, y se acercaba más y más a mí, quería comerme como a ella. No existió ningún leñador; eso es mentira. Lo único que pasó después fue que mis papás entraron gritando: “A ella no, lobo feroz, ese no fue el trato”.

jueves, 14 de junio de 2012

La educación del niño


LA EDUCACIÓN DEL NIÑO
Margarite YOURCENAR
Fragmento del libro Les yeux ouverts
Traducido por Jhon Monsalve
Nota preliminar
Les presento a continuación una de las mujeres más grandes de Francia: escritora, poeta, crítica, ensayista y traductora. En esta ocasión, habla de la educación ideal del niño, y aunque el texto es muy corto, deja ver, en tan pocas letras, una sabiduría y una propuesta que cambiarían el mundo entero.
He reflexionado constantemente sobre lo que podría ser la educación del niño.  Pienso que harían falta estudios de base, muy simples, donde el niño entendiera que hace parte de la inmensidad del universo, que pertenece a un planeta que debe proteger, que depende del aire, del agua, de todos los seres vivos, y que el mínimo error o la más sutil violencia puede volverse el peligro más grande.
El niño aprendería que los hombres se han matado entre sí, en las guerras que no han hecho otra cosa que producir más guerras, y que cada país arregla su historia, engañosamente, para enaltecer su orgullo. Se le instruiría en los hechos pasados para que se sienta unido a los hombres que lo precedieron, para que los admire como ellos lo merecen, pero sin crearse ídolos, no más que del presente o de un hipotético futuro.
Se trataría de familiarizar al niño con los libros y las cosas; sabría el nombre de las plantas, conocería los animales sin librarse de las penosas vivisecciones impuestas a los pequeños y preadolescentes bajo el pretexto de biología; aprendería a dar los primeros auxilios para cuando fuere necesario; su educación sexual comprendería la presencia de un parto, y su educación mental,  la vista de enfermedades terminales y las defunciones.
Se le enseñarían las nociones básicas de la moral, sin la cual la vida en sociedad es imposible: instrucción que la escuela primaria y la educación media quieren pasar por alto en este país. En cuanto a religión, no se le impondría ninguna práctica o dogma, sino se le enseñaría algo de todas las religiones del mundo, y sobre todo de las del país en que vive, para despertar en él el respeto y destruir, de paso, algunos falsos prejuicios.
Se le enseñaría a trabajar y a no dejarse consumir por la publicidad, empezando por aquella que promociona las golosinas más o menos adulteradas, que son el principio de caries y diabetes futuras.  Hay, por lo tanto, una manera de hablar a los niños de cosas verdaderamente importantes, mucho más pronto de lo que acostumbramos a hacerlo.

domingo, 3 de junio de 2012

La triple mímesis para Dummies


LA TRIPLE MÍMESIS PARA DUMMIES
Jhon Monsalve

En vista de la incomprensión de una teoría de la narratividad necesaria para entender, más que otra cosa, la relación entre lo abstracto del tiempo y del alma humana, me permito, con un atrevimiento que me puede costar, explicarles la importancia de la triple mímesis en la literatura y en parte de la filosofía. Para entender esta propuesta de Paul Ricoeur es necesario conocer el concepto de Mímesis desde su origen. La mímesis, para Aristóteles, es la imitación de la naturaleza con fines artísticos. En otras palabras, es la imitación del mundo para volverlo arte: pintura, música, literatura. Pues bien, Paul Ricoeur, filósofo y antropólogo francés, que ha intentado unir la fenomenología con la hermenéutica, retoma el concepto de mímesis para hablar del tiempo y de la narración en un libro que, leído una o dos veces es incomprensible, pero que con alguna guía y con un par de lecturas más se presenta un poco más claro: Tiempo y narración. Partamos de la pregunta: ¿qué es el tiempo? Y divagaremos por los mares y por los cielos de la teoría y no llegaremos a un acuerdo. Solo sabemos que el tiempo es una extraña abstracción que por más que queramos tomarla, se nos presenta intangible. Aristóteles lo definía como lo que hay antes y después de una acción, y ahí paraba. Para San Agustín, hay un pasado del presente y un futuro del presente, pero también llega hasta ahí, y la búsqueda de una explicación se parquea en las mentes e intranquilidades de los que quieren ir más allá. ¿Cómo atrapar el tiempo? ¿Cómo acercarnos lo más próximo a sus entrañas? A partir de esto, Paul Ricoeur propone la única forma posible de atrapar el tiempo: por medio de la narración.
Bueno, ¿y a todas estas, dónde está la triple mímesis? ¿Por qué he hablado de todo menos de lo que debería? La triple mímesis, como dije, debe entenderse desde el concepto aristotélico, y, por ende, se explica fácilmente: Es la imitación del mundo puesto en escena e interpretado por el lector. Una obra literaria se compone por tres imitaciones: la mímesis I, la mímesis II y la mímesis III.
         Mímesis I: Hace referencia a la prefiguración. El autor del texto toma parte del mundo y lo representa en una obra. Toma pedazos de la realidad y los transforma.  El mundo como tal, que sería la primera mímesis, es la imitación de las ideas humanas.
          Mímesis II: Es la configuración. Es decir, la obra por sí misma, ya escrita, editada, dispuesta a ser leída por alguien. La mímesis II es la imitación del mundo, y como imitación no logra el grado de realidad, pues simplemente es una copia editada de esta: la obra es ficción.
           Mímesis III: Es la reconfiguración. El lector toma el texto y lo interpreta, gracias a la posibilidad que bien grafica y representa Henry James en la Casa de la Ficción: para cada lector hay una mímesis distinta, una imitación y representación de lo que la obra le dice, le cuenta y le sugiere, por medio y gracias a su experiencia.
A partir de esto, puede afirmarse que la mímesis II es una mediación entre la mímesis I y la mímesis III: pues gracias a ella, encuentran relación. Entiendo el Quijote en su contexto, capto incluso el comportamiento y pensamiento de una época, me encuentro a mí mismo en las letras de hace más de 400 años, gracias al texto escrito, a la mediación. Comprendo el mundo que imitó el autor.
Por medio de la narración atrapamos el tiempo: ahí se encuentra, es la única alternativa. Como también aparece como única posibilidad el encapsulamiento del alma: ahí en la triple mímesis: el alma humana se expresa, se plasma por escrito y se encarcela en el lector.